El mundo en 2015 según World Press Photo
La exposición de los premios más famosos de fotoperiodismo llega a Madrid con predominio de instantáneas sobre refugiados
Cuando, dentro de unos años, alguien quiera acercarse a lo que ocurrió en 2015 en la Tierra, tendrá una buena forma de saberlo: mirando las 155 imágenes de la exposición World Press Photo, que hasta el 1 de noviembre se muestra en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). Con dominio de fotografías de migrantes desesperados en busca de un futuro y de la guerra de Siria, la muestra incluye la dura vida de los budistas en China a 4.000 metros de altura, los escombros del terremoto de Nepal de abril de 2015; las espectaculares fotos de la naturaleza: orangutanes amenazados de Borneo; o la plasticidad de la natación sincronizada o de un esquiador a punto de sufrir una caída.
La imagen ganadora del World Press Photo 2015 —el premio de fotoperiodismo más prestigioso— abre la muestra. El australiano Warren Richardson tomó, sin flash y de noche, para no alertar a la policía fronteriza, el momento en que un hombre pasa un bebé a través del agujero de una alambrada de espino a otra persona en la localidad de Röszke, entre Serbia y Hungría. Titulada Esperanza en una nueva vida, el jurado, que la premió el pasado febrero, cuando se fallaron los galardones, la definió como “clásica y atemporal” y que “desprende una fuerza enorme en su sencillez”.
Distinguida con el segundo premio en la categoría de Fotografías individuales, está la serie del brasileño Mauricio Lima que retrata el espanto de la guerra en Siria reflejado en los niños, heridos, o muertos, como la pequeña a la que su padre mira con pena mientras la sostiene, sentado, como si fuera una Piedad, tras un bombardeo en la ciudad de Douma, bastión de la oposición al régimen en la provincia de Damasco.
A la inauguración de la exposición acudió el pamplonés Daniel Ochoa de Olza (1978), fotoperiodista de la agencia Associated Press en España, que ganó el segundo premio en el apartado de Gente por su reportaje sobre Las Mayas, una fiesta que se celebra en mayo en la localidad madrileña de Colmenar de Viejo y en el barrio de Lavapiés de la capital para recibir la primavera. En esta celebración, niñas hieráticas posan, vestidas con blusa blanca, falda y mantón de Manila, en altares atestados de tomillo, romero, genistas... Ochoa, uno de los tres españoles premiados en esta edición, habló del contraste entre esas imágenes "coloridas y bonitas" y algunas de las que cuelgan en las paredes del COAM. Aunque Ochoa confiesa que de las exhibidas, la que le habría gustado hacer, por su amor a los animales, es la de una ballena jorobada y su cría nadando juntas en una isla de la costa mexicana del Pacífico.
Preguntado el reportero si las incesantes fotos de víctimas de la guerra siria y de los desplazados por media Europa no suponen una saturación, contestó que "si una foto de un niño muerto no nos afecta, es que estamos muertos nosotros". En su opinión, la misión de un fotógrafo es despertar de ese letargo a la gente.
Los otros dos españoles galardonados son: Sebastián Liste (tercer premio en la categoría de Vida cotidiana por su reportaje sobre los tiroteos policiales en las favelas de Río de Janeiro), y el trabajo Break in, de Mikel Aristegui, sobre el día a día de los niños en Camboya, distinguido en el apartado de Multimedias de larga duración.
Dos meses de selección
En representación de World Press Photo, organización sin ánimo de lucro con sede en Ámsterdam (Holanda), donde se fundó en 1955, y que apoya a los profesionales del fotoperiodismo, Erik de Krujif explicó que el proceso de selección dura unos dos meses y que en las dos últimas semanas, un jurado con 19 profesionales de todo el mundo contempla en una pantalla las imágenes recibidas. En esta edición fueron 82.951, de 5.775 fotógrafos de 128 países. Los 45 premios de las ocho categorías han recaído en 42 fotógrafos de 21 nacionalidades.
De Krujif se refirió al “difícil” proceso para comprobar que en las fotos recibidas no se han alterado los colores originales o que las modificaciones realizadas no han eliminado elementos de la imagen. En el código de conducta que deben cumplir los profesionales se destaca que “no pueden preparar un escenario” y que deben ser sinceros “en las explicaciones de cómo captaron su imagen”.
Una de las últimas series de este World Press Photo es de las que pellizcan el estómago. La fotógrafa Nancy Borowick retrató a sus padres, ambos enfermos de cáncer, que murieron, tras 34 años de matrimonio, ella el 7 de diciembre de 2013 y él un año después, el 6 de diciembre de 2014. Borowick documentó los últimos capítulos de sus vidas, imágenes repletas de ternura. Ante esa serie, Ochoa de Olza tira de algo de humor negro para relativizar nuestras vidas: "Alguien dijo que toda fotografía es la de un hombre muerto… y si no, al tiempo".
Una gira por 45 países
El World Press Photo, tras pasar por Sevilla, Lanzarote y ahora Madrid, recalará en Barcelona y Valencia. Su gira itinerante incluye un centenar de ciudades de 45 países y la media de personas que la contemplan es de 3,5 millones.
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