Alucinar, bomba climática, crisis... Las palabras del año alrededor de un mundo que vive una época sombría
Distintas organizaciones, diccionarios y medios de comunicación eligen el vocablo que resume el año 2023 en diferentes países: muchos de ellos dan cuenta de las turbulencias históricas y no invitan al optimismo
Polarización ha sido la palabra del año en España, según la FundéuRAE. En la lista de candidatas también se encontraban guerra, fentanilo o amnistía. Una lista que más bien parece un escuetísimo análisis geopolítico de la actualidad reciente, la mínima expresión del anuario de un periódico, un poema. Pocas palabras pueden decir mucho.
España no es, ni de lejos, el único país en el que existe la tradición de elegir la palabra del año: chequeando estos vocablos podemos conocer algo más sobre su actualidad, sobre su estado de ánimo o sobre las diferencias y similitudes en su forma de ver el mundo. El resultado no es muy esperanzador: las palabras elegidas reflejan en muchos casos retos y conflictos preocupantes.
Por ejemplo, la palabra del año para la editorial estadounidense Merriam-Webster, famosa por su diccionario, es auténtico: experimentó un notorio aumento en las búsquedas en su diccionario en línea. Lo achacan a que vivimos en un mundo en el que las fronteras entre lo verdadero y lo falso cada vez son más borrosas. Ahí es donde cobra más importancia el concepto de autenticidad. Algunas de las acepciones que da el citado diccionario son “no falso ni imitación” o “fiel a la propia personalidad, espíritu o carácter”.
Algunas palabras consideradas, aunque finalmente desechadas, fueron deepfake (las imágenes y vídeos generados con IA para difundir noticias falsas, un concepto con cierta conexión inversa con auténtico) o rizz, que significa tener carisma, estilo, atractivo sexual, y que se ha popularizado entre los más jóvenes en las redes sociales. Esta última tuvo éxito en otra institución nada desdeñable: ha sido elegida como ganadora por Oxford University Press. También se consideró como candidata a distópico, por razones obvias a poco que uno lea la prensa. En la Bélgica francófona también tiran de futuros sombríos con la locución bomba climática, también por motivos evidentes, según han elegido los lectores del diario Le Soir y los espectadores de la televisión pública RTBF.
Otros diccionarios anglosajones han encumbrado palabras similares. Por ejemplo, IA (por inteligencia artificial) es la palabra del Collins Dictionary y alucinar es la de Dictionary.com y la de Cambrigde Dictionary. Ganadora por partida doble. En esta acepción alucinar tiene también relación con lo tecnológico: es la situación en la que una inteligencia artificial produce información falsa y se la presenta al usuario como cierta y factual. Las inteligencias artificiales alucinan: aunque parezca chispeante y novedoso, el término se utiliza en ciencias de la computación desde los años 70. Cualquier usuario de la aplicación ChatGPT habrá experimentado alguna de esas alucinaciones cuando la máquina, con toda seriedad, empieza a inventarse cosas.
‘Barbenheimer’ y ‘kitawaramba’
Hay otros puntos de vista particulares. Para el columnista del Financial Times Stephen Bush, la palabra del año no está relacionada con los peligros de la tecnología o los retos geopolíticos, sino con el fenómeno cinematográfico masivo que marcó 2023. Es Barbenheimer, el neologismo que unió los títulos, a priori inmiscibles, de Barbie y Oppenheimer, dos películas muy dispares, pero que aparecieron al mismo tiempo y al mismo tiempo coparon la conversación pública, consiguiendo gran éxito en taquilla en época de declive de las salas de cine.
C’est la hess es la expresión del año en Francia para el corresponsal de la agencia Associated Press (AP) John Leicester. Refleja el creciente multiculturalismo del país, porque proviene de una expresión árabe, es muy popular entre los jóvenes y significa “tener problemas” o “estar en la pobreza”. Algo así como tenerlo muy crudo. AP preguntó a sus corresponsales por la palabra del año en sus países de destino. Según resultó, la palabra del año en Kenia es kitawaramba, que se usa para advertir a los demás de que les puede ir mal por culpa de sus malas acciones. En Japón es zei, que significa impuestos, por el debate público en torno a este asunto, con el fin conseguir fondos para invertir en la defensa del país.
Bwa kwale se ha convertido este año en un grito de guerra contra las pandillas violentas en las calles de Haiti: la corean los vecinos cuando persiguen a los delincuentes. Trescientos de ellos han muerto linchados de esta manera, según Naciones Unidas. Ahora la expresión hasta da nombre a una hamburguesa. En Sudáfrica, kuningi denota la preocupación por varios sucesos que ocurren simultáneamente, y define de forma precisa el agobio existencial que sufre el ciudadano contemporáneo, asediado por tantos frentes.
‘Monsterbank’ y ‘krisenmodus’
La sonora monsterbank fue la palabra del año en la Suiza germanoparlante, según la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich. Hace referencia a la fusión de dos entidades bancarias (esa cosa tan suiza), UBS y Credit Suisse, que generó el temor a que ese “banco monstruo” pudiera generar más riesgos de los que solucionaba. Las medallas de plata y bronce también tienen su sonoridad: chatbot y ghosting. Todas son anglicismos. En la Suiza francófona la palabra fue escombro (en referencia a las guerras y los terremotos sufridos en 2023) y en la de lengua italiana, GPT. En Rusia la palabra del año pasado fue guerra, como no podía ser de otra manera, y la expresión del año operación militar especial, el eufemismo para la invasión de Ucrania utilizado por el Gobierno de Putin, según encontró el Centro para el desarrollo creativo de la lengua rusa. Este año la palabra es otra: la ubicua IA, inteligencia artificial.
Una de las palabras más comentadas ha sido la alemana: krisenmodus, que se puede traducir como “en modo crisis”, seleccionada por la Sociedad de la Lengua Alemana (GfdS). Según explica el sociólogo Helmut K. Anheier en EL PAÍS, tiene que ver con el fin de la percepción de que Alemania, apodada con frecuencia como la locomotora de Europa, siempre va bien. Un “cansancio y pesimismo” de la población ante la recesión “moderada pero persistente” y las perspectivas de un mal 2024, donde persista el alto precio de la vivienda y la energía, un sistema inmigratorio disfuncional o los malos resultados educativos. En segundo y tercer lugar quedaron antisemitismo e incapacidad para leer (leseunfähig). “Esta lista refleja la realidad”, aclaró Andrea Ewels, directora general de la GfdS, “y la realidad es actualmente sombría”.
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