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One of the severed hands excavated at the site of Avaris, northern Egypt
Una de las manos cortadas excavada en el yacimiento de Avaris, al norte de Egipto.SCIENTIFIC REPORTS

Manos cortadas para el faraón: el hallazgo de las extremidades de 12 individuos ofrece la primera evidencia física de esta mutilación del enemigo en Egipto

Los miembros amputados, que según las fuentes se utilizaban para contar guerreros muertos, han sido excavados en tres pozos en un palacio de la XV dinastía en Avaris

Jacinto Antón

Una de las prácticas guerreras habituales en el Antiguo Egipto era cortar las manos de los enemigos caídos en batalla como trofeo y con la finalidad más práctica de contabilizar con exactitud sus bajas. Así se atestigua en documentos escritos y en relieves en tumbas y templos, como en el de Ramsés III en Medinet Habu, Luxor, donde puede verse a soldados cargando sacos o cestas con manos y apilándolas ante el satisfecho faraón. La novela histórica ha descrito la costumbre con fruición y por ejemplo en la canónica Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari, encontramos un combate contra los khabiri (que no son otros que los judíos) en el que las tropas de Horemheb depositan a los pies de su comandante y de una estatua de la diosa leona de la guerra Sekhmet las manos derechas de los muertos del enemigo que forman un alto montón macabro. Algunos guerreros, relata Waltari, aportan tres, cuatro y aun cinco extremidades chorreantes de sangre. La contabilidad de las manos daba la medida de la victoria y ayudaba a determinar los premios al valor de los soldados (collares de oro o moscas del mismo material). Escenas semejantes encontramos en otras novelas como Noches de la Antigüedad, de Norman Mailer, en la que se añade que algunos soldados que se pasan de listos son castigados por cortar manos de prisioneros o aún peor, de caídos del bando propio (al cabo una mano es una mano, se dirían). En ese sentido, la manera de los judíos de contar era más precisa: recogían —lo señala recurrentemente el Antiguo Testamento— los prepucios de los enemigos, así que no había duda. Está atestiguado iconográficamente también que los antiguos egipcios recolectaban asimismo penes en el campo de batalla (un relieve de Medinet Habu lo muestra: a muchos visitantes se les pasa). Otra parte del cuerpo que se recogía a veces eran las orejas: la práctica de los marines en Vietnam no fue nada nuevo bajo el sol.

Aunque la mayor parte de los ensayos sobre la guerra en el antiguo Egipto mencionan el corte de manos —como el canónico La guerra en el antiguo Egipto, de Bridget McDermott (Crítica, 2006),que recuerda el caso del soldado Ahmose, hijo de Abana, que, según lo inscrito en su tumba, aportó unas cuantas manos y fue recompensado con esclavos y tierra— hasta ahora no se había encontrado evidencia física de la práctica.

Por eso es tan interesante el hallazgo, publicado en Scientific Reports el pasado 31 de marzo, de las manos derechas cortadas de 12 individuos, que fueron excavadas en tres pozos en el patio de la sala del trono de un palacio en la ciudad de Avaris (actual Tell el Dab’a, en el nordeste de Egipto), capital de los hicsos, gobernantes de la XV dinastía (c.1640-1530 antes de Cristo). En un artículo firmado por Julia Gresky, Manfred Bietak, Emmanuele Petiti, Christian Scheffler y Michael Schultz, de los institutos arqueológicos alemán y austriaco, entre otras instituciones, se recalca que por primera vez se ha encontrado evidencia osteológica de la práctica, lo que viene a corroborar las fuentes epigráficas y arqueológicas. “Es la primera ocasión en que se halla evidencia física y que se usa para conocer más sobre los procedimientos y los individuos a los que se les cortaba la mano”, señala el artículo, lleno de información muy interesante.

El análisis bioarqueológico de las manos, se subraya, añade una tercera fuente de pruebas y arroja una mirada única a detalles hasta ahora desconocidos de la costumbre. Las manos, articuladas y presentadas de forma que se viera claramente que eran manos, con los dedos estirados (una visión bastante espeluznante), estaban depositadas en los tres pozos a razón de uno en el primero, tres en el segundo y ocho en el tercero. En los dos últimos había además dedos desarticulados, atribuibles a otras manos, de forma que el total puede elevarse a 18. Curiosamente, una parece ser de mujer. Las demás pertenecen a hombres en edad militar, adultos, pero sin signos de envejecimiento. Ocho de las manos completas estaban colocadas con la palma hacia abajo y tres hacia arriba. Todas habían sido separadas concienzudamente del brazo.

Enemy hand count on a relief from the temple of Medinet Habu, Luxor
Recuento de manos del enemigo en un relieve del templo de Medinet Habu, en Luxor.

Según el estudio fueron digamos recolectadas tiempo antes de ser depositadas en los pozos, vamos, que no eran frescas, pues había empezado ya el rigor mortis. No obstante, se les pudo aún estirar los dedos para que causaran más impresión. Fueron enterradas cuando aún tenían ligamentos y tendones que mantenían los huesos en su sitio. Los investigadores creen que se puede aseverar que las manos fueron cortadas de muertos para echar cuentas y servir de prueba para recompensas militares, pues la amputación de manos no está atestiguada en otros contextos en las fuentes egipcias excepto en algún caso de saqueo, cuando se cortaba las manos de las momias para arrebatarles las joyas (es el caso de la momia de Seti II, a la que le falta la extremidad derecha). Tampoco tenía mucho sentido práctico cortar las manos a los prisioneros pues eso les impedía trabajar como esclavos.

The "cut hand" hieroglyph
El jeroglífico de "mano cortada".SCIENTIFIC REPORTS

El hecho de que las manos analizadas estén en un pozo en un lugar tan emblemático como una sala de palacio, frente al trono real, hace pensar que se enterraron en el curso de una ceremonia pública, quizá la de entrega de recompensas al valor (condecoraciones y oro a cambio de manos, que significaban, la parte por el todo, guerreros enemigos abatidos: manos como moneda de cambio para canjear por estatus). La falta de marcas de corte indica que hubo una preparación de las manos para su presentación.

Las extremidades no han podido ser atribuidas a ninguna etnia específica. Los investigadores opinan que la práctica de cortar las manos pudo ser introducida en Egipto por los hicsos y luego se hizo muy popular en el Imperio Nuevo. Los egipcios habrían adoptado la costumbre ya en tiempos del rey Ahmose, según muestra un relieve de una pila de manos en su templo en Abidos. Ahmose, se recalca, fue el conquistador de Avaris y el que derrotó a los hicsos, “así que pudo familiarizarse con el uso”. Las inscripciones de las tumbas y los relieves de los templos de la dinastía XVIII muestran copiosamente el recuento de manos en el campo de batalla tras los combates. Según el estudio, la idea de que la costumbre de cortar las manos de enemigo pudo originarse en el Próximo Oriente se podría probar lingüísticamente, pues en la dinastía XVIII comenzó a evolucionar un nuevo jeroglífico, que sería un préstamo de un término semítico, muy realista, de una mano cortada y que acabó teniendo ese único significado en el lenguaje militar.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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