‘El otro mundo’, el cómic que retrata las misiones pedagógicas que intentaron cambiar la España rural
Enrique Bonet y Joaquín López Cruces narran y dibujan el intento de la Segunda República de alfabetizar la España campesina de hace un siglo


La cultura, hace un siglo, era en España un artefacto urbano. Leer, escuchar música o ver cine eran quehaceres disponibles solo para algunos privilegiados de ciudad. Más allá, en campos y sierras, la atención recaía en los animales y en la tierra. En sobrevivir. Pero Manuel Bartolomé Cossío, alumno y luego director de la Institución Libre de Enseñanza, soñó un proyecto para llevar educación y cultura a esos eriales de estricta supervivencia. La Segunda República, con Niceto Alcalá Zamora al frente, le compró el sueño y lo puso en pie en mayo de 1931, fecha de nacimiento de las Misiones Pedagógicas.
En Granada, una de esas misiones visitó nueve pueblos de la Alpujarra profunda en la segunda quincena de julio del 1933. El otro mundo (Astiberri Ediciones), una novela gráfica con guion de Enrique Bonet y dibujos de Joaquín López Cruces, imagina cómo fue aquella misión. Sus páginas recrean una mezcla de realidad y ficción que retrata el choque que existía entre la gente de ciudad y la del campo, entre la cultura y la religión y, también, entre la realidad y la magia.
Hace cinco años que Bonet —dibujante de tebeos y comics, además de guionista— inició este proyecto. Le daba vueltas a dibujar algo “ambientado en el mundo rural y que incluyera elementos mágicos”. En su búsqueda se topó con unas imágenes en blanco y negro, “de unos señoritos montados en burro, cargado de bártulos y andando entre el barro”, recuerda. Era Estampas 1932, un documental del cineasta granadino José Val del Omar sobre las Misiones Pedagógicas. Sintió una “extraña fascinación por esas imágenes” y, en ese momento, El otro mundo comenzó a fraguarse.
Recuerda Bonet que él, “como le pasa a mucha gente, confundía las misiones con la Barraca”, el teatro universitario de Lorca que tuvo una inspiración y objetivos similares. Guionista y dibujante se pusieron en marcha. El catálogo de la exposición Las Misiones Pedagógicas 1931-1936 que puso en pie la Residencia de Estudiantes en el 75 aniversario de las misiones, en 2006, ha sido, reconocen ambos, una fuente fundamental para su novela gráfica. A la hora de arrancar la historia, Bonet optó por un cómic de trasfondo real y personajes y localizaciones ficticias, aunque el escenario general, las Alpujarras, y algún personaje aquí y allá protagonizaron la historia.

El trasfondo, lo que ocurre y por qué ocurre es totalmente real. El lector se encuentra ante una “historia de ficción que es realmente una crónica real de las misiones”, explica Bonet. “Es el marco de una historia. Acompañamos durante tres días a las misiones, a los misioneros, y ya eso te da bastante información” sobre las misiones, apostilla López Cruces. Es él quien ha tomado la decisión final del color de esta novela gráfica, “una paleta cromática reducida, no hay más de diez tonos”, aclara el dibujante, cuya idea original era hacerlo en blanco y negro hasta que la historia le fue obligando a añadir colores. Un caso especial es el del rojo, que identifica a los tres personajes femeninos protagonistas y ayuda al lector a entender que su papel es diferente al resto.

La misión que recorrió la Alpujarra, y probablemente todas las que recorrieron España hasta su desmantelamiento total tras la Guerra Civil, no fue un paseo triunfal pueblo a pueblo. Al contrario, la gente del campo era poco dada a las novedades foráneas; más aún si, como era el caso, no tenían la bendición de la autoridad eclesiástica.
Uno de los pocos personajes reales de El otro mundo es el padre Hitos. Al principio de la historia Hitos, en su burro, se encuentra en el camino a los misioneros y no puede reprimirse: “¡Esa curiosa misión en la que la palabra de Dios no tiene cabida!”. Más adelante, el cura da su versión de la misión de unos y otros: “Por eso mi misión es tan importante y la suya tan peligrosa”, les dice a los que vienen con libros, cine y música. Antes, uno de los misioneros ya le ha recordado que “nuestros guías espirituales son Homero, Cervantes, Machado, Bach, Falla”.
A propósito de autores: cada misión entregaba un centenar de libros a la escuela local. Otra cosa es lo que el maestro quisiera luego hacer con ellos. También llevaban teatro “de fantoches”, de marionetas, música y cine. En El otro mundo, el encargado del cine es Val del Omar, quien, efectivamente, estuvo allí e hizo aquello. Cineasta vanguardista, su amigo García Lorca lo colocó en las misiones como fotógrafo, documentalista y proyeccionista.
Pero los niños son los auténticos protagonistas de la historia y, probablemente los que mejor recibieron a estas misiones, acuerdan guionista y dibujante. Todos los testimonios, dicen, “hablan de los niños como los grandes aliados de las misiones. Por eso en nuestra historia los convertimos en protagonistas”. Estas incursiones culturales, por otro lado, solían ir de menos a más. “El primer día a lo mejor no iba nadie, luego se iba corriendo la voz y con la curiosidad iba apareciendo más gente”, dice Enrique Bonet.

Joaquín López Cruces dibuja historietas y ha compartido ilustración y dibujo gráfico desde hace más de 40 años. Su tarea no ha sido dibujar específicamente, sino dar vida a los personajes en su camino por la Alpujarra. “Me interesa mucho algo de lo que se habla en el cine pero no en el cómic: la dirección de actores. Los personajes han de saber interpretar su papel. La postura de cada uno es fundamental para transmitir sentimientos. Hay veces que repito y repito hasta que encuentro la actitud perfecta”. López Cruces, como Bonet, reconoce que el cómic no es exactamente un medio de lectura descuidada, sino que pide cierta concentración: “Exige cierta intervención o esfuerzo del lector. Hay gente que no sabe leer tebeos porque no tienen esa costumbre y les cuesta interpretar”, concluye López Cruces.

Pero no todo es dibujo en esta novela. En su parte final, Enrique Bonet escribe sobre las misiones y algunos de sus personajes principales en Granada. Y López Cruces regala al final su “cuaderno de campo”, varias páginas de pruebas de sus personajes y viñetas. Y ahora, igual que los misioneros recorrieron los pueblos de España, El otro mundo pide pista para volar y llegar a los lectores. Los autores lo presentan en Granada (Palacio de La Madraza) el viernes 26 de septiembre. El 17 de octubre lo harán en Madrid, luego Almería, el Salón del comic de Zaragoza en diciembre y otras paradas que vendrán.
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