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Simón Casal, director de cine: “Las distopías nos preparan para no vernos desposeídos de soberanía”

El cineasta plantea en ‘Justicia artificial’ el horizonte de que las sentencias las resuelva un algoritmo

Casal, en A Coruña en agosto.
Casal, en A Coruña en agosto.VANESSA CASTELEIRO
Jesús Ruiz Mantilla

Imaginen que llega un tiempo en que un algoritmo dicta sentencias. Y que lo hubiéramos podido evitar mediante un referéndum… Es lo que plantea Simón Casal (A coruña, 40 años) en su tercera película, Justicia artificial, algo que ha provocado un debate social entre juristas que la han visto ya en cines. El cineasta gallego tira de distopía para advertirnos de un escenario en el que nuestros pleitos podrían ser resueltos mediante la Inteligencia Artificial con una especie de meiga techie (Alba Galocha) que quiere evitarlo y una jueza (Verónica Echegui) dispuesta a ayudarla.

Pregunta. Ya teníamos la justicia hecha unos zorros y ahora viene usted a meternos el miedo en el cuerpo con la Inteligencia Artificial en el asunto…

R. Sí, en fin, la justicia está en el punto de mira. La Inteligencia Artificial entrará, la cuestión es cómo y hasta qué punto. La película trata de alertar sobre eso. Pero es un debate y una decisión política. Por eso proponemos en la trama un referéndum.

P. Vistos algunos casos llevados por jueces, lo que estaría bien, ¿no es inteligencia, simplemente, a secas?

R. Claro y otro tipo de formación o acceso a la carrera.

P. ¿Cree que ese mundo se decanta hacia el elitismo?

R. Hay perfiles en la sociedad que no acceden a la carrera judicial, imagino que es un tema de clase.

La justicia debería ser más transparente y participativa. Lograrlo es una decisión política”

P. No todas las familias pueden mantener a un hijo mientras intenta sacar durante años una oposición así de dura. ¿Ahí ya encontramos un problema de clase?

R. Sí, pero, además, se da cierta endogamia de familias, algo tradicional que pasa de padres a hijos.

Simón Casal fotografiado en A Coruña, el 6 de agosto de 2024.
Simón Casal fotografiado en A Coruña, el 6 de agosto de 2024. VANESSA CASTELEIRO

P. Uno de los personajes de su película quiere abrir la justicia a la sociedad mediante la tecnología. También buscaban eso los gurús de Silicon Valley y mire qué Cristo han montado por no prever que las redes también las carga el diablo. ¿Dónde está el lado oscuro?

R. Surge cuando los inventos se van de las manos y se tuercen las buenas intenciones. Pero hay un montón de tareas que la IA podría resolver.

P. ¿Cuáles?

R. Todas aquellas que permitan agilizar y desatascar la justicia. Lo que no puede pasar es que la tecnología llegue a tomar decisiones que deben estar controladas por personas, como las sentencias, claramente. La parte puramente administrativa o de gestión puede recaer ahí, pero no en esos ámbitos donde la variedad de posibles resultados requiere conocimiento, experiencia y sensibilidad humana.

P. ¿Llegará a democratizarse la justicia en un sentido más amplio?

R. Debería ser más transparente y participativa. Llegar a eso es una decisión política, insisto. El sistema de instancias lo contempla, pero debería abrirse todavía más. En los últimos tiempos se han vivido avances que tienen que ver con nuevas sensibilidades. El tema de las clausulas bancarias y las preferentes influyó a la hora de disminuir el poder de los bancos. La lucha feminista y el hecho de que haya más mujeres en la judicatura ha hecho virar la sensibilidad hacia esos temas por un hecho meramente social.

P. Después de haber rodado un documental y un largo de ficción sobre el mismo tema, ¿quiere convertirse en un cineasta jurista?

R. ¡No! Me interesa la ficción política, las utopías y las distopías como escenarios creativos.

P. ¿Lo que anda ahora en medio entre utopía y distopía es la realidad?

R. Quizás el presente… Vivimos situaciones graves. Me gusta imaginar escenarios futuros para los que necesitamos tomar ahora decisiones que los eviten y pensar qué tipo de sociedad queremos.

Hay que dar valor a las armas de que disponemos… La democracia, por ejemplo”

P. ¿Las distopías son ese género que ha aproximado el tiempo de la ciencia ficción (eso que nos parecía inalcanzable) a la vuelta de la esquina?

R. Sí, es verdad.

P. ¡Pues produce una ansiedad del copón!

R. Creo que hay que hacer ese ejercicio por parte del cine, la literatura y el periodismo. Las distopías nos preparan para no vernos desposeídos de soberanía.

Simón Casal fotografiado en A Coruña, el 6 de agosto de 2024.
Simón Casal fotografiado en A Coruña, el 6 de agosto de 2024. VANESSA CASTELEIRO

P. La intención de los tecnólogos con buena causa a finales del siglo XX, ¿cambió en el XXI cuando se dieron cuenta de que eran un poder fáctico y se forraron?

R. Sí, y hoy andamos desvalidos. Si cada una de estas tecnologías entran cada vez más en nuestra vida con una forma de entender el mundo basada solo en un idioma, el inglés, ¿qué va a pasar con quienes hablamos otras lenguas, por ejemplo? Hay que dar valor a las armas de que disponemos… La democracia, por ejemplo, un arma muy valiosa para defendernos de todo eso.

P. Es usted tan gallego que en esta película le ha salido una meiga tecnológica capaz de hacer un conjuro con el que arreglar la justicia.

R. Pues sí, es verdad. No fue intencionado, pero es una interpretación correcta. Estuve tratando de relacionar el paganismo que existía en Galicia hace milenios y la IA. Todas esas creencias y deidades que habitaban la naturaleza hasta que llegó el cristianismo y lo resignificó. Pero no encontré nada que me sirviera. En fin…

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.
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