Pet Shop Boys: “El pop actual se ha vuelto narcisista y poco interesante”
El dúo musical de mayor éxito en la historia del Reino Unido, con cincuenta millones de discos vendidos, actuará en los próximos días en Barcelona y Madrid
El modo más rápido de sentir la felicidad, como el primer helado del verano, es escuchar las notas iniciales de una canción pop perfecta. Por ejemplo, It’s a Sin, de los Pet Shop Boys. En 2021 se estrenó una serie británica con el mismo título: “Gira en torno al drama del sida a finales de los ochenta y principios de los noventa. De hecho, ni siquiera se escuchaba la canción en ningún capítulo. Pero es cierto que se ha convertido en una especie de himno”, admite Neil Tennant (North Shields, Reino Unido, 68 años).
El sol de Londres, que por fin ha llegado después de hacerse rogar durante meses, llena de luz y calor la sala donde Neil Tennant y Chris Lowe (Blackpool, 63 años), los componentes de Pet Shop Boys, reciben a EL PAÍS. Son las oficinas centrales de Warner Music, en el barrio de Notting Hill. El dúo musical de mayor éxito en la historia del Reino Unido, con más de cincuenta millones de discos vendidos por todo el mundo, no tiene ganas de descansar. Acaban de sacar a la venta Smash, un recopilatorio de sus grandes éxitos remasterizados, y Lost, un EP con cinco temas que quedaron fuera del álbum Super en 2016.
El próximo miércoles ofrecerán su primera actuación en el Primavera Sound en Barcelona. El 4 de junio repetirán en la ciudad, y el 6 y 7 estarán en Madrid. “Hemos tenido nuestros altibajos. Pero cuando nos juntamos, hace 40 años, nos dedicábamos a escribir canciones. Y todavía nos gusta hacerlo. Hacemos las canciones y los discos que nos apetece hacer. Suena un poco tonto, pero esa es la verdad. Y eso nos empuja a seguir; el deseo de continuar haciendo cosas nuevas no ha desaparecido”, explica Tennant. Siempre ha sido el portavoz del grupo, la parte más locuaz y expresiva de una pareja profesional que ha mantenido su colaboración y amistad durante décadas contra viento y marea. “La camisa es de Issey Miyake [diseñador japonés], me la compré hace veinte años”, explica Neil a Chris mientras se preparan para la entrevista en la que hablarán de Ucrania, de Putin, del Brexit, de la música pop contemporánea o de la inteligencia artificial.
Quizá en su constante búsqueda resida la clave del prolongado éxito de los Pet Shop Boys. Dos apasionados de la música dance que se conocieron por casualidad en una tienda de componentes electrónicos de la londinense Kings Road y fueron capaces de rescatar para Europa un estilo que ya languidecía o se mantenía de modo exclusivo en los clubes gais neoyorquinos. Lo combinaron con música electrónica y con unas melodías pop en busca de la perfección ―”La canción pop perfecta es la que escuchas casi sin darte cuenta”, como dice Tennant― en las que hay elegancia, ironía y la dosis justa de esnobismo intelectual. Pero, sobre todo, una extraordinaria habilidad para capturar el espíritu de cada década.
“Para mí esa ha sido siempre la principal motivación: capturar lo que está ocurriendo en mi vida, pero también en las vidas de todos los demás, en un momento dado. Siempre existe en el aire una conversación pública que se acaba filtrando en tus canciones. A veces como una broma, porque la gente es capaz de decir cosas ridículas, pero a veces como algo serio. Es difícil que no te afecten los acontecimientos e incluso las actitudes de cada época”, explica Tennant.
―¿Y cómo es el pop que se hace ahora?
―Se ha ido volviendo más y más narcisista. Pero es que creo que nuestra cultura se ha vuelto más narcisista. Y me resulta muy poco interesante.
Porque detrás de su West End Girls, el sencillo que les catapultó a la fama, se esconde la inspiración del coro de voces que puebla La tierra baldía, de T. S. Eliot, el poema más famoso del modernismo anglosajón. Y atrapado en Being Boring, probablemente la obra maestra del grupo, aunque no sea de sus temas más populares, se esconde el espíritu y la cita de Zelda Fitzgerald: ”Se resistía a que la aburrieran, sobre todo porque ella no era nada aburrida”. Un relato del fin de la fiesta que supuso para toda una generación la llegada del sida.
