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Ignasi Aballí reinventa el pabellón de España en la Bienal de Venecia

‘Corrección’ es una rompedora propuesta arquitectónica sobre un edificio que celebra un siglo de vida

Pabellón español para la Bienal de Venecia 2022, una intervención de Ignasi Aballí.
Pabellón español para la Bienal de Venecia 2022, una intervención de Ignasi Aballí.Claudio Franzini (AECID)

El pabellón de España de la Bienal de Venecia es uno de los primeros edificios con los que el visitante se encuentra al entrar en los Giardini, el recinto que aloja la exposición general y las 79 propuestas nacionales incluidas en la 59ª edición que se celebrará entre el 23 de abril y el 27 de noviembre. La construcción, firmada por Javier Luque y luego intervenida por Joaquín Vaquero, fue inaugurada en 1922. A lo largo de un siglo, por sus paredes ha desfilado la obra de un millar de artistas con los que se puede resumir la historia reciente del arte contemporáneo español. Lo que hasta ahora no se había visto en el pabellón es la intervención total del edificio, una rompedora propuesta arquitectónica titulada Corrección realizada por el artista Ignasi Aballí con la complicidad de la comisaria Bea Espejo. El proyecto ha sido presentado este jueves en el renovado auditorio del Ministerio de Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

José Andrés Torres, presidente de Acción Cultural, y Guzmán Palacios Fernández, director de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID, han querido poner el acento en la importancia que cobra el arte para la convivencia. A propósito de la intervención del presidente de Ucrania en el parlamento español, han recordado que el mural Guernica fue presentado por Pablo Picasso en la Exposición Internacional de París de 1937.

Torres ha celebrado que la edición que ahora se inaugura tiene una gran representación de artistas españolas en la exposición central titulada The Milk of Dreams, en la que hay obra de doscientos artistas procedentes de 58 países. La selección confronta obras contemporáneas con nuevos proyectos concebidos específicamente para la Bienal de Arte. Entre las obras seleccionadas de artistas fallecidos, están Maruja Mallo (1902-1995) y Remedios Varo (1908-1963), la dibujante Josefa Tolrá (1880-1959) y la británica nacida en Las Palmas de Gran Canaria Georgiana Houghton (1814-1884). Las jóvenes elegidas son Teresa Solar (Madrid, 36 años) y June Crespo (Pamplona, 40 años).

Ignasi Aballí, durante la rueda de prensa este jueves para dar a conocer el proyecto español para la 59ª Bienal de Venecia.
Ignasi Aballí, durante la rueda de prensa este jueves para dar a conocer el proyecto español para la 59ª Bienal de Venecia. Javier Lizon (EFE)

Ignasi Aballí (Barcelona, 64 años) desgranó en la presentación que supo que su proyecto había sido elegido en 2020. Pero llegó el confinamiento y lo que se iba a mostrar en 2021 se pospuso, de manera que la Bienal coincidía con el centenario de la apertura del edificio de España. La propuesta afectaba al interior de la construcción y al exterior, a toda Venecia. Durante sus muchas visitas a la Bienal, Aballí había notado una rara relación entre el pabellón español y sus vecinos de Países Bajos. “Es un edificio girado respecto a los que le rodean”, explica el artista. “Está desajustado. Decidí jugar con la idea de rectificación y de error, a la vez que trabajaba con conceptos contrapuestos como recto y girado, o, por ejemplo, vacío y lleno”.

La comisaria resume el proyecto diciendo que el edificio ofrece una metaexposición en la que conviven dos arquitecturas. La nueva se ha instalado dentro de la vieja, y dentro de ambas no hay nada más. El proyecto es también un resumen del trabajo de Aballí porque contiene muchos de los temas que siempre han acompañado a su obra: el tiempo y su huella, la duplicidad del nombrar y el mostrar, la ausencia y la desaparición, la idea de malgastar, el error y la corrección o los límites del material de trabajo. Para Aballí, la suma de las dos estructuras podría del pabellón compone una escultura sobre la que el polvo o la luz actúan a capricho, como si fueran pinceles rascando una paleta de luces sensoriales.

Detalle de la transformación de Aballí del pabellón español.
Detalle de la transformación de Aballí del pabellón español.Claudio Franzini (AECID)

La intervención tiene una segunda parte en forma de siete libros que tienen que ver con el agotado modelo de turismo veneciano. Todos se distribuyen gratis y están ubicados en lugares no reconocibles por el visitante convencional. El juego consiste en localizar los escondrijos. Varios están situados en librerías a las que se quiere homenajear en estos tiempos tan complicados que en su caso se añade el ‘acqua alta’ que periódicamente anega las plantas bajas de los edificios.

“Queremos jugar con la velocidad de las visitas. Sabemos que cada pabellón consume unos tres minutos del recorrido de cada espectador. Buscamos velocidad lenta y abierta”, explica Bea Espejo. “Para ello proponemos un giro lento por una ciudad en la que lo más fácil es perderse”.

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