Aplausos del público, frialdad ‘abertzale’ para ‘No me llames Ternera’
El documental de Jordi Évole y Màrius Sánchez recibe la aprobación de los espectadores del festival de San Sebastián, mientras que líderes de Sortu consideran que el periodista “acorrala” al exdirigente etarra
Apagadas las luces de la sala del Kursaal 2, desalojados los últimos asientos, y aun con el eco de los aplausos de una sala con más de 600 personas, en un rincón del vestíbulo una familia se hace una foto de grupo con el fondo que se usa para retratar a los famosos que entran en las sesiones. Son una veintena de familiares de Francisco Ruiz, de 75 años, que cuando era un joven policía municipal en 1976 sobrevivió al atentado contra el alcalde de Galdakao perpetrado, entre otros, por Josu Urrutikoetxea, protagonista del documental No me llame Ternera que se acaba de proyectar. En el centro, Ruiz y, un poco ladeados, los codirectores, Jordi Évole y Màrius Sánchez. “Esta es una foto impresionante, de normalización, porque ellos se fueron sin nada, como apestados, tras sufrir el vacío de la sociedad vasca, y ahora posan en el Zinemaldia”, reflexiona Évole. Minutos antes, en un coloquio tras la proyección, había confesado que es “optimista patológico”, y que nunca pensó que se levantaría tal polvareda por su último trabajo. “Pensé que vivía en una sociedad madura”, decía. La foto, al final, confirma su esperanza. “Salgo más feliz de la proyección que al inicio del día”, cuenta.
Es el final de la promoción del documental, un filme que empezaron en 2020, en el que lograron sentar a Josu Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, a hablar con ellos en tres mañanas de mayo de 2022, y que acabaron tras entrevistar a Francisco Ruiz este mayo. Ruiz duerme estos días en el hotel María Cristina, y la noche del sábado recibió el estruendoso aplauso de una sala llena. “Que al menos se lleve esto como parte de resarcimiento por el dolor sufrido”, apunta el periodista.
En la misma sala, tras el coloquio, aparecen rostros conocidos de la sociedad vasca, como el expresidente del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra Jesús Eguiguren, que explica a EL PAÍS: “¿Qué siento tras el visionado? Pues me vuelve el dolor provocado durante tantos años por la violencia en Euskadi”. Eguiguren fue el encargado de negociar con Josu Ternera el proceso de paz de 2006. Cerca de él se abrazan Gorka Landáburu y Pilar Zabala Artano. El primero, veterano periodista, recibió un paquete bomba de ETA en su casa en 2001 que le provocó gravísimas heridas. La segunda es la hermana de José Ignacio Zabala, que junto a José Antonio Lasa fueron torturados y asesinados por miembros del GAL en 1983. Ambos felicitan a Évole por el filme, y Zabala apunta a este diario: “Que Urrutikoetxea justifique la violencia a estas alturas del siglo XXI muestra tristemente que nos queda mucho por resolver de los problemas provocados por las violencias generadas por todos los mandos en el siglo XX. No podemos olvidar a las víctimas de todos los lados”.
Al alcalde de San Sebastián y presidente del Zinemaldia, Eneko Goia (PNV), que pudo ver la película la semana pasada, le entristecía este sábado por la mañana el revuelo generado: “Con carácter previo, no defendí su retirada de la programación del festival y, una vez vista, considero que es bueno que se abra un debate en términos constructivos”. Y con respecto al contenido de No me llame Ternera, dice: “Me enfada la actitud cínica que mantiene Urrutikoetxea ante todos los asuntos que se plantean. No comparto la visión de que es una entrevista que blanquea a ETA, principalmente por el hecho de que la película empieza y termina con el testimonio de una víctima [de la organización terrorista]. La entrevista pone ante un espejo moral a Urrutikoetxea y cae por su propio peso lo que este defiende”. Esta es también la opinión de dos víctimas de ETA, Iñaki García Arrizabalaga y Josu Elespe, que han aceptado el ofrecimiento de la dirección del festival para ver el filme. Coinciden en que no hay blanqueamiento de ETA.
No me llames Ternera, que estará disponible en Netflix desde el 15 de diciembre, no ha tenido, sin embargo, una buena acogida en la izquierda abertzale. Uno de sus máximos dirigentes, Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu (el partido matriz de EH Bildu), ha lamentado que el entrevistado aparece “bastante acorralado” en un documental que “ofrece una mirada extremadamente parcial de lo que ha sido el conflicto político”, una visión “centrada exclusivamente en la violencia de ETA y sus consecuencias trágicas, pero en la que no tiene cabida la violencia del Estado y sus consecuencias igualmente trágicas”.
El diario en euskera Berria destacaba la entrevista que ha concedido recientemente al exjefe etarra en una localidad vascofrancesa, en la que este afirma que no está conforme con el resultado del filme. Este periódico destaca que el pase para la prensa discurrió el viernes con normalidad y terminó “sin aplausos”. Y remarca que Urrutikoetxea afirma en el documental que él “nunca ha matado a nadie” y “nunca ha sido un miembro de la dirección de ETA”, aunque pone de manifiesto que el entrevistado sí reconoce durante la conversación con Évole que cuando militó en la banda terrorista, durante cinco décadas, asumió la responsabilidad de la trayectoria de ETA.
Los dos primeros días del festival han transcurrido marcados por el ruido mediático que acompañaba el estreno del filme, con las entradas agotadas tanto para sus dos sesiones del sábado como las otras dos del domingo —además del pase de prensa del viernes—. Y tras el espectacular recibimiento de esa sala, un público que Évole y Sánchez definen como transversal, los responsables del filme salen relajados. Ruiz confesaba en este foro que después de abandonar el País Vasco, tuvo que vivir en un piso de Cáritas al volver a Ciudad Real con su esposa y sus cuatro hijas (su familia emigró a Bilbao cuando él cumplió ocho años). “Ahora tras su cariño a Francisco, me quedo mejor”, reflexiona Évole.
El día había empezado con la promoción de prensa, cuando Évole explicaba tras hacerse una foto su opinión sobre la imagen de Urrutikoetxea en la pantalla: “Es una persona superexpresiva, que hay muchas cosas que no se atreve a verbalizar... y con la gestualidad, con sus caras, da muchísima información”. O por qué no lo llama Josu Ternera, sino Josu Urrutikoetxea: “No suelo usar motes que no sean heredados por motivos familiares o no asumidos por quienes lo reciben”, que es lo que le echa en cara Josu Ternera al inicio de su charla. Por cierto, el exlíder de ETA ya ha visto el documental y no ha salido feliz del visionado.
A primera hora de la tarde, Évole disfrutó de un baño de masas por la calle, con múltiples peticiones de selfis. Justo después, en el encuentro con la prensa, los directores apuntaban: “Hoy se ve en las encuestas que los jóvenes de 20 a 25 años no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. Es una anomalía de este país que no sabe mirar a su pasado aunque duela. La historia duele, pero tenemos que decidir si queremos estar en la parte que canta ‘Que te vote Txapote’ o en la parte que sabe quién era Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco. Yo sé dónde quiero estar”. Por la noche, los dos cineastas, con mejor tono, disfrutan de los halagos de la audiencia, y del reconocimiento a Ruiz: “Me reconforta el cariño con Francisco en el sitio en el que le hubiera gustado quedarse. Eso es lo que nos llevamos”.
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