Conxita Casanovas, directora del BCN Film Fest: “No, no todos los festivales son iguales; nos caracteriza la defensa del cine como cultura”
Adaptaciones literarias, complicidades con el teatro y el arte, y grandes nombres, bazas de la cita cinematográfica barcelonesa, que cuenta entre sus invitados con Susan Sarandon y Wim Wenders
“No, no todos los festivales son iguales”. Conxita Casanovas parafrasea sin darse cuenta el anuncio de cerveza para remarcar su idea de que el festival que dirige, el BCN Film Fest, que arranca su séptima edición el jueves en la capital catalana (hasta el 28 de abril), es sustancialmente diferente a los demás. “Nos caracteriza no solo la apuesta por la calidad, sino la defensa del cine como cultura, querer entretener, pero también invitar a reflexionar proporcionando una experiencia artística de primer orden”, señala Casanovas. “Demostramos que en un mundo de salas colonizadas por las palomitas y el ‘blockbuster’, el taquillazo, hay un espacio, un festival, que aprieta las clavijas en defensa de la cultura, sin caer en la intransigencia ni el elitismo”. La directora resalta la capacidad del BCN Film Fest para convertirse en el gran festival internacional de cine de Barcelona y aseguran que notan el reconocimiento del público, la industria, la crítica y los medios, mientras que las administraciones han de hacerse aún plenamente conscientes de “nuestra capacidad para volar” y proporcionar más recursos.
El programa de esta nueva edición, que cuenta entre sus invitados a Susan Sarandon (se proyectará Thelma & Louise) y a Wim Wenders (al que se dedica una amplia retrospectiva y el cartel, una imagen preciosa de Nastassja Kinski en París, Texas), ciertamente está lleno de guiños culturales, especialmente literarios, como ya es costumbre en un festival que se ha ganado un lugar fundamental en el corazón de los aficionados al cine barceloneses, a lo que no es ajeno que se celebre principalmente en las salas Verdi, parte del espinazo de la vida cultural de la ciudad. Y es difícil no temblar de anticipación ante alguna de las 70 películas que propone el BCN Film Fest, que incluye la première mundial de Un cel de plom, Un cielo de plomo, de Miquel Romans, que narra la vida de la deportada Neus Català, superviviente de Ravensbrück, interpretada por Nausicaa Bonnín, a partir de la novela del mismo título de Carme Martí.
Otras adaptaciones literarias en la programación, siempre rica en ellas, son Los colores del incendio, de Clovis Cornillac, basada en la novela homónima de Pierre Lemaitre; La impaciencia del corazón, de Bille August, sobre la de Stefan Zweig; o La manzana de oro, de Jaime Chávarri, a partir de Ávidas pretensiones, de Fernando Aramburu.
Conxita Casanovas subraya la voluntad del festival de acercar a las estrellas invitadas al público, rompiendo la barrera que normalmente se establece y que a su juicio “es exagerada”. Así, Wenders, Sarandon y otros invitados participarán en coloquios con los asistentes al certamen, cuyos premios concederá un jurado compuesto por Cesc Gay, Vicky Luengo y Empar Moliner.
Esta edición presenta también una importante dimensión teatral. No solo por la presencia en películas de grandes actores y actrices del escenario, como Magüi Mira, Pol López, Vicky Peña o Pep Cruz, sino porque algunos guiones están basados en obras teatrales, como el de la misma película de inauguración, la comedia negra Mi crimen, de François Ozon, con Isabelle Huppert (el director y las actrices Nadia Tereszkiewicz y Rebecca Marder asistirán al acto), que se basa en el gran éxito escénico francés del mismo nombre; A bit of light, drama sobre el alcoholismo y la redención, con Anna Paquin, que parte de la obra teatral homónima de Rebecca Callard, o La desconocida, de Pablo Maqueda, sobre Grooming de Paco Bezerra, que también ha intervenido en la escritura de la película. Una de las actividades paralelas del festival será precisamente una sesión sobre aciertos y errores de las adaptaciones teatrales al cine, con Sergi Belbel.
