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Del señorito de ‘Los santos inocentes’ al Franco de ‘Dragon Rapide’: los mejores papeles de Juan Diego en el cine

El actor, un mito entre sus compañeros y fundamental en la historia de la interpretación en España, deja una filmografía que también incluye ‘El viaje a ninguna parte’, ‘París Tombuctú’, ‘Vete de mí’, ‘El séptimo día’ o ‘No sé decir adiós’

Juan Diego (a la izquierda), en el rodaje de 'Los santos inocentes' con Miguel Delibes (centro) y Alfredo Landa.

Con el fallecimiento de Juan Diego (Sevilla, 79 años) se va un a manera de entender su profesión y su vida, claramente marcada por el compromiso: artístico, social y político. Eso lo llevó a desarrollar su carrera en el teatro, donde debutó en 1957, y no fue hasta 1984 cuando recibió un personaje a la altura de su talento en el cine: el señorito Iván, de Los santos inocentes. Y a partir de ahí, la gloria. Y esa voz, cuyo poder descubrió de niño leyendo artículos de Pemán en el Abc a su tío ciego. “Aquel crío de siete años vivía muchas soledades recónditas. Devoraba muchos Reader’s Digests. Bueno, de ese niño queda el gamberro insospechado que saco cuando viajo al extranjero. Como no me conocen, puedo cantar, pegar voces, incluso burradas como mear en la calle, lo que pone enferma a mi chica. En realidad es la necesidad de seguir vivo, de sentirme vivo”, contaba en EL PAÍS en 2014.

El señorito Iván en Los santos inocentes (1984).

No hay un personaje más opuesto a los sentimientos y las creencias de Juan Diego que el señorito Iván. Pero el actor entendió la importancia de la película de Mario Camus, de dar vida a una lacra de la España rural. “Creo que mi fama de malencarado surge de esos papeles [históricos, o de villano], de alguna que otra bronca que sí tuve. Y de verdad que no tengo mala leche”, contaba.

Juan Diego y Josema Yuste, en 'La corte del faraón'.
Juan Diego y Josema Yuste, en 'La corte del faraón'.

Roberto, en La corte del faraón (1985).

Puede que no salga mucho, pero Juan Diego está divertido, como todo el reparto, y sirve como homenaje a la relación de profunda amistad que tenía con José Luis García Sánchez, director de esta comedia sobre una representación censurada de la zarzuela La corte del faraón. García Sánchez le definía como su “hermano”.

Francisco Franco, en Dragon Rapide (1985).

Otro personaje con el que el actor disfrutó a sabiendas de que se encontraba en lo opuesto a sus creencias. La película de Jaime Camino se desarrolla en las dos semanas previas al golpe de Estado de 1936, cuando el general Franco, desde las islas Canarias, pide a sus homólogos de confianza que contraten un avión, el Dragon Rapide del título, para llevarle desde el archipiélago al entonces Protectorado Español de Marruecos y encabezar la sublevación. Fue su primera candidatura al Goya.

Sergio Maldonado en El viaje a ninguna parte (1986).

Juan Diego encarna a uno de los actores de la troupe de los Galván en esta obra maestra de Fernando Fernán Gómez. Sergio Maldonado es un personaje tan doloroso como cáustico, tan consciente de que su mundo se acaba como amante de una profesión y de la vida: “Solo sé que borracho se está mejor que sobrio, y nada debe de importarnos mientras existan el vino y la amistad”.

San Juan de la Cruz, en La noche oscura (1989).

Otro de esos personajes más grandes que la vida que Juan Diego supo deglutir y sacar adelante. En un convento carmelita de Toledo, San Juan de la Cruz vive rodeado de oración, poesía mística y tentaciones. El actor se desnuda física y emocionalmente bajo la dirección de Carlos Saura.

El fraile Villaescusa, en El rey pasmado (1991).

En el siglo XVII, tras pasar una noche con una sensual prostituta, el rey Felipe IV de España decide que quiere ver desnuda a su esposa. Un antojo, una orden, que volverá loca a su corte y a todo el que le rodea. Su decisión provoca una verdadera revolución entre sus súbditos. Villaescusa, el personaje de Juan Diego, insiste en que la pretensión del monarca es un pecado grave que pagará toda España. No podrá detener los deseos reales, pero achacará todas las desgracias del imperio a esas pulsiones sexuales. Primer Goya a actor de reparto para Juan Diego en una hilarante comedia de Imanol Uribe.

Boronat, en París-Tombuctú (1999).

París-Tombuctú fue la despedida de Luis García Berlanga del gran cine. “Es el anarquista que todos llevamos dentro, la recopilación de esos pensamientos que reunimos en la vida de: ‘Hasta aquí hemos llegado”, contaba Juan Diego de su Boronat, con el que ganó su segundo Goya a actor de reparto.

Antonio Izquierdo, en El séptimo día (2004).

Emilio y Antonio Izquierdo son dos hermanos que viven en un pueblo de Extremadura. En un día a día anodino, aunque anclado en resquemores y heridas del pasado, rabia que una noche les llevarán a asesinar a nueve personas. Carlos Saura, con guion de Ray Loriga, se inspira en la masacre de Puerto Hurraco, y para estos hermanos contó con Juan Diego y con José Luis Gómez. El séptimo día es tan seca como cruda.

Santiago, en Vete de mí (2006).

En casa de Santiago, un actor de teatro, aparece su hijo Guillermo, un treintañero que ha vivido mimado en casa de su madre hasta que esta, harta, le ha echado. La relación paternofilial es compleja y divertida, o como dice su director, Víctor García León, “es la historia del padre de Edipo y la crisis de un Peter Pan de clase media”. Es una de las grandes comedias españolas de la historia, con un todo un reparto en su plenitud (¡cómo están Juan Diego y Juan Diego Botto!), con García León pletórico en la dirección y el control del tempo. Juan Diego ganó el Goya a mejor actor protagonista.

José Luis, en No sé decir adiós (2017).

Carla, una ejecutiva que se está autodestruyendo arrastrada por una vida vacía en Barcelona, recibe una llamada. Su padre se muere en Almería. Mientras que su hermana quiere preparar al padre para su final con cuidados paliativos, Carla, que llevaba años sin hablar con su progenitor, decide salvarlo como sea. Lino Escalera dirige, Pablo Remón escribe y Juan Diego, Nathalie Poza como Carla y Lola Dueñas como su hermana, Blanca, crean un drama familiar que duele hasta su último poro.

Daniel, el Guitarras, en El Cover (2021).

¿Qué hay detrás del cartón piedra y de los cantantes imitadores de Benidorm? Secun de la Rosa, debutando como director, bucea y homenajea a ese mundo. Una película que sufrió el parón de la covid, y en la que Juan Diego tiene un pequeño personaje, Daniel el Guitarras, un hombre lleno de amor por la música y cariño por la gente joven.

Y su mejor serie

Antonio Delgado, en Padre Coraje (2002).

Uno de esos personajes que han marcado el alma del audiovisual español. En 2002 Benito Zambrano reconstruyó en una miniserie la batalla de Francisco Holgado por llevar ante la justicia a los asesinos de su hijo, muerto en un atraco en una gasolinera en Jerez de la Frontera, donde trabajaba. En la pequeña pantalla, Holgado se convierte en Antonio Delgado, y Juan Diego aparece pletórico como este padre que baja a los infiernos con tal de lograr pruebas para obtener su reparación.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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