Tennant salió del armario en 1994. Lowe nunca ha querido comentar su vida sexual. Para muchos de sus seguidores, sin embargo, es una cuestión tan obvia como irrelevante. Ambos participaron en la campaña contra la Claúsula 28, la aberrante legislación impulsada por el Gobierno de Margaret Thatcher que prohibía a los gobiernos y escuelas públicas locales la “promoción de la homosexualidad”, un fantasma que estaba solo en la cabeza de los conservadores británicos.
Es un falso mito que Chris Lowe sea introvertido y aburrido. Le ocurre que no da a sus opiniones el alto valor que otras estrellas dan a las suyas. Pero su ironía y su sentido del humor son deliciosos. Cada comentario de la conversación va seguido de un estallido de risa contagiosa. Ninguno se prodiga mucho en las redes sociales, pero niegan tajantemente ser ajenos a ese mundo. “Normalmente entramos, subimos algo que resulte provocador, y a continuación bloqueamos a todo el que lo critica. Es algo realmente placentero. Sin la capacidad de bloquear, la cosa no tendría ningún sentido”, ríe Lowe.
Los Pet Shop Boys generaron recientemente cierta polémica al asegurar que no tendrían reparo en usar la inteligencia artificial como otro instrumento más para componer temas. “La hija mayor de nuestro manager pidió a ChatGPT que escribiera una letra en el estilo de los Pet Shop Boys. Le dio un título y escribió algo que no era demasiado bueno, pero que se aproximaba. Me hizo pensar en esas ocasiones en las que comienzas a escribir parte de una canción y te resulta imposible terminarla. A veces durante años. A lo que me refiero es que la inteligencia artificial puede darte algo con lo que trabajar, puede servirte como instrumento”, justifica Tennant.
Aunque en su caso han encadenado clásicos que permanecen vigentes durante más de cuarenta años, el dúo asume que el pop está programado para desaparecer. “No me preocupa demasiado. Ser efímero forma parte de la naturaleza de la música pop. Tienes que integrarte en las cosas nuevas, que también son efímeras. Como Elton John cuando graba un dúo con Dua Lipa, quien de hecho le acaba regalando un nuevo éxito que no hubiera tenido sin ella”, asegura Tennant. “Es verdad que ahora, gracias a las redes sociales, Spotify o YouTube, hay gente que acaba descubriendo West End Girls. Pero también asumimos que cualquier nuevo álbum no va a ser tan relevante como pudo serlo durante los ochenta. Es el signo de los tiempos. No es posible conquistar de nuevo las audiencias de hace cuarenta años. Le pasa a todo el mundo. También a Paul McCartney”.
Su nuevo tema, Living in the Past, presenta sin nombrarlo a un Putin deseoso de emular a Stalin. Hace un año que la bandera de Ucrania cubre la pantalla al abrir la página oficial del grupo, y se resisten a contemplar la idea de una negociación con el Kremlin. “¿Qué tipo de acuerdo se alcanzó con Hitler? El mal debe ser derrotado, y punto. Cualquier pacto con Rusia carecería de sentido, no tendría siquiera el valor del papel en el que estuviera escrito”, asegura Lowe.
Activos y atentos a su tiempo, Tennant demuestra un análisis certero de la realidad que le rodea. “Siempre estuve en contra del Brexit. No le veía el menor sentido. Y creo que tiene gran culpa de la inflación actual. Creo que dentro de diez o quince años volveremos a estar dentro del mercado interior de la Unión Europea. Hay un sentimiento general de desilusión con el Brexit en todo el Reino Unido”, señala. Lowe asiente.
Cuesta hacerles volver a su música. Prefieren hablar de cualquier otra cosa. Su éxito reside en la mezcla perfecta de melodía, ritmo electrónico y originalidad. Nadie podría haber imaginado, por ejemplo, que aquellos capirotes de tonto que llevaban en la cabeza para el vídeo de Can You Forgive Her?, dirigido por Howard Greenhalgh ―en contra del consejo de la discográfica, aterrada ante una idea que consideraban ridícula―, acabarían siendo un símbolo de la identidad iconoclasta y creativa de la pareja. Aquella canción describía el sufrimiento de un hombre casado con una mujer, pero incapaz de admitir su propia orientación sexual. El ritmo pegadizo con que arranca el tema, el estribillo y una puesta en escena tan identificable con los Pet Shop Boys es la prueba evidente de que el pop creado por esta banda durante décadas tiene poco de efímero y mucho de clásico.
Babelia
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