Antonio Pappano, director de orquesta: “El ‘streaming’ no es un sustituto de la música en directo”
El angloitaliano visita Madrid con la Orquesta de la Academia de Santa Cecilia, y a punto de terminar su titularidad junto a la del Covent Garden, tras casi dos décadas al frente de ambas formaciones
“Perdonad, pero estamos tocando sin alma, como máquinas”. Lo dice el director Antonio Pappano durante un ensayo con la Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia de Roma. El maestro angloitaliano (Epping, 62 años) prepara, en la sala principal del Auditorium Parco della Musica de Renzo Piano, las obras de su próxima visita a Madrid, este domingo y el lunes, dentro de los ciclos de Ibermúsica en el Auditorio Nacional. Acto seguido, Pappano vuelve a alzar sus brazos, ladea su mentón en un gesto característico y volvemos a escuchar el mismo pasaje de la Segunda sinfonía de Robert Schumann, pero completamente transformado. En dos minutos de un ensayo puede sentirse la química especial entre el director británico y la orquesta italiana. Escuchar la energía de su gesto sobre el podio transformado por los músicos en calor, color y cantabilidad, quizá los tres elementos distintivos de esta magnífica formación sinfónica.
“Tras casi 18 años, y una larga historia juntos, esta será mi última temporada como director musical de la Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia”, confirma Pappano, mientras recibe a EL PAÍS en su camerino después del ensayo. Una etapa gloriosa para el conjunto romano que inició, en 2005, tras un nombramiento decretado por el presidente de la Academia, Luciano Berio, poco antes de su muerte. Y que no estuvo exento de polémica. Muchos vieron en Pappano a un joven director de ópera con poca experiencia para dirigir a la principal orquesta sinfónica del país. Pero las críticas se disiparon con magníficos conciertos, exitosas giras internacionales y sus primeros discos.
Durante las celebraciones del centenario de la orquesta, en 2008, Umberto Nicoletti Altimari terminó su historia del conjunto, incluida en el libro 100-101. I primi cento anni dell’orchestra dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia, con el siguiente vaticinio: “Con Antonio Pappano parece haber vuelto una época dorada”. Antes había aclarado que compositores como Mahler, Debussy, Strauss, Stravinski, Sibelius y Hindemith habían dirigido con ella sus propias obras, o que, entre sus directores invitados, subieron a su podio Toscanini, Furtwängler, Mengelberg, De Sabata, Karajan y Leonard Bernstein, que además fue su presidente honorífico. Y la celebración de los diez años de Pappano como titular del conjunto se plasmó en otro bello libro, Pappano 10 & lode, plagado de fotos y alabanzas de la orquesta y del público romano.
El director angloitaliano prefiere hacer balance colectivo. “Durante estos años hemos profundizado en el repertorio clásico, fortalecido nuestras giras, renovado la plantilla (la orquesta ha rejuvenecido), ampliado la fonografía del conjunto (con 35 nuevos discos) y también hemos tratado de acercar al público romano”, asegura. Habla de las sinfonías de Schubert, Schumann y Bruckner que va a dirigir en Madrid junto al concierto violinístico de Beethoven. “A Schubert llegué desde el piano, pero en su Sinfonía Inacabada creo que abre un camino sorprendente. Y Bruckner es un compositor que he dirigido bastante en Roma, concretamente sus tres últimas sinfonías, aunque la inconclusa Novena me parece muy interesante hacerla aquí, pues es muy católica, con ese fuego del trémolo inicial y la puerta celestial que cierra la obra”, afirma acerca del programa del primer concierto. “En cuanto a la Segunda sinfonía de Schumann, es la tercera vez que la programo (la grabamos en 2012), aunque ahora la hacemos con una plantilla un poco más pequeña. Y, para el oasis de inspiración que es el Concierto para violín de Beethoven, volveremos a colaborar con la violinista Lisa Batiashvili, que ha sido artista residente de la orquesta y forma parte de nuestra familia musical”, explica del programa que dirigirá el lunes.
Será la primera visita a Madrid de Pappano con la orquesta italiana, tras sus actuaciones esporádicas en España, de 2007, en L’Auditori de Barcelona y, de 2009, en el Festival de Canarias. Y también su regreso a este país más de 12 años después, ya que para su última actuación en Ibermúsica hay que remontarse hasta abril de 2010, cuando dirigió Una vida de héroe, de Strauss, a la Joven Orquesta Gustav Mahler. “En realidad, mi presentación en Madrid con la Santa Cecilia fue cancelada, en enero pasado, por la irrupción de la variante ómicron. Y curiosamente este mes de noviembre volveré a España con la Orquesta de Cámara de Europa, cuya nueva gira empezaremos, el 24 de noviembre, en Oviedo”, informa.
