World Press Photo excluye de la portada de su catálogo la premiada como foto del año por su contenido “explícito”
La fundación del concurso de fotoperiodismo más importante justifica su decisión en que la elegida para la cubierta es más apropiada para un libro “que se vende en museos y librerías”
La cubierta del Libro del año 2023, publicado por el concurso World Press Photo, no muestra la que premió como Fotografía del año, como sucede habitualmente. La imagen ganadora, tomada por el ucranio Evgeniy Maloletka para la agencia Associated Press, recoge el traslado en camilla de Irina Kalinina, una mujer de 32 años, embarazada, que resultó herida en el bombardeo ruso del hospital de la ciudad ucrania de Mariúpol, el 9 de marzo de 2022. El bebé de Irina nació muerto y ella perdió la vida media hora después. Sin embargo, los responsables del certamen que reconoce el mejor fotoperiodismo a nivel mundial cada año decidieron que “era más apropiado ofrecer otra foto para la portada por ser un libro que estará expuesto en las tiendas de regalo de los museos y en las librerías”, responde por correo electrónico la directora ejecutiva de World Press Photo, Joumana El Zein Khoury.
Esa otra imagen, del iraní Ahmad Halabisaz, reconocida con una mención honorífica, retrata a una joven sentada en una plaza de Teherán que desafía la ley de Irán, ya que está vestida con ropa occidental. Por detrás de la muchacha pasa en ese momento un grupo de mujeres con chador negro de arriba abajo. La toma la realizó Halabisaz el 27 de diciembre de 2022.
El Zein Khoury dice que ambas fotos “documentan la injusticia” y “los riesgos afrontados por los autores y sus fotografiados”. “El trabajo de Maloletka es absolutamente importante y por eso fue premiado y figura de manera prominente en la exposición de 2023 que recorre el mundo”, a lo largo de 70 ciudades de 30 países. Sin embargo, la directora ejecutiva repite en su mensaje las palabras que están en la propia web del concurso para justificar la resolución: “Fue una decisión para mostrar nuestro respeto a las víctimas y nuestra ira contra la inhumana pérdida de vidas”. El único criterio, asegura, es “dar a conocer las imágenes de manera accesible para un público amplio e internacional”. World Press Photo es una fundación creada en 1955 en Ámsterdam, Países Bajos.
No es la primera vez que el concurso decide llevar en la cubierta de su libro una imagen diferente a la que, según su propio jurado, representa “el momento más señalado de la actualidad captada por fotógrafos de prensa”. Marika Cukrowski, organizadora de exposiciones de WPP a nivel internacional y comisaria de la cita de Madrid, declaró a este medio el día de la inauguración, el 1 de diciembre: “La decisión tomada forma parte de un cambio más amplio que se viene realizando en los últimos cinco años, que es no usar imágenes explícitas con fines comerciales ni en la promoción. Se eligen otras que tienen menos contenido violento explícito también para los carteles que anuncian la exposición en las ciudades”.
“Para nosotros es un debate más amplio sobre el papel del periodismo para no mostrar a la gente como víctimas, sino tener un enfoque más constructivo”, continúa Cukrowski, que añade: “La decisión, tomada conjuntamente por el jurado y la organización, se decidió muy pronto, casi inmediatamente después de que se eligiera la ganadora”. Además, afirma que ambos fotógrafos “entendieron y estuvieron de acuerdo” en este dictamen. La exposición de Madrid, con 160 imágenes de una treintena de fotógrafos, podrá verse hasta el 21 de diciembre en el espacio Larra-Laboratorio de periodismo.
El principal afectado de esta medida, cuando menos sorprendente, Maloletka, ha dicho por correo electrónico: “Vi la tapa del libro con la otra imagen cuando recibí el premio. La foto de Ahmad no tiene información sensible [en el sentido de que pueda herir sensibilidades], a diferencia de la mía. Probablemente por eso se tomó esta decisión”. Para él, su imagen de Irina provocó un debate y explicó “lo que Rusia estaba haciendo, destruir ciudades ucranias sin tener en cuenta las bajas, incluso aunque fueran niños”. La foto ilustra, asimismo, “un hecho que Rusia trató de ocultar y no pudo, y que la propaganda rusa intentó desacreditar con falsas acusaciones a los periodistas”.
