Seis décadas de música granadina contra la guerra de Ucrania
Granada celebra un macroconcierto contra la ofensiva rusa que reúne a 16 bandas y solistas, desde Miguel Ríos hasta Colectivo da Silva
Juan Alberto Martínez, vocalista de Niños Mutantes, trazó la línea genealógica de la música granadina en una frase: “Miguel Ríos es el jefe y 091 y Lagartija Nick, los grupos de los que salimos todos los demás”. Y ellos, los tres, junto a otras 13 bandas o solistas de la tierra acudieron en la noche del jueves al Palacio de Deportes de la ciudad convocados por dos objetivos especialmente necesarios. El primero, recaudar fondos contra la guerra de Ucrania –que se gestionarán a través de Cruz Roja– y el segundo, ofrecer la mejor música posible a su público. Solidaridad y música, dos objetivos conseguidos con la inestimable ayuda de los seis mil espectadores que asistieron al concierto.
La familia musical granadina es especialmente amplia y exitosa. Lo comentaba Ríos días atrás en una charla: “Seguramente hay otras ciudades con tantas bandas como en Granada pero, será el agua, en otros lados no triunfan tantas”. Pero además de exitosos, los músicos granadinos son longevos –será el agua de Sierra Nevada, quizá se podría añadir también– y no solo para mantenerse en activo, sino para aguantar arriba. La nómina de músicos en escena este jueves resumía varias décadas, hasta seis, de música sólida y, seguro, vigente: Miguel Ríos, con 60 años de carrera –”yo no tengo la culpa”, comentó a este diario horas antes del concierto–, 091 y La Guardia, nacidos para la escena en la década de los 80, Lagartija Nick, Niños Mutantes, Lori Meyers o Eskorzo, en los noventa y, con ellos, la cosecha de este siglo: Apartamentos Acapulco, Arco, Carmencita Calavera, El Jose, Unidad y Armonía, Checopolaco o el que es probablemente el último, y también quizá el que más se sale de la línea granadina habitual, Colectivo Da Silva. Y la Graná flamenca estuvo representada por Soleá Morente y Juan Habichuela Nieto, representantes de las dos familias flamencas granaínas por excelencia.
En estos macroconciertos, de larga duración y de orientación musical, como poco, diversa, los primeros intervinientes tienen un papel difícil. A las ocho de la tarde, a plena luz del día, Apartamentos Acapulco, con el público aún entrando y a lo suyo, arrancó una función que se prolongó hasta la una de la madrugada. Tras ellos, el primer giro radical: Juan Habichuela Nieto a la guitarra y Moreno, su primo, a la percusión, atacaron un taranta que enlazaron sin interrupción con una bulería. Habichuela, de casta le viene al galgo, toca con primor la guitarra y supo hacerse escuchar en esos primeros y tempraneros minutos de concierto.
A Habichuela le siguió Eskorzo, firmamento bien lejano del flamenco, en un nuevo giro de guion al argumento musical de la noche. En estas situaciones, de todas maneras, esos desvíos tampoco importan tanto. El que quiere atiende y el que no se da la vuelta, se toma una cerveza y charla un rato, que aún hay tiempo por delante. Con Eskorzo ya se empezó a asentar la noche. Más o menos todo el público ya dentro, pabellón lleno, quizá las ceremoniosas palabras de Tony Moreno, su cantante, “que la paz sea con vosotros”, sirvieron de inicio oficial. La aparición en escena de los muy queridos en la ciudad Lori Meyers ayudó a centrar la atención. Su cantante, Noni, sabe ganarse al público. Emborracharme, su tercera interpretación fue uno de los momentos álgidos de la noche, que siguió con Arco, el ex líder de El Puchero del Hortelano, Checopolaco y Soleá Morente.
Todo concierto como este tiene sus picos y sus valles de atención y de emoción. Y la entrada de La Guardia –o de su mitad, porque no estuvo la banda completa– fue uno de esos momentos altos. Interpretaron Mil calles llevan hacia ti y Cuando brille el sol, canciones que llegan directamente al corazón y el recuerdo de la mayoría del público, por encima de los cuarenta años en su mayoría, probablemente. También los Niños Mutantes son especialmente queridos en Granada. Los Mutantes estuvieron magníficos, y no es fácil entrar tocar dos o tres canciones y salir pitando. Con ellos concluyó, en alto, la primera parte del concierto.
Nani Castañeda, batería de Niños Mutantes, fue precisamente el encargado por Paco Cuenca, alcalde de la ciudad e ideólogo del concierto, de organizar el concierto. Una tarea que, explica, no es fácil porque hay poco tiempo, porque todo el mundo está muy ocupado y, también, porque algunos esperan a saber quién ha confirmado para confirmar a su vez o no. “Nadie quiere verse solo ahí arriba”, comenta Castañeda. Y, al final, “todos muy dispuestos y aquí estamos, con todas las entradas vendidas y más de 100.000 euros para Cruz Roja y Ucrania”.
Y llegó la hora de Miguel Ríos, que insiste en no ser padrino ni origen de nada porque, explica, su carrera se ha desarrollado fuera de la ciudad. Ríos llegó al escenario dicharachero y optó por el camino jondo. Podía haber arrancado con algún tema que contuviera la palabra Granada varias veces, poner al público boca abajo y salir corriendo entre palmas y más palmas. Pero no: optó por lo necesario, por lo que pedía la ocasión, un poema de Luis García Montero, Oración, originalmente contra la guerra de Irak, tan vigente como hace dos décadas cuando se escribió y se convirtió en canción para el disco 60 mp3. Oración, “una canción que no solo conforta a quienes la cantamos sino a quienes la escucháis”. Tras ella, su primera canción grabada, El río, que dio pasó a lo que el cantante había contado horas antes a EL PAÍS que era su ilusión para la jornada: cantar con José Ignacio Lapido, de 091, “gran persona y el único que me deja tocar la guitarra con él”, en palabras de Ríos, que hizo bromas con su escaso, dice él, manejo del instrumento.
Cumplida su ilusión, la noche siguió a buen ritmo con los 091 y el resto del listado hasta llegar a Lagartija Nick, con su cantante Antonio Arias delante y su baterista Eric Jiménez detrás pero tan presente como si estuviera en la primera fila. Acompañados por el Coro de Cámara de Granada, dirigido por Jorge Rodríguez Morata, los Lagartija cerraron la reunión, allá por la una de la madrugada con Sarajevo y Somalia, dos poemas-canciones de Jesús Arias, periodista y hermano de Arias fallecido hace unos años. Y así terminó la gran noche de la música granadina, una cita en la que, como en las reuniones familiares, nunca está completa y que, como algún lector se habrá preguntado, no contó con la presencia de Los Planetas, probablemente inmersos en otras cosas.
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