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Muere la fotógrafa Colita, la rebelde que retrató desde la ‘gauche divine’ a la miseria de las chabolas

Isabel Steva ha fallecido este domingo en Barcelona a los 83 años. Feminista y de izquierdas, renunció al premio Nacional por su desacuerdo con la política cultural del PP de Rajoy

La fotógrafa catalana Colita, en su exposición 'Colita Flamenco: Un viaje sin fin', en el Teatro Español en Madrid, en octubre de 2021.
La fotógrafa catalana Colita, en su exposición 'Colita Flamenco: Un viaje sin fin', en el Teatro Español en Madrid, en octubre de 2021.Jaime Villanueva
Manuel Morales

La fotógrafa Isabel Steva Hernández, conocida como Colita, ha fallecido la tarde de este domingo en Barcelona a los 83 años a causa de una peritonitis, han informado a EFE fuentes cercanas a la artista. Nacida en la capital catalana el 24 de agosto de 1940, Colita fue una gran figura del fotoperiodismo y de la vida cultural de Barcelona, ciudad de la que deja el retrato social de una época tan imprevisible y fascinante como la Transición. Colita fue conocida, sobre todo, por ser la autora de imágenes icónicas del mundo cultural que se reunía en la célebre discoteca Bocaccio, epicentro de la gauche divine, la alta burguesía: “Éramos jóvenes y nos queríamos divertir en una realidad que no era nada divertida”, decía. Sin embargo, más allá de ese glamur, mostró también la cara marginal de la ciudad catalana, como las chabolas del Somorrostro. En su amplio registro también hubo lugar para un paseo por los cementerios barceloneses en un libro que realizó al alimón con otra fotógrafa de su generación, Pilar Aymerich, en 1981.

El director de su archivo, Francesc Polop, ha declarado en un comunicado en Facebook este lunes que Colita falleció “sin sufrir y acompañada por sus seres queridos”. El funeral se oficiará el martes, en el tanatorio de Les Corts de Barcelona. Allí estará antes abierta la capilla ardiente. “La despediremos como ella quiso: con amor y con humor”, ha añadido. “Colita nos ha dejado, pero su legado, tan grande, brillante y generoso como ella, no morirá. Fue mi compromiso con ella”.

Colita era una mujer rebelde, con temperamento, que en una época en que no era nada fácil decirlo se declaraba feminista, de izquierdas y atea. Ese carácter se reflejaba en la fuerza de sus imágenes. No siguió la voluntad de su padre de que fuera farmacéutica, sino que hizo lo que le apetecía, como afirmaba hace dos años en una entrevista en El País Semanal. Llegó a la fotografía precisamente por una cámara que le regaló su progenitor cuando ella tenía 12 años. Su padre, un ingeniero afrancesado, fue quien le puso el apelativo de Colita: “Se suponía que yo había nacido debajo de una col, una fantasía muy francesa”, contaba ella. Su familia la envió un año a París, a estudiar a la Sorbona Lengua y Civilización francesa, pero aprovechó ese tiempo para recorrer el país en autoestop.

Colita aprendió la técnica de maestros como Oriol Maspons, que le presentó a Xavier Miserachs, con quien empezó como ayudante en 1961; también de Francesc Català-Roca y Leopoldo Pomés. Fue Miserachs quien la colocó para hacer la foto fija de la película Los Tarantos (1963). En el rodaje hizo amistad con la bailaora y cantaora Carmen Amaya. “Descubrí que lo que más le gustaba a la pija que era yo entonces era callejear y andar de juerga con los gitanos”. Con Amaya podía pasarse todo el día comiendo y bebiendo en casa de la artista flamenca. Esa pasión por el cante jondo, con retratos de sus figuras, la plasmó en 1975 en un libro con sus imágenes y textos de su amigo el poeta José Manuel Caballero Bonald, titulado Luces y sombras del flamenco, un tesoro publicado por Lumen en la célebre e irrepetible colección Palabra e Imagen.

