Savater, nudo y desenlace
El periódico prescinde del histórico columnista por sus descalificaciones a la dirección, a los periodistas y a algunos colaboradores
EL PAÍS prescinde del columnista Fernando Savater por ofender a la dirección, a los periodistas ―especialmente a las mujeres― y a algunos colaboradores citados con nombre y apellidos en su último libro, Carne gobernada (Ariel). Es la explicación que ayer dio la directora, Pepa Bueno, en la carta semanal a los suscriptores, en la que rechaza que haya sido expulsado por sus ideas. La periodista argentina Leila Guerriero lo sustituye en la columna de los sábados y a ella, los miércoles, la relevará Manuel Jabois. Por todo ello, este artículo de la defensora se adelanta un día para explicar lo sucedido a los lectores. Hoy ya no encontrarán a Savater.
“Desde hacía tiempo, era evidente que nuestro autor no estaba a gusto con el periódico, algo que íbamos sabiendo por sus columnas y sus declaraciones públicas. Nunca vino a casa a comentarlo”, afirmaba la directora en la carta, que recoge además que esta semana Savater lo ha expresado “en términos intolerables de desprecio personal hacia EL PAÍS” y sus empleados. “Tuve claro que era el final del trayecto”, añade.
“El acelerador, porque ya se venía gestando, es la publicación de un adelanto de mi libro”, dice por su parte Savater, que aclara que ni sabía que este iba a salir en ese momento, ni eligió el extracto, pero ve lógico que se usaran las páginas en las que habla de EL PAÍS. ¿A qué se refiere al hablar de que algo se gestaba? Según él, a que, “en contra de lo que siempre ha ocurrido”, cada vez que defendía sus ideas, estas se refutaban en otros artículos o en cartas de lectores. “Indicaba una situación de tensión”, afirma. En la hemeroteca hay ejemplos de réplicas entre columnistas, incluidas las que él mismo dedicó a Rafael Sánchez Ferlosio (y viceversa).
Savater ha escrito en EL PAÍS con plena libertad. En sus columnas, ha arremetido contra el feminismo, la crisis climática, la memoria democrática o la investigación de la pederastia en la Iglesia española, asuntos que identifican la línea editorial de este periódico. También contra Pedro Sánchez, la ley de amnistía y todo cuanto ha querido poner bajo la lupa, desde los nacionalismos a los editoriales de EL PAÍS. El único límite a su libertad de expresión ha sido el insulto. El Libro de Estilo establece que la opinión debe ser respetuosa con las personas, aunque se critiquen sus actos. Y dentro de ese marco, Savater ha disfrutado de más permisividad que otros opinadores, que no han sido como él un referente del periódico por su condición de filósofo e intelectual y por su valentía frente al terrorismo de ETA.
Pero el lunes El Confidencial publicó un extracto del libro de Savater, con las siguientes frases: “El diario de referencia pasó a convertirse en un risible epítome de la prensa al servicio de la política”; “Poco a poco hemos llegado a que el chiste sea EP y sus disparates sectarios”; “Las opiniones del supuesto periódico global están dirigidas en las cuestiones nacionales por una cáfila particularmente estrecha: Jordi Amat, Jordi Gracia, Xavier Vidal-Folch, Josep Ramoneda et alii”; “Otro elemento que empeora este diario otrora prestigioso es una desafortunada invasión femenina”; “Obedientes piezas de encargo fabricadas por mindundis serviciales tipo Sergio del Molino”...
Esta retahíla de ataques a los periodistas de EL PAÍS no está sacada de entrevistas o declaraciones públicas, fruto de la improvisación o fuera de contexto, sino de un texto reflexionado y elaborado. Además, abundó en ellos en una entrevista publicada el mismo lunes. No cabía otra alternativa para desenlazar este nudo que prescindir de quien menosprecia y ridiculiza el trabajo de los periodistas del medio en el que publica.
Los lectores
Desde entonces, medio centenar de lectores se ha dirigido por diferentes vías al periódico para pedir explicaciones, anunciar su marcha por lo sucedido o mostrar su apoyo a la decisión. Resulta incompatible satisfacerlos a todos.
“Considero un error y muy decepcionante el despido del señor Savater”, afirma Bartolomé Menchén. “Son ustedes guardianes de la diversidad de opinión y la libertad de expresión y eso requiere altura de miras. Les ruego intenten revertir dicha decisión”.
“Un periódico no tiene por qué soportar los insultos y las descalificaciones de un colaborador, y menos aún los dirigidos contra la dirección y hasta contra sus propios compañeros y compañeras. Savater llevaba mucho tiempo no escribiendo en EL PAÍS, sino contra EL PAÍS”, dice Gonzalo de Miguel Renedo. “Si hubiera sido coherente, máxime en una persona de su prestigio, hace ya mucho tiempo que habría pedido la cuenta y habría hecho mutis”.
“Ahora podré leer mi periódico los sábados sin omitir la quinta columna de la última, que durante estos años rezumaba prejuicio, insulto y odio”, escribe César Iglesias Kuntz. “Preparémonos: la caverna ya tiene su mártir”.
“Me sentía orgulloso de la libertad de opinión que se recogía en el diario. Colaboradores como él y [Daniel] Gascón, por ejemplo, contribuyen a ese extraordinario ejercicio de sorpresa: no tengo que leer solo lo que espero encontrarme”, dice Tomás Artaza Varasa. “Ese cierto orgullo del que presumía ante otros por la pluralidad exhibida en el diario se ha terminado”.
¿La pérdida de un solo columnista pone en riesgo la pluralidad del periódico? Javier Rodríguez Marcos, subdirector de Opinión, defiende que no. Aunque reconoce el peso de Savater, recuerda que hay otros articulistas “que no están con la línea editorial sistemáticamente”. Entre ellos, cita a Juan Luis Cebrián, al mismo Gascón, a Ana Iris Simón o Ignacio Peyró. También menciona a Sergio del Molino, Víctor Lapuente o Najat El Hachmi, quienes escriben con visiones distintas a la del periódico sobre temas que no son solo de política.
Tampoco se puede obviar que, en un contexto de gran tensión, se ha hecho un esfuerzo para ofrecer un análisis plural sobre la ley de amnistía. Al menos una docena de tribunas han vapuleado la norma más polémica que se debate esta legislatura. Los textos de Tomás de la Quadra-Salcedo, Adela Cortina, José Luis Pardo, Javier Cercas o Ana Carmona, entre otros, rebaten los reproches de falta de pluralidad en la opinión que hacen algunos lectores.
Con la marcha de Savater se cierra una etapa y como siempre que una firma sale del periódico, la despedida no es alegre. Pero los lectores sabrán apreciar la trasparencia con la que EL PAÍS explica las decisiones internas, introspección inédita en la mayoría de los medios españoles. Queda una duda que solo el tiempo dirá y curiosamente ningún lector ha planteado: ¿habrá ahora alguien que escriba del Derby?
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.