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Un ‘hit’ musical clásico de tres siglos: ‘El Mesías’ de Handel vuelve a resucitar por Navidad

El oratorio barroco inglés, que trata del nacimiento, muerte y resurrección de Cristo, arrasa un año más en estas fechas con múltiples conciertos y una excelente nueva grabación

La Orquesta Filarmónica de Nueva York y el Coro Sinfónico de Westminster interpretan 'El mesías' de Handel el 18 de diciembre de 2002.
La Orquesta Filarmónica de Nueva York y el Coro Sinfónico de Westminster interpretan 'El mesías' de Handel el 18 de diciembre de 2002.Hiroyuki Ito (Getty Images)

Georg Friedrich Händel pretendió incluir en su popular Aleluya “todas las voces humanas, las claras y las oscuras, las viriles de hombres y las suaves de mujeres, ligarlas y superarlas, en rítmicos coros, ascendiendo y descendiendo como en una simbólica escala de Jacob”. Lo relata Stefan Zweig, en El Mesías de Händel (Casimiro), una miniatura histórica, escrita en 1937, que se incluyó después en Momentos estelares de la humanidad. Un coro de júbilo que celebra el triunfo de Cristo tras su muerte y resurrección, incluido en 1741 dentro de un oratorio vinculado con la Semana Santa, pero que ha terminado siendo uno de los principales atractivos musicales de los conciertos navideños en todo el mundo.

No está claro cuándo comenzó a asociarse esta composición de Händel con la Navidad. Pero los testimonios recopilados por Jonathan Keates, en su monografía Messiah: The Composition and Afterlife of Handel’s Masterpiece (Head of Zeus) parecen apuntar hacia Estados Unidos. A mediados del siglo XIX era habitual escuchar interpretaciones de El Mesías en auditorios de Nueva York, Boston y Chicago, cada 25 de diciembre. De hecho, desde 1993, se realiza además en una adaptación góspel, titulada Too Hot to Handel que acaba de presentarse en el Royal Albert Hall londinense. Un arreglo que reduce los solistas, añade saxofones, guitarra eléctrica, batería y órgano Hammond, y acorta la obra para terminar con el popular Aleluya, que se canta y baila con todo el auditorio en pie.

El Mesías nunca ha dejado de interpretarse desde su famoso estreno en Dublín, el 13 de abril de 1742, en el auditorio de Fishamble Street (hoy convertido en el moderno Handel’s Hotel). Y son muchos los mitos asociados con la obra y su popular coro en casi 300 años de historia. Un ejemplo es la particular costumbre de ponerse en pie para escuchar el Aleluya, que se adscribe al mismísimo rey Jorge II en varias crónicas. Pero también esas visiones divinas que tuvo el compositor mientras escribía este popular coro, que recoge Zweig en su ficción histórica, prácticamente la única referencia disponible en español sobre la obra. Un librito que la editorial Casimiro completa con unas páginas de la biografía de Romain Rolland y una versión recortada del libreto del oratorio.

Retrato de Georg Friedrich Händel, atribuido a Balthasar Denner.
Retrato de Georg Friedrich Händel, atribuido a Balthasar Denner. De Agostini/ Getty Images

La monografía en inglés de Keates es, por el contrario, la mejor introducción a El Mesías. Una historia cultural de la obra de Händel que integra las últimas investigaciones dentro de un relato sencillo y ameno. Lo comprobamos al leer el capítulo dedicado a Charles Jennens, el libretista de El Mesías y verdadero inspirador de la partitura de Händel, a partir de su exquisita selección de textos bíblicos. Elaborado con las aportaciones del libro de Ruth Smith, revela cómo Jennens concebía sus libretos desde un profundo conocimiento de la música de Händel, que coleccionaba con avidez. Pero también cómo reflejó sus obsesiones personales e ideas políticas jacobitas contra la dinastía reinante tanto en El Mesías como en los libretos de Saúl y Belshazzar.

Aparte de explicar la evolución de los oratorios de Händel o el frenético proceso compositivo de la obra en tres semanas de 1741, Keates aclara que la partitura de El Mesías nunca estuvo cerrada. A partir del autógrafo, conservado en la British Library, es posible deducir las múltiples variantes que introdujo el compositor desde el estreno, en 1742, hasta la última función que dirigió pocos días antes de su muerte, en 1759. Nunca dejó de hacer ajustes relacionados con las posibilidades de los cantantes, el coro y la orquesta. Lo comprobamos en la parte solista de contralto, ajustada en Dublín a las limitaciones de la actriz-cantante Susannah Cibber, o la de tenor, fortalecida para Thomas Lowe en el estreno londinense de 1743. Pero la obra no triunfó hasta 1749. Handel la dirigió en marzo de ese año, en el Covent Garden, con una orquesta algo más nutrida y grandes solistas como la soprano Giulia Frasi o la mezzo Caterina Galli.