Pero la ausencia física de Pappano y su orquesta italiana se ha compensado con una intensa presencia fonográfica. “En las últimas semanas hemos publicado tres discos muy diferentes: la infrecuente Messa di Gloria de Rossini (Warner), el disco Insieme de duetos de Jonas Kaufmann y Ludovic Tézier (Sony) y otro más dedicado a música de cine titulado Cinema junto al pianista Alexander Tharaud (Warner/Erato)”, manifiesta. En su fonografía destacan varias grabaciones de música sacra de Rossini y Verdi, algunos discos de Respighi, Dvořák, Strauss y Britten, pero especialmente varias óperas en disco, en Warner Classics, que se iniciaron, en 2008, con Madama Butterfly de Puccini, cantada por Angela Gheorghiu y Jonas Kaufmann. Le han seguido Guillaume Tell, de Rossini, junto a Aida, de Verdi, y, en febrero próximo, continuarán con Turandot, de Puccini, donde Kaufmann coincidirá con Sondra Radvanovsky. Este nuevo esplendor del disco operístico en la orquesta ceciliana permite recordar sus glorias pasadas en el sello Decca, cuando registró, en la Sala Académica de via dei Greci, discos inolvidables, durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, con Renata Tebaldi y Mario del Monaco, y bajo las batutas de Alberto Erede y Tullio Serafin.
Además de abandonar la titularidad romana, Pappano también dejará la próxima temporada la Royal Opera House, en el Covent Garden de Londres, tras 22 años como director musical. “Ha sido un largo matrimonio y también una hermosa historia en común. En todos esos años he pretendido hacer con mucha seriedad el repertorio italiano, pero también he dirigido el repertorio francés junto con Wagner y Berg, e incluso he estrenado nuevas óperas de Birtwistle y Turnage”, resume. Una etapa donde ha establecido sólidas colaboraciones con algunos cantantes, como Jonas Kaufmann. “Él ha debutado conmigo en Londres en los tenores protagonistas de Carmen, Tosca, Andrea Chénier, Otello y Manon Lescaut”, asegura. Una relación especial con las voces que surgió como pianista en las clases de su padre, el profesor de canto Pasquale Pappano, e incluso desarrolló brevemente en España, como acompañante en el Liceo de Barcelona, entre 1983 y 1985.
También ha desarrollado en Londres una especial colaboración con los directores de escena. “Debo reconocer que en los ochenta aprendí del llamado Regietheater, en Fráncfort, otra forma de hacer ópera. Y viendo trabajar a Ruth Berghaus con Michael Gielen comprendí la importancia que tiene la colaboración entre el director de escena y el director musical. Después dirigí la Norske Opera de Oslo y La Monnaie de Bruselas, donde trabajé con Herbert Wernicke, pero ha sido en Londres donde he tenido la oportunidad de colaborar con grandes directores de escena como Luc Bondy, Klaus Michael Grüber, Christof Loy, Keith Warner y David McVicar, entre otros”, asegura. De hecho, se despedirá la próxima temporada como titular musical del teatro londinense estrenando una nueva producción del Anillo de Wagner, dirigida escénicamente por Barrie Kosky. “Estrenaré las cuatro partes por separado y del ciclo completo se hará cargo Jakub Hrůša, que será mi sucesor como director musical en el Covent Garden”, precisa.
La situación que ha provocado en el mundo de la clásica la pandemia y la crisis energética están entre sus principales preocupaciones. “Hemos visto cómo se ha desarrollado el streaming, pero no se trata de ningún sustituto de la música en directo. A pesar de ello, estamos viendo que el público tiene miedo de volver a los teatros y auditorios, y a eso se han unido ahora las dificultades económicas derivadas de la crisis energética”, admite. Le sorprende ver cómo en los musicales de Broadway y del West End o en los estadios de fútbol no existe ese problema, cuando las entradas suelen ser más caras. Y tiene palabras de admiración para la gestión del Teatro Real de Madrid durante la pandemia. “Fue el único teatro de ópera en todo el mundo donde consiguieron continuar trabajando. Me pareció algo increíble y me dio mucha envidia”, confiesa. Considera lo negativo y positivo de la pandemia: “A muchos artistas les ha permitido reflexionar, aunque a otros les ha hecho perder un poco el rumbo. Pero estamos en un punto en que necesitamos realmente luchar por recuperar nuestro público, pues dos años es tiempo suficiente para cambiar de hábitos y crear nuevas costumbres”, reconoce.
Admite que, en su caso, el balance general de la pandemia no ha sido negativo. “Me sentí mal en un primer momento, pero, cuando empecé a ver la inmensa lista de obras programadas que se iban a cancelar en las dos próximas temporadas, comprendí que debía programar de otra manera”, asegura. Entre sus próximos proyectos está retomar sus colaboraciones televisivas con la BBC. “Querían que hiciese un programa de clases magistrales con jóvenes cantantes, pero con un perfil competitivo, al estilo The Voice, y eso no me convence, por lo que de momento está parado”.
A partir de 2024, su única dedicación será la Sinfónica de Londres, donde sucederá a Simon Rattle como titular. Pero su nombre suena, en Berlín, como posible sucesor de Daniel Barenboim al frente de la Staatsoper. Pappano lo desmiente: “Ni me lo planteo y no sé cómo podría compaginar la Sinfónica de Londres con la Staatsoper y la Staatskapelle Berlin. Además, quiero evitar estas situaciones, pues llevo más de dos décadas entre dos ciudades, como Londres y Roma”, confiesa. Sorprende, no obstante, que un director tan vinculado al mundo de la ópera renuncie a seguir trabajando en un teatro. “Sí, naturalmente, me da miedo dejar el Covent Garden, y también un poco de ansiedad, pues estoy muy acostumbrado a trabajar en un teatro de ópera. Pero creo que he tomado la decisión correcta en este momento de mi vida”, admite. Se queda pensativo unos segundos y concluye: “Creo que estoy en un momento de transición”.
Babelia
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