Una mala adaptación
Si el nombre de Mario Vargas Llosa no figurara en los títulos de crédito de esta película, es muy posible que no mereciera la pena gastar espacio en comentarla, y no sólo por su escasísima calidad técnica y estética, sino por su torpeza crítica e indecisión general. El gran novelista peruano es, indiscutiblemente, un autor de cuerpo entero, hasta en sus novelas menores, y su Pantaleón y las visitadores (como texto literario, por supuesto) es una divertida creación, repleta de hallazgos verbales, y con una incisiva dosis de ingenio, aunque no resista: la comparación con sus obras mayores, La casa verde o Conversaciones en la catedral. El guión del filme que comentámos fue, paradójicamente, anterior a la novela.Los respectivos lenguajes -cinematográfico y literario- presentan semejanzas muy claras, menos numerosas e importantes que sus grandes diferencias. Película y novela -por centrar y concretar el caso a una de las manifestaciones escritas más frecuentemente adaptadas a la pantalla- cuentan historias, protagonizadas por personajes que se mueven en determinados ambientes, bajo la precisión de unas circunstancias socioculturals. Ahí acaban las concomitancias para entrar en una dispersión completa de signos y lenguajes propios. Un escritor se enfrenta, en solitario, a la temible cuartilla blanca, con las únicas armas de su sensibilidad e inteligencia. El cineasta ha de controlar una compleja, y carísima maquinaria y sinfín de especialistas, cuya labor ha de ser estrechamente coordinada. El talento, en uno y otro caso, es decisivo, y pocos factores comunes pueden encontrarse entre ambas funcioñes.
Pantaleón y las visitadoras, escrita y dirigidapor Mario Vargas Llosay José Manuel Gutiérrez
Intérpretes: José Sacristán, Agustín González y Rafaela Aparicio. Estreno en cine Bulevar.
José Manuel Gutiérrez -al que no debe confundirse con Manuel Gutiérrez, autor de Habla, mudita; y Camada negra- no ha estado muy afortunado en esta primera salida profesional, aunque ha esquivado, al menos, las, burdas trampas del porno tropical, al que se veía fácilmente inclinado por la temática elegida. Los elementos críticos sobte el militarismo, la burocracia o el fanatismo están desperdiciados, casi por completo, y el humor del relato original se pierde totalmente, por falta de habilidad en la dirección de los actores, el ritmo y la tónica narrativa.
No basta tener una buena base literaria para conseguir películas dignas; el material dramático debe estar reelaborado acertadamente de cara a la pantalla, y las sugestiones y riquezas originales se pierden, aquí, irremediablemente, por falta de capacidad interpretativa, por un entendimiento absolutamente erróneo y poco sutil de las posibilidades latentes. Mario Vargas Llosa firma como codirector por pura amistad con su compañero, pero la dura realidad es que este Pantaleón fílmico es imputable, únicamente, a Jose Manuel Gutiérrez.
Babelia
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