Una nueva generación de figuras de la guitarra flamenca recoge el testigo de los clásicos
Rafael Riqueni y Niño Josele rubrican en el Flamenco Festival de Londres que hay relevo tras la pérdida de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar
Niño Josele (Almería, 48 años) paró en seco tras la inesperada muerte de Paco de Lucía, en febrero de 2014. El guitarrista que estaba llamado a coger el testigo del genio de Algeciras había acompañado al maestro en su última gira hasta que, llegado el momento, le pidió marcharse para continuar su carrera en solitario. Lo siguiente fue conocer, en medio de la conmoción más recordada de la historia del flamenco reciente, su fallecimiento. “Me quedé muy dolido y no pude componer durante un tiempo”, confiesa a EL PAÍS el discípulo que mejor entendió el legado de Paco de Lucía: que en la guitarra flamenca caben todas las músicas.
Esta pausa se ha prolongado los doce años que separan los trabajos que firmó en el año funesto de la muerte de Paco -Chano & Josele, con el pianista Chano Domínguez; y Amar en paz, junto a la cantaora Estrella Morente- de su trabajo más reciente, Galaxias, de final de 2022, donde rinde homenaje a Chick Corea, otro de sus maestros también fallecido en el camino y que confirmó a Niño Josele como él único músico flamenco metido de lleno en el jazz desde que fue poseído muy joven por el piano de Bill Evans. Con este disco se ha presentado esta semana en el Flamenco Festival de Londres, dedicado en esta edición a la guitarra española, en “el homenaje más importante que se le ha hecho a este instrumento en un escenario internacional”, asegura su director, Miguel Marín.
El nombre de Niño Josele se ha unido pues en Londres al de Rafael Riqueni (Sevilla, 60 años) en dos recitales que han tenido mucho de legado del de Algeciras y han venido a confirmar el relevo generacional tras la desaparición consecutiva de sus grandes exponentes (tras la pérdida de Paco de Lucía, fallecía el año pasado Manolo Sanlúcar). Ambos se empeñaron, y lograron, consolidar la figura de concertista de guitarra flamenca, hasta entonces condenada al acompañamiento del cante y el baile. “Niño Miguel, Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar han sido los maestros que nos han dejado su escuela y una base firme sobre la que apoyarnos para hacer ahora nosotros nuestras músicas”, explicaba Riqueni en un especial estado de gracia tras la presentación en la capital británica de un trabajo de título más que elocuente: Herencia.
Sus dos formas de entender el toque desde un mismo punto de partida pero con resultados diferentes, de la jonda pureza de Riqueni al impecable contacto con otras músicas de Niño Josele, han protagonizado los dos únicos recitales solistas -tras el malogrado concierto de Vicente Amigo, obligado a suspender por una cancelación de su vuelo- del Flamenco Festival, recibidos con un sold out que confirmaba la expectación por certificar el relevo en estos dos nuevos maestros destinados a perpetuar el legado de los que ya no están. “Puede ser que para las nuevas generaciones yo ya sea un referente”, reconocía Riqueni desde el rubor. “Cuando voy caminando por la calle en Triana, mi barrio, se me acercan muchos jóvenes, que luego vienen a verme tocar. La guitarra avanza cada vez más y cada vez más se toca con una técnica más depurada”, insiste el compositor sevillano, que recuerda con cierta nostalgia sus inicios, cuando él aprendía “dándole patrás y palante a un cassette Phillips que tenía en casa” o incluso poniendo un disco a menos revoluciones para coger una escala. “Era oído puro y duro”.
Por motivos diferentes a los de Niño Josele, Rafael Riqueni también ha estado unos años enmudecido. Una grave crisis relacionada con la salud mental -ya tratada y reconducida- le apartó de la guitarra, cuando él quizás no sabía que no sólo iba a ser su terapia, sino su salvación. “Yo estaba muy mal, me ha costado coger la fuerza para volver, llegar a los grandes teatros y responder, pero ahora estoy en mi mejor momento de relación con la guitarra, empezando a componer otra vez. A los 60 años han llegado muchas cosas buenas a mi vida”. La respuesta del público en Londres ha sido, sin duda, una de ellas. Puesto en pie, tuvo que realizar dos bises, sorprendentemente con un concierto en el que Riqueni -que en sus composiciones recuerda a Albéniz y Turina- sólo se apoya en sus seis cuerdas, sin más acompañamiento, en un bellísimo ejercicio de intimismo y poesía, sin rasgueos efectistas ni más concesiones para grandes audiencias. “Siento que es una conversación con uno mismo, algo muy íntimo. Y entiendo que es difícil, el público no puede distraerse o entretenerse con otra cosa, pero mi música es así”, resume.
Este estado de confirmación es coincidente con Niño Josele, que asegura que Galaxias es su disco “de madurez”. “Han pasado tantas cosas en estos años, y tenía tanta música en la cabeza, que aquí está todo lo que me han dejado los maestros”, explicaba el viernes tras su recital. “De Paco, la personalidad. Siempre estaba empeñado en potenciar lo singular de cada uno de los que íbamos con él. Y de Chick Corea, la felicidad, pasarlo bien tocando. Esta música es muy abierta y está pensada para el disfrute. No quiero hacer un flamenco solo para el aficionado que lo conoce, sino para una mayoría”, desgrana Josele, que recuerda cómo fue su primer encuentro con el maestro Riqueni, doce años mayor. “Yo era un chaval que vivía aún en La Chanca, el barrio gitano de Almería. Un día vinieron a casa a despertarme a las dos de la mañana porque estaba en la ciudad un tal Riqueni y quería verme tocar, le habían hablado de un chiquillo con muchas cualidades y quería conocerlo. Al verlo tan blanco, y nosotros tan gitanos me asusté, parecía un vampiro en medio de la noche”, dice entre risas el guitarrista.
Niño Josele es para el cineasta y productor musical Fernando Trueba, con el que ha colaborado en varias ocasiones y ha rodado una película documental, el músico “más puro” que conoce. “Recuerdo escuchar una guitarra en la cuna. Y a los seis años, ya me puso mi padre (el cantaor y guitarrista Josele) una encima sentado en un sofá”. Riqueni, por su parte, está también pendiente del estreno de una película sobre su legendaria figura, el niño precoz que ganó dos premios nacionales con 14 años y que cayó en la sima de su enfermedad mental, con paso por la cárcel incluido en la maldición. “El público es maravilloso, porque sabe mi historia. Estar aquí hoy y ver a dónde hemos llegado es un milagro”, confesaba en el camerino al término del concierto.
Flamenco Festival Londres terminó este domingo como la edición de homenaje a la guitarra flamenca, con más de la mitad de su programación dedicada a este instrumento, un total de ocho conciertos surgidos de la colaboración con la Fundación SGAE y su programa de internacionalización FlamencoEñe. Espectáculos como Big Flamenco Guitar Night fue la oportunidad de ver reunidos tres toques diferentes en un mismo escenario: la forma más pura de la mano de José del Tomate, una de las jóvenes promesas del instrumento; el enfoque más innovador con Raúl Cantizano; mientras Mercedes Luján, para muchos la mejor tocaora de la escena contemporánea, puso sobre la escena un universo femenino que no es muy frecuentado en este instrumento. El recital conjunto de José María Gallardo del Rey y Miguel Ángel Cortés, dos grandes del acompañamiento, han completado el homenaje a la que aún hoy, llaman los flamencos la bajañí (guitarra en romaní).
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