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Tribuna:La lengua española, desde tres calas geográficas / 1
Tribuna
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Los niños de Marruecos

La lengua española corre hoy el peligro de ir desapareciendo del norte de Africa, porque cuando España jugó la carta del abandono de Marruecos lo hizo al contrario de lo que pretendieron los franceses, que fue reembarcar sus fuerzas militares, camino de Marsella o de Tolon y, justamente a la par, dejar bien dotadas las plazas de defensa y penetración de la lengua francesa y establecer, desde la vieja metrópoli, cuanto apoyo logístico necesitase esa política de defender e imponer el empleo y el auge de su idioma. Pero España retiró sus batallones y sus banderas de la Legión empaquetando entre sus pertrechos las gramáticas y los diccionarios con los que, desde los tiempos de Nebrija, se venía enseñando en el mundo a hablar la lengua en que se entienden la vieja Península y ese asombroso conjunto lingüístico conocido por Latinoamérica. Lo grave no es sólo que la lengua española esté siendo arrinconada ante la ofensiva del francés en la zona sur de los antiguos protectorados, sino que corre la misma suerte en la zona norte, de antiguo predominio español. Y es que nuestro país, desde el día de la independencia de Marruecos, no tuvo conciencia de que, precisamente, era a partir de entonces cuando había que iniciar una política cultura¡ con mucha más garra e imaginación. Era a partir de entonces cuando había que revisar las antiguas instituciones y montajes propios de la época del protectorado e irrumpir con una nueva organización más a tono con el nuevo estado de cosas, pero mucho más agresiva en cuanto se refiere a potenciar el mantenimiento y progreso de la lengua. Es a partir de entonces cuando el objetivo político nacional respecto a Marruecos debió de ser, fundamentalmente, encararse en captar a los niños marroquíes como estudiantes de español.España mantenía en Marruecos, culturalmente, tres tipos de instituciones: bibliotecas, centros culturales e institutos. Todavía en Tánger conviven y trabajan ejemplarmente un Instituto Politécnico, una Biblioteca Española y un Centro Cultural. Pero el país, inexplicablemente, dejó morir por irrisorio déficit el periódico España, cuya presencia era a partir de entonces más necesaria que antes de la independencia. Todo esto trae consigo que hoy se sienta inquietud ante el futuro del Instituto de Casablanca y que no se vea crecer el de Tetuán, y que los centros culturales de Fez o de Rabat no caminen con toda la fuerza que debieran... La llegada a la embajada de Rabat de un hombre tan metido de lleno en los problemas de la cultura como es Alfonso de la Serna es el único rayo de esperanza en la larga lista de abandonos de la lengua española, como podríamos contar en rosario se vienen sucediendo en Marruecos desde los días de la independencia.

Paro intelectual

Hoy, el paro intelectual es uno de los fenómenos más alarmantes que azotan a la juventud de nuestro país. ¿Se ha pensado lo que puede suceder al abrir a los profesores de español las puertas de Marruecos? Es cierto que es cuestión de pesetas, pero ¿habrá algo más rentable que el que hablen español los futuros dirigentes de un país que nos circunda y cuyas relaciones deberán de intensificarse? He recorrido recientemente ambas zonas de Marruecos, he hablado en español con varias generaciones que se irán esfumando, pero he vuelto con la obsesión de que es necesario negociar y propiciar la presencia de la lengua española en los planes de estudios de los niños y los jóvenes. La presencia cultural de España en Marruecos y el cuido de la enseñanza del español en Marruecos es algo absolutamente rentable para nuestro país, y la paradoja es que para desarrollar esa política el primer aliado será siempre el propio Gobierno de Marruecos. Marruecos desea asistencia técnica, necesita asistencia sanitaria, como lo prueba el cariño que rodea a la presencia en el Politécnico de Tánger de la Escuela de ATS, pero, a la par, aceptan y propician que lleguen profesores de español. Las razones son muy complejas y algunas fácilmente comprensibles. Es, en efecto, la necesidad del mantenimiento de relaciones comerciales con Latinoamérica, pero es también el equilibrio político de aspirar a mantener una independencia más firme con la Francia de la época del protectorado, cuyo símbolo esencial es la lengua. Porque este ha sido a lo largo de la historia el gran acierto francés de hacer inseparable su política extranjera con el uso de la lengua de Racine. En cambio, los españoles estiman que Cervantes y su lengua es algo que pertenece al pasado.

Hace unos meses asistí, en Niza, a una convención internacional en que se debatía la redacción de determinado convenio: la delegación francesa consumió toda una jornada en interminables debates sobre corrección de estilo defendiendo la pureza del idioma. Y en Marruecos, Francia ha cuidado de acrecentar sus instituciones culturales y de ampliar la campaña de difusión del francés. Francia no habría desmantelado un diario en lengua francesa si se hubiese publicado en Tánger, ni desasistir a un Instituto Español de Casablanca, ni dejar de potenciar otros centros culturales. Los niños de Marruecos deben de tener igualdad de oportunidades para aprender el español que el francés. Y al enseñar el español, España debe potenciar en sus centros conjuntamente esos estudios en relación con el árabe. Las secciones de Filología Semítica en las facultades españolas de Filosofía y Letras deben así de tener, junto a otras salidas, esta de potenciar la penetración cultural en Marruecos. Hace años, en las calles de Tetuán, unos niños pedigüeños me mareaban expresándose en lengua española; hoy, otros niños me tiraban de la manga y con un torpe francés. Hay que crear unos centros en los que simultáneamente se enseñe el árabe y el español: no sólo el español. Porque el futuro abogado, el futuro médico, la enfermera van a condicionar mañana la estructura social del país y nada hay más rentable que la lengua cuando no se trata de imponer nada, sino de mantener algo que es natural y viejo. Esto de que se pierda el uso de la lengua española en la zona norte de Marruecos no es una nostalgia; es una realidad que tiene la obligación de afrontar la política de un país que estrena nuevas formas de convivencia y de diálogo, y la lengua fue siempre compañera y origen de todo conversar y de toda política.

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