Mientras que Ahmad Halabisaz, también por correo electrónico, explica que el fotoperiodismo actual “no trata solo de la guerra, la sangre y los desastres naturales”. De su foto señala que “arroja luz sobre los esfuerzos incansables de las mujeres iraníes en lucha por sus derechos en el siglo XXI”. Él hizo la toma “en un minuto, con riesgo y sin permiso”. Halabisaz cuenta que pasó “27 días en prisión [por cubrir las protestas en Teherán]”.
El fotoperiodista español Santi Palacios, que consiguió un segundo premio en el World Press Photo de 2017, muestra su desacuerdo con lo sucedido. “Es una señal más de lo que está pasando. Que haya tanta preocupación por no mostrar imágenes explícitas acaba maquillando el mundo visto desde el fotoperiodismo. Además, la imagen ganadora ya se vio por todos lados”. Palacios apunta la paradoja de que “cada vez se ven más imágenes duras en las redes, mientras al profesional se le ponen limitaciones. Cuando lo que hay que hacer es protegerlo”.
Palacios ha sido además en esta última edición miembro del jurado de la región de Europa. WPP convoca cuatro categorías para sus premios: Imágenes individuales, Reportajes gráficos, Proyectos a largo plazo y Formato abierto. Luego, seis jurados regionales (África, Asia, Europa, Norteamérica y Centroamérica, Sudamérica y Sudeste Asiático y Oceanía) eligen las que consideran mejores. El jurado final, que da las ganadoras, está formado por un miembro de cada uno de los regionales y un presidente global. No obstante, Palacios considera que se trata de “un tema complejo”. “Detrás de las decisiones hay buena intención y mucho trabajo para encontrar equilibrios entre las diferentes aristas”. ¿Cómo habría reaccionado si a él le hubiese sucedido lo que a Maloletka? “Me daría rabia, aunque la decisión del jurado pueda estar justificada”.
Sandra Balsells, fotoperiodista que fotografió las guerras que desintegraron la extinta Yugoslavia en los noventa, alertó de este cambio en la portada del catálogo durante la conferencia que pronunció en los Encuentros Fotográficos de Gijón, el pasado 25 de noviembre, donde abrió un debate entre el público sobre si la organización del premio se había autocensurado. Balsells, premio Ortega y Gasset de periodismo en 2006, declara a EL PAÍS que la foto ganadora “muestra la carnicería de esa guerra contra los civiles, pero es respetuosa”. Y se pregunta “si se habría adoptado la misma decisión si Irina hubiera sobrevivido”. En cualquier caso, considera que “hay algunas explicaciones de WPP” que no entiende. “Es extraño que si has sido valiente para apostar por una foto, luego se invisibilice no dándole la portada del catálogo”.
Otros años que la foto ganadora no fue portada
El libro que World Press Photo publica cada año con las mejores imágenes no puso en su portada la foto del año ya en 1974. La ganadora plasmaba la salida del presidente chileno Salvador Allende del palacio de La Moneda —con pistola y casco— durante el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Era de su compatriota Orlando Lagos y la publicó The New York Times. En 1983 pasó lo mismo con una imagen de la masacre de refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila (Beirut), durante la guerra de Líbano de 1982. Fue captada por el estadounidense Robin Moyer para la agencia Black Star. Tampoco acabó en la cubierta la vencedora de 1993, que mostraba a una somalí que portaba en brazos a su hijo, muerto de hambre, para enterrarlo en una fosa común. La tomó el estadounidense James Nachtwey, para la agencia Magnum. Son tres de los varios casos acaecidos, al que se suma el de 2023.
Babelia
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