La primera de sus 40 exposiciones, patrocinada por Bocaccio y el empresario y promotor cultural Oriol Regàs, apenas duró dos días al ser clausurada por la policía. Era una muestra de su visión social de la fotografía y de su ideología. Autora todoterreno, publicó una treintena larga de libros hasta que, a comienzos de este siglo, decidió colgar la cámara tras cuatro décadas de trabajo. Sin embargo, las movilizaciones del movimiento 15M en Barcelona, en 2011, la llevaron de nuevo a la calle. A lo largo de su trayectoria, su objetivo se fijó en espectáculos tan diferentes como los toros, aunque odiaba la tauromaquia, o el travestismo. Además, queda su trabajo en prensa, en revistas como Destino, Triunfo o Interviú, para las que retrató una singular etapa de cambios políticos, con sus protestas y manifestaciones. Uno de sus reportajes más conmovedores, a principios de los noventa, fue sobre enfermos de sida que, poco a poco, fueron falleciendo uno tras otro.

Y por supuesto están sus estupendos retratos de personajes como Gabriel García Márquez (con la famosa imagen de un ejemplar de Cien años de soledad abierto sobre su cabeza, un gesto que el escritor hizo cuando ella le dijo que ese libro era maravilloso), Mario Vargas Llosa, Salvador Dalí, Joan Miró, Orson Welles, Rafael Alberti, Ana María Matute, Carmen Amaya, Antonio Gades, Joan Manuel Serrat –hizo fotos para portadas de discos de la Nova Cançó– o los hermanos Terenci y Ana María Moix.

Colita, fotógrafa, en una foto de archivo.
Colita, fotógrafa, en una foto de archivo.Vicens Giménez

Y cómo no recordar una de sus imágenes favoritas, un retrato de un cerdo en una granja, en 1987, en la que el gorrino rebosaba felicidad. “Lo tenían solo para que comiera y cubriera a las hembras, así que era verdaderamente feliz”, dijo. El único género que, aseguraba, rechazaba hacer era la fotografía de moda.

Como Colita no tenía pelos en la lengua, incluyendo lo que no le gustaba del mundillo fotográfico, criticó el gusto por lo vintage, lo que, con retranca, definía como “roña, fotos mal tiradas y mal reveladas”. También lamentaba el escaso aprecio que las instituciones culturales españolas habían manifestado desde siempre por la fotografía. Fruto de su compromiso, rechazó el Premio Nacional de Fotografía en 2014, alegando que el entonces Ministerio de Cultura, Educación y Deporte era responsable de que la cultura en España se encontrara en una situación de “pena, vergüenza y dolor de corazón”. Colita dio las gracias al jurado, pero envió una misiva al ministerio en la que explicaba sus razones y en la que apuntaba: “De momento, sr. Wert, no me apetece salir con vd. en la foto”, en referencia al ministro, José Ignacio Wert.

Antes sí había recogido la Creu de Sant Jordi, aunque explicaba que ese galardón, el de más rango que concede la Generalitat de Cataluña, lo había aceptado porque lo entregaba Pasqual Maragall, un político por el que mostraba simpatía, y que lo hubiera rechazado si lo hubiese entregado Jordi Pujol. En 1998, el Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la Medalla al Mérito Artístico.

Otras distinciones con las que contaba eran, en 2012, la Medalla de Fomento de las Artes y del Diseño FAD, el prestigioso Premio Piedad Isla de fotografía, en 2013, que otorga la Diputación de Palencia; el Premio Internacional Terenci Moix o, en 2015, el Premio Bartolomé Ros, que el festival PHotoEspaña le concedió por su trayectoria. En 2021 sí aceptó del Ministerio de Cultura la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, ya con el Gobierno de Pedro Sánchez.

De 2015 es el documental que dirigió Ventura Pons centrado en su figura, Cola, Colita, Colassa (Oda a Barcelona), una idea surgida tras su rechazo del premio Nacional. En él contaba su vida, con la participación de amigas suyas como Teresa Gimpera, Maruja Torres, Pilar Aymerich, Rosa Regàs o Beatriz de Moura. En la película desgranaba, entre otras anécdotas, lo que hizo cuando murió Franco y que reflejaba su punto gamberro. Fue al Valle de los Caídos para retratar el entierro “disfrazada” de falangista con una gabardina a la que cosió una bandera española e iba haciendo el saludo fascista. Al fin y al cabo, como ella aseguraba: “Lo único que he hecho es lo que me ha dado la gana para pasármelo bien. La suerte es que me lo han permitido y encima me he ganado la vida”.

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Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.
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