Argelia retoma las prácticas fraudulentas de la era de partido único con la aplastante reelección de Tebún
Las cifras oficiales de participación son tan contradictorias que hasta el propio presidente las ha cuestionado junto con los candidatos de la oposición
Argelia ha regresado a las prácticas fraudulentas en las urnas de la era de partido único (1962-1988) con la aplastante reelección del presidente Abdelmayid Tebún, de 78 años, con cerca del 95% de los sufragios en los comicios del sábado. La “falta de transparencia” denunciada por la oposición se ha visto reflejada en unas cifras oficiales de participación tan contradictorias que hasta los responsables de la campaña de Tebún las han cuestionado por su “vaguedad” en un inusual comunicado conjunto suscrito la noche del domingo por las tres candidaturas en liza en las presidenciales tras el anuncio de los resultados.
La Autoridad Nacional Independiente para las Elecciones (ANIE), un organismo de nueva planta que ejerce como junta electoral central, informó pasada la medianoche del sábado, cuatro horas después del cierre de los centros de votaciones, que la tasa de participación había alcanzado el 48% del censo, por encima de lo esperado tras el récord histórico de abstención que obtuvo Tebún en 2019 en su primera elección, que fue nueve puntos mayor.
Los observadores políticos en Argel mostraron su sorpresa ante un dato que era relativamente bueno para el presidente, quien había reclamado en los actos de campaña ver reforzada su legitimidad con una mayor afluencia de votantes a las urnas. Paradójicamente, tres horas antes del cierre de los colegios, la ANIE había informado de una tasa de participación del 26%, siete puntos menos que la de las anteriores presidenciales.
La autoridad electoral no ha vuelto a difundir nuevos datos de participación, a la espera de que se proclamen esta semana los resultados definitivos. Se ha limitado a señalar que el 48% responde a la participación media en las provincias argelinas, sin aclarar el método de cálculo. Pero al proclamar en la tarde del domingo, 22 horas después del cierre de las urnas, la victoria de Tebún con el 95,65% de los votos, precisó que había recibido el apoyo de 5.329.253 papeletas entre las 5.630.196 emitidas, sobre un censo electoral de más de 24 millones de inscritos. Estas cifras implican una participación real del 23%, muy por debajo del 39% de las presidenciales de 2019.
“Situación incómoda y peligrosa”
“Estas irregularidades colocan al país en una situación incómoda y peligrosa”, ha advertido este lunes en una comparecencia pública el aspirante a la presidencia del Frente de Fuerzas Socialistas, Yucef Auchich, informa Efe. Oficialmente, recibió el 2,16% de los votos, pero su campaña ha exigido un recuento general, ya que considera que ha sumado muchos más sufragios. La misma petición ha sido formulada por el islamista Abdelali Hasani, candidato de Movimiento de la Sociedad por la Paz, quien ha recibido el 3,17% de los votos, ante las sospechas que despiertan en su partido los resultados oficiales. Hasani calificó el anuncio oficial de “mascarada” para encubrir un “fraude con cifras falsas”.
Los directores de campaña de los tres candidatos, incluido la del reelegido presidente Tebún, difundieron en la noche del domingo un comunicado conjunto sin precedentes en el que afirmaban que “las cifras anunciadas por el ANIE contradicen el contenido de las actas entregadas por las mesas electorales”. Las tres candidaturas han cuestionado los resultados electorales por su “ambigüedad, contradicciones y vaguedad en la tasa de participación”, así como “la ausencia de datos básicos”.
Resulta excepcional que en el régimen bajo tutela militar que controla Argelia desde la independencia, hace 62 años, y que supervisa sistemáticamente los comicios, se produzcan semejantes incoherencias en un proceso electoral. Las disensiones entre sectores militares que consideran a Tebún como un gobernante débil y otros mandos castrenses que le respaldan como única alternativa de poder viable parecen estar detrás del patente fiasco de comunicación de la ANIE.
Con estas elecciones, el régimen argelino pretendía haber enterrado la etapa de las revueltas populares del Hirak, que depusieron en 2019 al octogenario presidente Abdelaziz Buteflika cuando buscaba un nuevo mandato tras dos décadas en la presidencia. Su sucesor, Tebún, llegó al cargo con la promesa de aplicar las reformas democráticas exigidas por cientos de miles de manifestantes cada semana durante un año, pero bajo su mandato ha quedado aplastada casi toda forma de disidencia.
Nadie dudaba de que el mandatario saliente iba a resultar vencedor ante dos rivales sin peso, que solo aspiraban a marcar territorio en estos comicios, boicoteados por el resto de las fuerzas políticas no oficialistas, para las corrientes laica socialista e islamista conservadora ante las próximas legislativas. Sin embargo, el estrambótico anuncio de la tasa de participación ha ensombrecido la reelección de Tebún, de ahí que él mismo haya llegado a cuestionar los resultados oficiales, a pesar de formar parte del mismo aparato de poder que los ha gestionado. Cuando aspiraba a obtener un mayor respaldo en las urnas, tres de cada cuatro votantes han dado la espalda a su reelección. La abstención ha sido una vez más la única papeleta en manos de los argelinos para expresar su rechazo hacia los gobernantes.
El maná del gas y el petróleo
De perfil tecnócrata, varias veces ministro y exjefe de Gobierno, el reelegido presidente había contado con el reparto del maná de los ingresos del gas y el petróleo, que se han triplicado entre 2020 y 2022, para acallar el descontento social y ganar votos mediante de subvenciones directas a los ciudadanos, agobiados por una inflación del 7% y una tasa de desempleo del 13%.
En el plano internacional, bajo su mandato, Argelia ha perdido influencia frente a Marruecos en el contencioso del Sáhara Occidental, en el que España y Francia se ha alineado con las tesis de Rabat a favor de la autonomía de la antigua colonia española bajo su propia soberanía, mientras Argel sigue insistiendo en la independencia reclamada por el Frente Polisario.
Con mayorías electorales norcoreanas, manipulación descarada de los datos oficiales y la ley del silencio impuesta a los medios de comunicación locales en Argel, adonde las autoridades no han permitido viajar a periodistas europeos para cubrir las elecciones, todo apunta al retorno del país magrebí a un régimen de partido único no exento de contradicciones que le desestabilicen.
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