El ‘caso Boualem Sansal’, el escritor detenido en Argelia que ha pagado el precio de la libertad de expresión
Kamel Daoud, premio Goncourt, sostiene que el régimen argelino “le mantiene como rehén” del conflicto entre París y Argel
El novelista francoargelino Boualem Sansal, de 75 años, uno de los escritores más importantes, traducidos y leídos en lengua francesa, premio de la Paz de los Libreros Alemanes y premio de Novela de la Academia francesa, lleva mes y medio encarcelado en Argelia, después de haber sido detenido a su llegada al aeropuerto de Argel el pasado 16 de noviembre. Ha sido trasladado en diciembre al pabellón penitenciario del hospital Mustafá de la capital argelina y se encuentra a la espera de que un juez decida un recurso contra su detención, según explica desde París su abogado, François Zimeray. Las acusaciones contra él, “ataque a la seguridad del Estado”, son gravísimas y pueden acarrear penas muy elevadas si finalmente es procesado.
El presidente argelino, Abdelmadjid Tebún, se refirió por primera vez este domingo a la detención del autor de El juramento de los bárbaros (Alianza), La aldea del alemán (El Aleph) o 2084: el fin del mundo (Seix Barral), al que calificó de “impostor” enviado por Francia, según el portal digital TSA. “Mandáis a un impostor que no sabe quién es, no sabe quién es su padre, y luego viene y dice que la mitad de Argelia pertenece a otro Estado”, señaló el presidente, que fue reelegido en septiembre con el 95% de los votos entre acusaciones de fraude masivo. La detención de Sansal se enmarca dentro de un creciente conflicto diplomático entre Francia y Argelia: en julio, Argel retiró su embajador en París cuando el presidente Emmanuel Macron mostró su apoyo al plan marroquí para el Sáhara Occidental.
El caso ha estado teñido por la opacidad desde la detención de Sansal en Argel, que solo fue comunicada después de varios días, cuando su familia y su editorial francesa, Gallimard, habían dado la voz de alarma sobre su desaparición. Fue la revista Marianne la que reveló su detención cuando casi había pasado una semana sin noticias. El abogado François Zimeray explica por videoconferencia lo que saben hasta el momento: “Parece que lo que le reprochan son sus escritos, sobre la historia argelina y la historia del territorio del oeste de Argelia que, según Sansal, perteneció a Marruecos en el pasado, en los siglos XVIII y XIX. Para Argelia entra dentro del artículo 87 bis del Código Penal, que se refiere a los ataques a la seguridad del Estado. Es un artículo en el que encontramos de todo, porque reprime incluso el terrorismo. Hay que leerlo para darnos cuenta de que hasta qué punto es absurdo”.
“Me inscribo en el marco jurídico propuesto por Argelia”, explica el abogado sobre la situación actual del escritor. “Las iniciativas políticas no tienen ningún efecto en este momento, porque la relación francoargelina no es buena y el canal del diálogo no está abierto. Sansal es el cabeza de turco de esta mala relación. Tenemos que combatir con los abogados argelinos según las armas del derecho argelino”.
Ni su pasaporte francés ni su prestigio internacional, que le convierte en un posible candidato al Premio Nobel, le han librado de unas acusaciones gravísimas. “Boualem Sansal no es francés ni argelino”, explica su abogado. “Es universal porque encarna los valores de todos los que defienden la libertad de expresión”. Movilizados por el escritor francoargelino Kamel Daoud, que acaba de ganar el premio Goncourt con Houris (que publicará en castellano Cabaret Voltaire), cuatro premios Nobel —Annie Ernaux, Jean-Marie Gustave Le Clézio, Orhan Pamuk y Wole Soyinka— y una larga lista de escritores de todo el mundo —Salman Rushdie, Peter Sloterdjik, Andreï Kourkov, Roberto Saviano, Alaa al-Aswany, Giuliano da Empoli, Sylvain Tesson, Leïla Slimani, entre muchos otros— han firmado un manifiesto en el que piden su liberación.
Kamel Daoud, que a su vez ha sufrido también el acoso del régimen argelino de forma especialmente intensa desde que ganó el Goncourt, no se muestra optimista. En unas declaraciones por correo electrónico, sostiene: “El encarcelamiento de Sansal sirve a la propaganda del régimen en su imaginaria y delirante guerra contra Francia. Su caso ocupa las mentes en Argelia y enmascara el terrible vacío cultural y político que reina en el país. Además, cuanta más presión internacional se ejerce para liberarlo, más se alimentan las teorías conspirativas en Argelia. Pero debemos seguir movilizados. El olvido es la peor condena. El régimen lo conservará como rehén, como símbolo que atemoriza a otros intelectuales argelinos, como premio en la guerra imaginaria contra Francia y Occidente. Aunque espero equivocarme”.
