El actor Omar Sy, protagonista de ‘Padre y soldado’: “Vestir el uniforme con el que murieron tantos fusileros senegaleses en la Gran Guerra me ha impresionado mucho”
El popular intérprete de ‘Intocable’, doble ganador de premios en el pasado BCN Film Fest en Barcelona, no se considera en absoluto un ‘sex symbol’
En la estela de la tremenda (y oscarizada) nueva adaptación alemana de Sin novedad en el frente llega la francesa Padre y soldado, otra película sobre la Primera Guerra Mundial, ese conflicto que ha dado tan buenos filmes (La gran ilusión, Senderos de gloria, Capitán Conan…). Padre y soldado, que se estrena en España el 26 de mayo y que ha podido verse en el BCN Film Fest de Barcelona, narra la historia de un pastor de vacas senegalés, Bakari Diallo, que se alista en el ejército colonial francés para proteger a su hijo Thierno, enrolado a la fuerza. Enviados ambos a combatir a los alemanes en Francia integrados en el famoso cuerpo de fusileros senegaleses (tirailleurs sénégalais), que fue el elemento principal de la “fuerza negra” del ejército francés, padre e hijo viven juntos el horror de la guerra de trincheras, mientras el progenitor trata por todos los medios de que su retoño no muera en un conflicto en el que perecieron 30.000 de los 180.000 soldados del cuerpo movilizados, uno de cada seis. A Bakari Diallo lo encarna Omar Sy (Trappes, Francia, 45 años), el célebre actor de raíces senegalesas de Intocable y de la serie Lupin que ha visitado Barcelona con motivo del festival y recibido, primero, uno de los premios de honor del certamen, y segundo, el de mejor actor, ya que Padre y soldado participaba en la competición.
¿Cómo era ser fusilero senegalés en la Primera Guerra Mundial? “Era tal y como describe la película”, responde Sy, un hombre alto y robusto cuya cabeza envidiaría un bronce de Benín y cuyo cuerpo envidia cualquiera. “Estaban muy aislados, primero por el lenguaje, la mayoría no hablaban francés, sino peul, que es lo que hablan Bakari y su hijo [y es la lengua de los padres del propio Sy], o wolof, u otros dialectos, así que no entendían lo que pasaba. Y después estaba esa guerra horrible que escapaba a la comprensión de alguien del Senegal: no sabían contra quién luchaban, ni por qué. Hay que añadir las condiciones climáticas del invierno en el frente: los africanos morían de frío, no estaban adaptados a ese mundo hostil. Sin olvidar que muchos senegaleses habían sido reclutados, como se ve en la película, con métodos propios de la trata de esclavos, raptándolos”.
Sy, que lamenta no haber visto aún Sin novedad en el frente, reflexiona que ser negro en la Gran Guerra, cuando los habitantes de Senegal no tenían la categoría de ciudadanos franceses, era ser simplemente “una herramienta colonial y nada más”. Curiosamente, Padre y soldado no muestra episodios de racismo (al contrario, el teniente blanco Chambreau exhibe una sorprendente falta de prejuicios, aunque también es verdad que para las misiones suicidas no importa mucho el color), e incluso se sugiere alguna historia de amor interracial, además de que se menciona que al menos los suboficiales negros podían acudir a los burdeles militares. “Predominaba la fraternidad del frente”, señala el actor. “Estaban en una guerra y combatían juntos, de alguna manera todos los soldados franceses eran hermanos de armas. Todos sentían la misma vulnerabilidad ante la escabechina del frente”.
En el ejército de EE UU, los negros combatían aparte. “EE UU es otra historia, que merece otra película, la historia de la que hablamos nosotros es la de las tropas coloniales francesas. En EE UU la esclavitud era aún un fenómeno reciente”. El actor dice no sentirse particularmente atraído por la lucha por la integración de los soldados búfalo (los negros que lucharon en las campañas contra los indios) o los pilotos de Tuskegee (los aviadores negros de la Segunda Guerra Mundial). “Aunque me gusta mucho la historia en general”, advierte. De sí mismo dice que su experiencia militar es “nula”. Bueno, ahora ya no. El actor ríe con ganas. Apunta que hacer de soldado no le ha resultado difícil, en especial porque el que él interpreta, Bakari, lo es a pesar de sí mismo, a la fuerza, y nunca se integra en la lógica militar, al revés que el hijo, que llega a sargento. “En realidad del papel me gusta más el lado padre que el lado soldado”, señala.