Tiene asimismo relación con el teatro otra de las propuestas a no perderse, The lost king, la nueva película de Stephen Frears, basada también en un libro, The lost King: the search for Richard III, de Philippa Langley y Michael Jones, comedia basada en la historia real del descubrimiento bajo un aparcamiento en Leicester de la tumba del rey Ricardo III, convertido por Shakespeare en uno de sus grandes personajes teatrales. La protagonista del filme (interpretada por Sally Hawkins) es la misma autora del relato, Langley, una tenaz historiadora aficionada (Conxita compara su tozudez con la suya propia) que se empeñó en localizar los restos del monarca en tan poco noble lugar pese a las burlas del mundo académico. A destacar las conexiones cinematográficas del jorobado e intrigante Ricardo shakespeariano, con películas como las de Laurence Olivier, Al Pacino o Ian McKellen.
Casanovas resalta la presencia de grandes actores y actrices en la programación, como dame Penelope Wilton, que aparece en El viaje de Harold (basado también en una novela); Toni Servillo (El primer día de mi vida, dirigida por Paolo Genovese, autor asimismo de la novela original); Nanni Moretti (El colibrí, de Francesca Archibugi), o Joaquin Phoenix (Beau tiene miedo, la nueva película de Ari Aster, el director que ha sacudido el género de terror).
A destacar también a Kristin Scott Thomas en Las Cícladas, escapada de amigas, una comedia que parte de una premisa deliciosa: el viaje de unas mujeres de mediana edad a la isla griega de Amorgos, obsesionadas porque allí se filmó El gran azul, la inolvidable película de 1988 de Luc Besson sobre la apnea, la rivalidad/ amistad y los delfines. Otros dos actorazos en la programación son Christoph Waltz y William Dafoe, protagonistas de la nueva película (2022) del legendario Walter Hill (tan alabado por Tarantino), el western El cazador de recompensas. En el filme, con reminiscencias de Los profesionales y también, en un juego de influencias de ida y vuelta con Django desencadenado —negros armados (Soldados Búfalo de la Unión), Waltz como cazarrecompensas—, un rico hombre de negocios contrata a un veterano pistolero para rescatar a su mujer.
Dos películas de guerra distintas pero con mensaje antibelicista ambas, y que muestran, recalca Conxita que las guerras no las gana nadie sino que las pierden todos: Padre y soldado, de Mathieu Vadepied, sobre los tirailleurs, los fusileros coloniales senegaleses enviados a luchar (y morir) a las trincheras de Francia durante la Primer Guerra Mundial, y Rebel, de Adil El Arbi y Bilall Fallah, sobre la reciente guerra en Siria, éxito de crítica en Cannes y con el uso imprevisto de actuaciones musicales. Otras propuestas del festival, que se clausurará con Sica, de la documentalista debutante en la ficción Carla Subirana, son Alguien que cuide de mí, primera dirección de Elvira Lindo (y basada en un relato suyo), con Aura Garrido, Emma Suárez y Mira; No bears, de Jafar Panahi, opositor iraní; Las buenas compañías, de Sílvia Munt, sobre la lucha por el derecho al aborto en el País Vasco en 1976; Esperando a Dalí, que mezcla la gastronomía con el surrealismo daliniano en el Cadaqués también de los setenta, o el documental sobre la lucha contra la ELA de Juan Carlos Unzué.
La programación, con muchas líneas transversales, como el viaje, tiene varias películas relacionadas con el mundo del arte (incluida la de Dalí), como Alma & Oskar, sobre la relación de la viuda de Mahler con el pintor Oskar Kokoschka en la Viena de principios del siglo XX, el biopic Miró, que trata la etapa de su exilio en París, o el documental sobre Frida Kahlo de Ali Ray.
El presupuesto del festival, con entradas a 3,90 euros, es de unos 160.000 euros, que en un 30 % se cubre con dinero público (Generalitat de Cataluña y Ayuntamiento de Barcelona) y el resto con patrocinadores, taquilla y aportación de Espectarama, empresa organizadora que gestiona los Verdi, que pertenece a A Contracorriente, y de la que depende el BCN Film Fest.
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