“En Argelia existe desde hace tiempo una ofensiva contra las libertades en general y las libertades editoriales en particular, pero el resto del mundo no era consciente de ello”, explica Daoud. “Han hecho falta los ataques contra mi persona y el encarcelamiento de Sansal en particular para que el mundo despierte ante la dictadura argelina y sus prácticas. Los islamistas argelinos ejercen un terrible terrorismo editorial, llevando a cabo amplias campañas de desprestigio contra los escritores: Sansal, yo mismo, pero también otros escritores en árabe que ahora se esconden. Las librerías se cierran progresivamente y los editores son objeto de amenazas y acoso policial. Este es el papel del régimen. Para él, los escritores, especialmente los francófonos, son traidores al nacionalismo y a las rentas generadas por la memoria de la descolonización. Son disidentes y personas libres. Por eso, el régimen los empuja al exilio o al silencio”, continúa el escritor.
La vida, y la obra, de Boualem Sansal, de madre argelina y padre marroquí, naturalizado francés en 2024, ha estado marcada por la independencia de Argelia, la guerra civil y la represión política en su país. Nacido en 1949 en Theniet el Had, en el centro del país —“junto al bosque de cedros más grande del mundo”, precisa la biografía que acompaña la edición de sus novelas en la colección Quarto de Gallimard—, estudió ingeniería y trabajó como alto funcionario durante una gran parte de su vida.
La guerra civil argelina entre las milicias salafistas del GIA y el Ejército, durante la que se calcula que murieron 200.000 personas, le convirtió en escritor. Vivía en Boumerdes, a 50 kilómetros de Argel, una de las zonas más golpeadas por los combates y las matanzas. Escribió en las interminables noches de la guerra El juramento de los bárbaros, una novela negra donde un policía resabiado acaba denunciando la corrupción y el fanatismo religioso. “Los hombres mueren como moscas, la tierra les engulle, nada tiene sentido”, escribe en el primer párrafo de esa novela sobrecogedora sobre la violencia.
La mandó por correo a Gallimard sin muchas esperanzas, pero la gran editorial francesa le envió de vuelta un contrato casi inmediatamente. El libro se convirtió en un éxito, fue finalista de los principales galardones de la temporada y ganó el premio a la mejor primera novela. No quiso firmar con seudónimo, aunque su vida estaba en peligro. Como le describió Ignacio Cembrero en una entrevista para Babelia en París, “en pocos años pasó de ser un alto funcionario trajeado y encorbatado a un novelista consagrado de melena gris y ropa vaquera”.
Poco a poco fue forjando una obra sólida y desafiante, enfrentándose a la vez a los islamistas y al viejo poder argelino. En otra entrevista con EL PAÍS, cuando le dieron el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, le explicó a Carles Geli que no tenía la intención de callarse: “Es como la famosa frase de mi amigo ya fallecido Rachid Mimouni: ‘Si hablas, mueres; si no hablas, también mueres; entonces, habla y muere’. Nadie sabe quién la dijo, pero se recita hoy desde Marruecos hasta Egipto; esa es la fuerza”. Actualmente, desde que fue naturalizado por el presidente Macron, tenía la intención de instalarse en Francia de forma permanente.
“Sansal, junto con otros escritores argelinos francófonos de renombre, es un símbolo de traición”, señala Daoud, de 54 años, que antes de convertirse en escritor con el éxito de Meursault, caso revisado (Almuzara), fue uno de los periodistas más reconocidos y mejor informados de su país. “Si eres un escritor leído y conocido en todo el mundo, estás exponiendo las contradicciones de Argelia al mundo, y el régimen no quiere eso. Este éxito se pagará caro en cada ocasión. El día que recibí el Premio Goncourt, el 4 de noviembre, supe que lo iba a pagar, yo y mi familia. ‘El exilio es necesario para la verdad’, escribió Camus. Pero no protege contra los ataques y el acoso”, añade.
El abogado François Zimeray espera que todo acabe con el sobreseimiento del caso, mientras aumenta el número de autores que se suman al comité que pide la liberación de Sansal —ya van mil—. “No es un problema con Francia, sino con todos los que defienden la libertad de expresión en el mundo”, señala. “Son acusaciones muy graves, pero no puedo entender cómo una persona, con sus escritos, que ni siquiera han sido publicados en Argelia, puede poner en peligro la seguridad de 45 millones de habitantes. Es absurdo”.
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