Le ha impresionado, eso sí, vestir el uniforme de fusilero senegalés. “Mucho, ha sido muy fuerte verme con él en el espejo. Hice varias pruebas y pensé mucho en el hecho de llevarlo antes de ponernos a rodar, me preocupaba cómo llevarlo. Muchos murieron llevando ese uniforme, sentía una responsabilidad. Luego el peso de todo eso fue menor de lo que creía, probablemente porque ya lo había interiorizado”. El actor está al corriente de los problemas que han tenido los viejos combatientes coloniales y sus familias para recibir pensiones. “Se les obligaba a pasar seis meses en Francia para tener derecho a la pensión, lo que era terriblemente injusto”, señala.
En la película, con un punto de Salvar al soldado Thierno, hay muchos momentos muy emotivos, y también de mucha tensión y de conflicto, entre padre e hijo. “La película muestra también el proceso de hacerse adulto y la necesidad de matar al padre, metafóricamente, para hacerte hombre”. Omar Sy encuentra muy interesante que se establezca en el filme un paralelismo entre la relación padre-hijo de los protagonistas y la que tienen el teniente francés y su padre general.
A Thierno lo interpreta Alassane Diong, que resulta que es sobrino de Sy. “Eso ha sido a la vez algo muy bueno y una complicación, tuvimos que olvidar la relación para crear los papeles; pero lo pasamos muy bien y Alassane es un gran actor”. En cambio, otro actor del reparto, el senegalés Alassane Sy, pese a llevar el mismo apellido de Omar no es pariente suyo.
De la crítica que se ha hecho a Padre y soldado por su ambigüedad entre el antibelicismo y el patriotismo, Sy, opina que “lo primero era rendir homenaje a esos soldados y recordarlos y recordar su papel en la Primera Guerra Mundial. Luego, que cada uno interprete la historia como quiera”.
El actor se ha prodigado en la comedia, pero en esta película no hay espacio para mostrar sus dotes para el género. “Desde luego, hay cero comedia, en una historia de guerra así no puede haberla. De Intocable, señala que le debe muchas cosas a ese filme, “entre ellas el estar aquí, esencialmente toda mi carrera como ha ido es consecuencia de esa película”. Omar Sy se sorprende al comentarle el éxito que tiene entre el público femenino. “No lo sabía, y desde luego no me considero un sex symbol”, dice con una gran sonrisa. ¿Son peores las trincheras que los velocirraptores? Sy, que hizo del cuidador de animales Barry Sembène que se encarga de los peligrosos dinosaurios terópodos en Jurassic World, ríe ante la comparación. “Sin duda son peores las trincheras, porque eran reales”. También ha hecho varias películas de superhéroes. “Me gusta la diversidad, son diferentes maneras de contar historia; veo mi carrera como un camino en el que cada proyecto me lleva al siguiente”.
Se muestra muy feliz con el homenaje del festival barcelonés y un poco sorprendido porque considera que es aún joven para un galardón de honor y su carrera, dice, todavía corta. Parece inevitable preguntarle qué opina de la situación en Francia y los disturbios contra Macron. “Lo que ocurre en Francia es la confirmación de la libertad que hay en el país”, recalca. Cuando se levanta al acabar la entrevista, parece que el jersey con rayas que luce se convierta en el capote embarrado de Bakary, el abnegado padre fusilero, y sale de la habitación envuelto en los versos de homenaje de Léopold Sédar Senghor a esas tropas, que tanto sufrieron y se distinguieron: “Vous, mes frères obscurs, personne ne vous nomme / dans ces jours de peur sans mémoire / recevez le salut de vos camarades noirs, Tirailleurs Sénégalais”.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.