En adelante, El Mesías se convirtió en un evento anual caritativo vinculado al Foundling Hospital de Londres. Para la primera interpretación, en mayo de 1750, Händel rehizo varios números de contralto para el castrado Gaetano Guadagni, famoso por estrenar el papel protagonista de Orfeo y Eurídice, de Gluck. De la función de 1754 conservamos todas las partes vocales e instrumentales y se ha convertido en la versión más habitual de la obra. Pero la muerte de Händel no interrumpió estas interpretaciones anuales, que crecieron en número y efectivos. Ya en 1784, se interpretó en la Abadía de Westminster con un coro de 257 cantores y una orquesta de 250 instrumentistas que incluía 16 fagots, 12 trompetas y 15 contrabajos. Y siguió creciendo en la época victoriana con interpretaciones que combinaban a coros de tres mil voces y orquestas de más de quinientos músicos en los festivales Handel del Crystal Palace.

George Bernard Shaw fue el primero en denunciar, en 1891, la “multitudinaria torpeza” de estas masivas interpretaciones. Y abogó por restaurar la obra con “un coro de veinte artistas capaces”. Nadie le hizo caso hasta 1950 en que John Tobin dirigió El Mesías con las mismas fuerzas que utilizaba Händel en el Foundling Hospital. La impresión que produjo escuchar la obra con cincuenta músicos se comparó con los resultados visuales de las pinturas que se habían limpiado y restaurado por entonces en la National Gallery. Fue la avanzadilla de un movimiento que se ha consolidado en las últimas cuatro décadas con interpretaciones históricamente informadas.

Nunca falta, junto a la avalancha de conciertos navideños de El Mesías, algún nuevo lanzamiento discográfico de la obra. Contamos con una pléyade de grabaciones que ya permiten escuchar la referida evolución de la partitura de Händel. Por ejemplo, el canónico registro de Christopher Hogwood al frente de The Academy Of Ancient Music (L’Oiseau-Lyre, 1980) utiliza la documentada versión de 1754. Pero John Butt y The Dunedin Consort ha reconstruido la versión del estreno dublinés, de 1742 (Linn Records, 2006). E incluso René Jacobs ha abordado con el Coro del Clare College y la Orquesta Barroca de Friburgo la versión de 1750 con las referidas alteraciones para el castrado Guadagni (Harmonia Mundi, 2011).

El veterano director estadounidense John Nelson, bien conocido por sus excelentes grabaciones de Berlioz, acaba de registrar su primer Mesías con más de 80 años. Un lanzamiento de Warner Classics en dos CD y un DVD realizado a partir de un concierto, en noviembre de 2022, en la emblemática catedral de Coventry, el lugar donde se estrenó el Réquiem de guerra, de Benjamin Britten. Un evento que Nelson introdujo con un mensaje de esperanza ante los múltiples conflictos bélicos del presente. Pero también una novedosa versión que incorpora todas las variantes de la obra de Händel, que pueden escucharse en ocho pistas con arias alternativas de 1741, 1743 y 1750, pues Nelson se decanta principalmente por las versiones de 1749 y 1754.

No obstante, lo más importante es su admirable interpretación al frente del excelente conjunto The English Concert fundado por Trevor Pinnock. El estadounidense equilibra los tempos, pule los planos sonoros y excava a nivel dramático en la partitura con asombrosa efectividad. Y dispone de cuatro solistas excepcionales que combinan voces especializadas con cantantes de ópera. Aunque canceló su participación la soprano Lisette Oropesa, escuchamos al baritenor belcantista Michael Spyres, que fascina desde el famoso Comfort ye my people (consolad a mi pueblo) inicial hasta el dueto final O death, where is thy sting? (¡oh muerte! ¿dónde está tu aguijón?) que canta con el contratenor Alex Potter. Y no falta el popular coro Aleluya como muestra de la calidad de una grabación que se incorpora a las principales referencias fonográficas de la obra de Handel, un año más convertida en el hit musical clásico de las navidades.


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