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Las nuevas juergas del Candela: el templo del flamenco madrileño quiere unir palmas con DJ

La reapertura del histórico bar, remozado bajo una nueva dirección, y un libro del periodista Jacobo Rivero, le devuelven a la primera línea del ocio nocturno

El periodista Jacobo Rivero, el cantaor Javier Ochando 'El Cuchillero' y la tocaora Antonia Jiménez interpretando una malagueña durante la presentación del libro 'Candela. Memoria social de un Madrid flamenco', de Rivero, el 29 de enero de 2024.
El periodista Jacobo Rivero, el cantaor Javier Ochando 'El Cuchillero' y la tocaora Antonia Jiménez interpretando una malagueña durante la presentación del libro 'Candela. Memoria social de un Madrid flamenco', de Rivero, el 29 de enero de 2024.Jaime Villanueva
Sergio C. Fanjul

Lo que pasaba en la cueva del Candela, se quedaba en la cueva del Candela. Las juergas flamencas podían alargarse hasta al amanecer. O hasta el mediodía. O hasta el mediodía de un día más tarde. O dos. El Candela fue un hito del flamenco nacional y del madrileño barrio de Lavapiés, acogiendo a la movida flamenca (pero no solo) en sus noches de farra. Por ahí pasaron Camarón de la Isla y Paco de Lucía, Enrique Morente y Pepe Habichuela, los Ketama y los Pata Negra, pero también Pedro Almodóvar, o Pina Bausch, o Chick Corea, o Miquel Barceló. La reapertura del bar, bajo una nueva dirección, y un libro del periodista Jacobo Rivera vuelven a poner al Candela en el candelero.

Esta es su última cronología: en 2008, su dueño, Miguel Aguilera, al que todo el mundo conocía como Miguel Candela, fue hallado muerto en la calle, cerca del bar. En 2022 el Candela cerró, con gran sobrecogimiento de flamencos y asiduos. Poco antes habían cerrado, afectados por la pandemia, otros lugares legendarios, como Casa Patas o el Café de Chinitas. Hace unas semanas el Candela reabrió en esta nueva encarnación que todavía está por definirse del todo. Y este miércoles allí se presentó el libro Candela. Memoria social de un Madrid flamenco (Altamarea), del periodista Jacobo Rivero, aficionado al flamenco, camaronero, a la par que agitador y conservador de la memoria del barrio.

“El Candela aglutinó el espíritu de Lavapiés: muy libre, muy abierto, donde podía pasar cualquier cosa”, dijo Rivero ante un bar abarrotado que mezclaba viejas glorias con nuevos interesados. El bar había sido inaugurado en 1982 por Miguel Candela y Pablo Tortosa (hijo de un vecino al que llamaban el Kilovatio, porque trabajaba en la empresa eléctrica) para ubicar la peña Chaquetón, ambos vinculados a Comisiones Obreras, donde surgió su amistad (por eso la primera puesta en sociedad del libro fue en su sede). Rivero se asomó por primera vez en 1989, siendo un punki quinceañero cuando, con unos colegas, entraron por casualidad a tomar algo y se sintieron muy acogidos. En su libro Rivero visibiliza las relaciones del Candela, además de con el flamenco, con el barrio, con las últimas aves nocturnas, con los movimientos sociales y los centros sociales okupados que florecieron en esta zona.

El periodista Jacobo Rivero posa en el Candela.
El periodista Jacobo Rivero posa en el Candela. Jaime Villanueva

El bar ha sido reabierto por una variopinta sociedad (de la que forman parte el actor Unax Ugalde, el productor cinematográfico Enrique Lavigne o el empresario nocturno Eduardo Dabán, entre otros) que desembarca desde el barrio de Malasaña, vinculada a locales de moda como el Club Malasaña, el Lucky Dragon o el ChinChín. “Esos lugares son puntos de encuentro de artistas, creativos, actores, diseñadores de moda, etc”, explica otro de los socios, Andrés Sánchez-Ocaña, el artista conocido como Misterpiro. “Aquí hubo otro proyecto, hacer algo diferente al Candela, pero afortunadamente no salió”, añade.

Aquí desean perseverar las esencias flamencas, aunque modernizadas. Esa modernización conlleva que el nuevo Candela se parezca más a los otros bares modernos que hay en el mundo (curiosamente, en esta época, la modernización lleva cierta dosis de homogenización), aunque su raigambre siga siendo fuerte. Muchos de los pósteres que decoraban el viejo Candela permanecen, así como las sillas de enea, las mesas, el suelo azulejado o la pasión por el flamenco. El espacio parece más pequeño, pero no porque hayamos crecido, sino porque ha perdido 80 centímetros de techo y 30 de pared, debido a las necesarias reformas de insonorización y climatización.

Flamenco contemporáneo

La cueva, escaleras abajo, sigue exactamente igual y así se va a quedar: “Vimos la emoción de la gente que había tocado y crecido aquí, con los pelos de punta, y decidimos que tenía que permanecer como estaba”, dice Misterpiro. Desde la flamante mesa de DJ se pinchará flamenco, pero también mezclado con otras expresiones contemporáneas como la electrónica o lo latino. De comer habrá encurtidos, guisos y pequeños platos tradicionales, una vez más, con un punto contemporáneo. De la luz total del Candela original, un poco tristona, se ha pasado a cierta penumbra, de la que se lleva ahora. “Queremos que lo que persista es la manera de hacer las cosas y que sea un punto de encuentro”, dice el socio. Por eso han organizado una programación de músicos flamencos contemporáneos, en laborables, muchas veces asociados a nuevas tendencias. Suenan nombres como Yerai Cortés, Paco Soto, José del Curro, La Plazuela. “Hay mucha demanda de flamenco”, añade. C. Tangana ya ha estado por allí.

Entrada al Candela, este miércoles.
Entrada al Candela, este miércoles.Jaime Villanueva

Rivero recordó que en este barrio tan olvidado por las autoridades (tanto que en la plaza de Cabestreros una fuente dedicada a la República sobrevivió a cuatro décadas de dictadura) surgieron figuras flamencas como Ramón Montoya o El Cigala, habitaron otras como Sabicas, y que el Candela, no muy lejos de la célebre escuela Amor de Dios, supo atraer el flamenco que campaba por zonas cercanas como el Rastro y la plaza Vara del Rey. “A pesar de ese olvido institucional, se consumía mucha cultura en las corralas”, recordó Rivero, “en su momento casi todos los bares fueron flamencos: está en el ADN del barrio”.

Su libro, basado en múltiples entrevistas, recopila ocho historias por las que pululan los citados fundadores y otras figuras flamencas como La Tati, Estrella Morente, Israel Fernández, Josemi Carmona, Paquete o Mario Pacheco, fundador de la discográfica Nuevos Medios. O las noches flamencas del centro social okupado Minuesa, porque uno de los puntos fuertes de la narración son las conexiones del flamenco con el punk y los movimientos alternativos, que el autor también ha transitado largamente. O un montón de bares legendarios, desaparecidos o no, como Bodegas Alfaro, Bodegas Lo Máximo, el club Katmandú, el Juglar o la Lupe, porque este libro es, también, en cierta manera, un homenaje a esos bares con personalidad, que hacen historia y que ahora escasean.

El sarao terminó con una sentida malagueña, con Javier Ochando el Cuchillero al cante y Antonia Jiménez al toque, recordando los viejos tiempos del Candela que ojalá también sean los nuevos.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
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