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Manuel Liñán desafía los corsés del flamenco con un espectáculo sobre la homosexualidad, el erotismo y el deseo

El bailaor y coreógrafo granadino estrena en Londres ‘Amor, amado, amén’, una pieza que podrá verse el 19 de julio en Málaga y que es el germen de su próximo trabajo, en el que reflexiona sobre el amor

Manuel Liñan
El bailaor Manuel Liñán (de pie) junto al guitarrista Francisco Vinuesa, en su espectáculo 'Amado, amor, amén', en Londres.FLAMENCO FESTIVAL
Amalia Bulnes

Manuel Liñán (43 años, Granada) cree en el poder transformador del desamor. “Cuando he estado enamorado, o me he inventado que lo estaba, he sentido que mi cuerpo se movía de forma diferente. Que te rompan el corazón, a la larga, sienta muy bien, tiene uno otro impulso si está pisando ese campo energético”. El bailaor y coreógrafo que desafió las apreturas de los corsés estéticos del baile flamenco masculino en su exitoso espectáculo Viva (2019) —aún en gira—, anda estos días en plena investigación en torno a otro desafío: el amor entre hombres, siempre difícil de exponer e históricamente sancionado. “Me he propuesto revisitar todas mis relaciones, que cada una a su manera han cambiado mi baile”, confiesa, y explorar con su propio cuerpo las diferentes emociones que se derivan de la matriz amorosa: el sexo, el erotismo, el deseo. También la familia, la religión…

Tras varios meses de residencia artística en la localidad malagueña de Torrox, donde el director del proyecto internacional Flamenco Festival, Miguel Marín, ha construido un refugio para artistas flamencos, Liñán ha viajado esta semana a Londres para terminar de dar forma a este work in progress en el Lilian Baylis Studio, el brazo experimental del Sadler’s Wells Theatre, un referente de la danza en Europa, levantado en la capital británica en 1683. Ha sido en este templo donde Liñán dio comienzo el miércoles a una liturgia coreográfica y musical presentada ante 200 personas y que ha dado en llamar Amado, amor, amén: una pieza dancística que podrá verse de nuevo en el Museo Pompidou de Málaga el 19 de julio, y que es el germen del que será su espectáculo Muerta de amor, que se estrenará en junio de 2024 en los Teatros del Canal de Madrid.

Como es consciente Liñán de que él en sus relaciones es “muy intenso y muy dramática” —bromea al jugar con el uso del femenino—, la pieza sobre la que se construye Muerta de amor se apoya igualmente en el género musical español del drama amoroso por excelencia: la copla. Una impresionante tarea de adaptación musical de Francisco Vinuesa para trabajar el género con la guitarra y acercarlo al flamenco acompaña a Liñán en un escenario en el que baila solo y desesperado por soleá, acompañado del músico polaco Sabio Janiak, la guitarra del propio Vinuesa y la performance de Ivan Bavcevic.

Bavcevic es un guía espiritual croata muy próximo al director del Flamenco Festival Londres, que lo ha acompañado en todo este proceso realizando con Liñán un trabajo muy cercano al coaching: “Nos encontramos aquí [la capital británica] por otros motivos hace dos años y fue al primero que le conté lo que quería hacer. También que quería meterlo en la pieza. Es Iván quien me ha impulsado y quien me saca de dudas”, aseguró el granadino el miércoles, al término de la actuación, en un diálogo posterior mantenido con los espectadores.

Manuel Liñán (derecha) y el músico polaco Sabio Janiak.
Manuel Liñán (derecha) y el músico polaco Sabio Janiak.FLAMENCO FESTIVAL

Tanto Liñán como Baucevic recitan fragmentos de coplas tan populares como En el último minuto, de Rafael de León y Juan Solano (“y por eso mil veces yo bendigo el día aquel que me encontré contigo / y se unió tu boca con la mía / tu boca con la mía / tu boca con la mía), y Me embrujaste —”No sé por dónde me vino / este querer sin sentir”—, de Manuel Quiroga, que popularizó Concha Piquer en la década de los cincuenta del siglo XX. “La copla me ha acompañado siempre, desde pequeño. Era una forma de ir entendiendo la vida… Aquí en este espectáculo está de nuevo ese niño pequeño, frágil, al que quizás le faltó el abrazo”, confiesa.

Refugiado en ocasiones dentro de una gabardina, el coreógrafo juega también en esta pieza con un atributo tradicionalmente masculino, que irá mutando hasta convertirse en falda y, de nuevo, como ya hizo en Viva al colocarse una bata de cola, jugar con la identidad de género en el flamenco. Sin embargo, en el espectáculo final, que se estrenará en 2024, Manuel Liñán no estará solo: lo acompañarán en el escenario ocho bailaores y un número similar de cantantes que irán adaptando las coplas. “Me queda un año y voy a seguir creando libremente”, explica ante la pregunta del momento: la corriente de censura que está dejando helada las programaciones culturales de los municipios españoles donde el partido Vox ha entrado en sus ayuntamientos. “No lo entiendo, el arte siempre ha sido un aliento ante las represiones. No debemos permitirlo”, dice sin aspavientos, pero sin tapujos. “Aunque he de decir que hay países a los que ya no puedo ir con la gira de Viva [donde los bailaores hombres van vestidos con batas de cola y los atributos históricos de las bailaoras]”, manifiesta como si fuera una advertencia de que ante ciertas corrientes que vienen del exterior, es mejor cerrar las ventanas.

Liñán continúa en el Flamenco Festival Londres hasta este fin de semana, como encargado de la dirección de la Gran Gala Flamenca, que tendrá lugar en el escenario principal del Sadler’s Wells Theatre (viernes 14 y sábado 15 de julio) y que, de nuevo, será un homenaje al baile masculino, con la participación de Afonso Losa y El Yiyo y la colaboración especial de una leyenda viva, Carrete de Málaga.

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