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WALTER HILL | DIRECTOR DE CINE Y PRODUCTOR

“No añoro el pasado. Nunca he vuelto a ver mis películas”

El cineasta estrena 'Una bala en la cabeza', protagonizada por Sylvester Stallone

Gregorio Belinchón
El cineasta Walter Hill, en la presentación de 'Una bala en la cabeza' en el festival de Roma.
El cineasta Walter Hill, en la presentación de 'Una bala en la cabeza' en el festival de Roma.

En los ochenta, las estanterías de los videoclubs —sí, cuando las películas se alquilaban y no se descargaban— estaban repletas de títulos realizados por imitadores de Walter Hill (Long Beach, California, 1942). Mientras, el maestro acumulaba obras míticas: Forajidos de leyenda, Límite: 48 horas, Calles de fuego, Danko, calor rojo, Cruce de caminos... Además, como productor, era uno de los cimientos de la saga Alien. Hill convirtió en taquillero el fenómeno de las buddy movies, las películas de compañeros, nacidas del choque de dos personalidades aparentemente opuestas. En los noventa aún hubo coletazos de su talento en El último hombre (1996), antes de que le echaran del montaje de Supernova (2000) y se estrellase con Invicto (2002).

Hill había empezado como segundo ayudante de dirección de El caso de Thomas Crown (1968), antes de enlazar éxitos como guionista y director en los setenta con El luchador, Driver y Los amos de la noche. Ese recorrido sirve para explicar que el californiano empezara su carrera de la nada, escalando poco a poco hasta la cima, y allí estuvo 25 años para, un buen día, desaparecer. De vez en cuando su nombre aparecía en televisión: dirigió el episodio piloto de Deadwood, se responsabilizó de la miniserie Broken trail. Fueron dos trabajos relacionados con el western —su tema de conversación favorito, junto a la música cajún—. Nada más. “Quiero que entiendas que nunca he hecho una buddy movie”, dice por teléfono desde su oficina. Hombre, señor Hill… “No de forma consciente. Siempre he dirigido westerns o he colado fundamentos del western en películas modernas”. Dicho queda. “Ah, y el género noir, porque permite un protagonista, un antagonista y una confrontación”.

Hill está de promoción porque estrena Una bala en la cabeza, en la que un viejo asesino (Sylvester Stallone) se alía con un joven policía (Sung Kang) para eliminar a un enemigo común. “Efectivamente, yo no era el director previsto. Cuando echaron al original, Sly me llamó. Nos conocemos desde hace… ni sé. ¿30 años? Y sí, es extraño que en los ochenta, cuando ambos éramos estrellas del cine de acción, nunca llegáramos a colaborar. Cosas de la vida que no permite algunos cruces de camino”. Los ochenta, qué tiempos, ¿no? “No añoro el pasado. Nunca he vuelto a ver mis películas, no me interesa echar la vista atrás”. Pero su estilo es claramente de otra época, y su carrera parecía diluida. “Pues aquí estoy. Aunque… el cine de acción de ahora es más ciencia-ficción que acción. Los enemigos son robots indestructibles o amenazas extraterrestres con las que es difícil empatizar, y muchos menos que el espectador se crea que el héroe puede derrotarlas. Bah, me interesan poco. En mi cine siempre he buscado la verosimilitud”.

Tal vez por ello en Una bala en la cabeza cada personaje tiene un código de valores. Defendible o no, pero lo tienen. “Cosas así son las que me preocupan cuando trabajo: que los papeles sean creíbles, que tengan sus motivaciones, que el público entienda que se mueven por algo. Esos comportamientos puede que te gusten o no, como el de los grupos criminales. Sin embargo, existe en la sociedad, y por tanto en el cine”.

"El cine de acción actual es más de ciencia-ficción. Bah, me interesa poco"

Desgraciadamente, el guion del filme no es suyo, sino heredado. “Entenderás que yo no debo de valorarlo. Se basa en una novela gráfica francesa, y yo entré en el proyecto muy cerca del inicio de rodaje. Así que pude hacer algunos cambios, aunque pocos: a Sly le cambié el peinado y le insistí en que su interpretación fuera relajada, que bajara unos tonos su voz. Añadí algunas líneas de diálogo. Me gustaría haber rodado algunas secuencias más, pero se acabó el dinero por culpa de un productor… No puedo hablar de ello”. ¿A Stallone le gritaba eso de “Demasiado prosciutto”? “Alguna vez. Demasiado prosciutto es una expresión que digo en los rodajes a un actor cuando veo que se ha pasado de revoluciones y se pone intenso. Sly es un profesional, ha demostrado su solvencia como director, sabía de lo que yo le hablaba”.

Otra marca de la casa de Hill ha sido su humor, que empapa cada secuencia. “Espero que el público español sepa apreciar los guiños a la forma de hacer cine de los setenta y los ochenta”. La entrevista no puede acabar sin confirmar una leyenda: Hill es un gran fan de John Wayne. Cuando el actor vio El luchador, le invitó a dirigirle en El último pistolero, que Wayne ya sabía que sería su última película. Hill rechazó la propuesta porque no quería ver a su héroe muriendo en un filme. “Fue más complejo. Es cierto, pero hubo otra poderosa razón. Todo Hollywood sabía la gravedad del cáncer del Duque. Yo no me veía exprimiéndole en un rodaje. Hice bien”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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