La revista anual ‘Matador’ publica su número Z, el último de una era que comenzó en 1995
La publicación concebida por el periodista Alberto Anaut cierra una etapa con un monográfico sobre los europeos y continuará con un proyecto en el que cada volumen será trazado por “un creador de categoría mundial”
Ninguna revista pone fecha a su defunción. Sin embargo, hay excepciones: Matador acaba de finalizar su andadura porque así estaba previsto desde el primer número, de finales de 1995. Fue entonces cuando el periodista y gestor cultural Alberto Anaut, fallecido el 10 de julio de 2023, lanzó el arriesgado proyecto editorial de un magacín anual de gran formato (30 por 40 centímetros), calidad de papel excelente, diseño atrevido, textos inéditos y grandes fotógrafos.
Con cada número dedicado a una letra del abecedario, ha llegado el último a las librerías y a sus suscriptores, el Z, sobre Europa y el complicado proceso de unión del Viejo Continente. Han transcurrido 28 años desde la A a la Z (se incluyó la CH, pero no la LL) en lo que ha sido “un campo de juego para las ideas y la estética de una generación”, escribe a los lectores en el volumen final Óscar Becerra, el director de La Fábrica, empresa cultural responsable de este proyecto. Pero, ¿cómo empezó todo y por qué?
El propio Anaut lo explicó en la carta a los lectores del número A, cuando anunció “una apuesta por la calidad frente a los productos masivos que se olvidan de las ideas”. También desde entonces ha acompañado a la revista un Cuaderno de Artista, realizado por un invitado estelar. En 1995 fue Eduardo Chillida, en 2023 ha sido Antonio López, que ha seleccionado 24 detalles, dibujos y pruebas de color sobre su proceso creativo.
“Alberto tenía experiencia en revistas y yo estaba haciendo El País de las Tentaciones, un suplemento [de este periódico] que tenía mucha libertad”, dice por teléfono el diseñador gráfico londinense Fernando Gutiérrez. “Los dos queríamos experimentar, yo había llegado a España con 27 años y había participado en el nuevo The Independent”. Como internet en los medios de comunicación españoles estaba casi en pañales, “las revistas eran muy importantes”. “Un día me dijo Alberto que quería hacer una anual, diferente, con pausa, y lo que él iba diciendo, yo lo visualizaba. Se trataba también de un producto que explicase el paso del siglo XX al XXI, un puente a un nuevo mundo”. Becerra añade también por teléfono que “era una publicación que quería provocar preguntas, no ir a lo evidente”.
¿Por qué el nombre de Matador? Anaut era aficionado a los toros, pero no fue esa la razón. “Significa el atrevimiento, era una metáfora de un riesgo editorial”, apunta Gutiérrez, quien agrega que en cada uno de los 11 números en que participó volcó su “pasión por la tipografía”. “Sinceramente, yo veía muy complicado llegar hasta el número 28, pero Alberto lideraba. Además, con cada cierre montaba una fiesta espectacular”, recuerda, divertido.
Para llegar a esa farra había que cocinar a fuego lento la revista durante 12 meses. Lo explica Becerra: “Los dos primeros meses del año, Alberto estaba pendiente de lo que flotaba en el ambiente, de ideas. Luego se acopiaba material hasta el verano. Después empezaba la lectura de textos y la edición del número. Era como el taller de un artesano. Finalmente, imprimirla y encuadernarla llevaba un mes, para poder salir en diciembre”. En Matador se han sucedido como temas principales el Mediterráneo, los sueños, el caos, el miedo… Llegaron también monográficos sobre creadores, como Miquel Barceló o Ferran Adrià.
La idea de acabar este camino con un volumen sobre los europeos se debe a que Matador ha querido “ir siempre a contracorriente”, subraya Becerra. “Porque estamos en un momento en que se ha perdido la perspectiva de lo que Europa ha aportado a la humanidad”. Es un número que también cierra el círculo de la propia revista. La foto de portada es la mano de un pelotari, hecha por Luis de las Alas; un guiño al volumen A, que salió con la imagen del puño de un boxeador, tomada por Jimmy Fox, editor de Magnum.
En esta última entrega hay delicatessen, como una selección de imágenes del mítico fotoensayo Los europeos, de Henri Cartier-Bresson, acompañado de un texto sobre el francés del escritor y amante de la fotografía Antonio Muñoz Molina. Además, los trabajos que en esa línea continuaron Bruno Barbey (Los italianos), en el que retrató los contrastes de su país a comienzos de los sesenta. Por su Leica pasaron aristócratas, mendigos, prostitutas, mafiosos... Y el suizo René Burri, con Los alemanes, una radiografía de las heridas de la Segunda Guerra Mundial en Alemania. De España se han elegido imágenes de los cincuenta y sesenta de Ramón Masats, que mostró un país en apertura con su habitual irónica y crítica mirada.
Asimismo, hay muestras de proyectos contemporáneos, como el de la neerlandesa Rineke Dijkstra con Almerisa, el nombre de una niña que huyó con su familia de la guerra de Bosnia en 1994 y a la que fotografió durante años. Es un precioso estudio sobre el paso del tiempo. O el de Peter Granser, titulado Alzhéimer, sobre personas con esta enfermedad en un centro de Stuttgart (Alemania), en 2001. Una visión conmovedora, plena de delicadeza.
En la sección Desideratum, que en cada número ha resumido la idea principal, escribe el dramaturgo Juan Mayorga sobre “la travesía por el Mediterráneo de un insomne en quien resuenan las voces de la historia de Europa y su deriva”. Igualmente, destaca el texto del ensayista y periodista polaco Adam Michnik, quien en El lenguaje no miente repasa personajes y hechos del siglo XX europeo. O un clásico, Stefan Zweig, con su análisis sobre las luces y sombras de Europa al filo del siglo XX, incluido en su obra El mundo de ayer. En otro registro se mueven la declaración del político francés Robert Schuman que se convirtió en texto fundacional de las Comunidades Europeas y el relato mitológico del rapto de Europa que narró el poeta pastoril Mosco de Siracusa hace 2.200 años.
Becerra adelanta que Matador no va a desaparecer, solo se transformará. “Sigue la revista con su nombre y cada año tendrá como invitado a un gran creador mundial al que pediremos que exponga sus intereses, sus referentes”. El que abrirá juego aún no se ha desvelado. Matador ha muerto, ¡viva Matador!
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