‘Para Chiara’, el día que supe que mi padre era un criminal
El momento en que los hijos de los gánsteres asumen a qué se dedican sus progenitores conforma uno de los más poderosos subtextos de las historias, y esta película lo trata de un modo central
En el primer acto de El padrino, el de la boda, Michael Corleone cuenta a Kay, su entonces novia, una historia real acerca de lo que supuso para él saber que su padre había enviado a Luca Brasi a hacerle a un empecinado productor musical “una oferta que no pudo rechazar”. En Universidad, el quinto episodio de la primera temporada de Los Soprano, uno de los más memorables, Meadow viaja en coche junto a su padre para ver centros donde estudiar al año siguiente, y en un momento de cierta complicidad entre padre e hija le espeta a bocajarro: “¿Eres de la Mafia?”. “¿Quién te ha contado eso?”, le responde un sorprendido Tony. A lo que Meadow, siempre inteligente, culmina con sencillez: “Papá, he vivido siempre en casa”.
En el terreno de la ficción mafiosa, ese momento en que los hijos de los gánsteres asumen al fin a qué se dedican sus padres conforma uno de los más poderosos subtextos de las historias. Para Chiara, película italiana dirigida por Jonas Carpignano, premio de la Quincena de Realizadores de Cannes, se acerca de nuevo a ese instante, pero no de un modo colateral sino esta vez central. El día que supe que mi padre era un criminal podría haber sido su título o subtítulo.
Como El padrino, Para Chiara arranca quizá no por casualidad con una celebración familiar. Mucho menos glamurosa, más cercana al chandalismo contemporáneo de Gomorra que a los trajes de corte italiano de la película de Coppola, pero fiesta al fin. Allí, como Vito Corleone y Connie, padre e hija bailan en un instante de bella y sincera comunión que esconde el más sórdido de los secretos. Un rato después se inicia el viaje al fin de la noche de esa adolescente de 15 años, que comienza a caerse del guindo. Carpignano, también guionista, articula una puesta en escena de cine social a la europea, muy de los hermanos Dardenne, con la cámara en el cogote de la chica y pleno movimiento, mientras la violencia de mayor o menor grado se dispara a su alrededor. Salvo en un par de secuencias en las que la cámara lenta subraya con énfasis la relevancia de ciertas acciones, el director establece un tono de evidente nervio para marcar la situación: risas desencajadas, móviles, redes sociales, falta de control de la voz y los gritos, pura pubertad.
Con poco diálogo y un guion muy básico, de mínimas ramificaciones y un engranaje férreo aunque poco ambicioso, Para Chiara corre el peligro en su núcleo central de convertirse en una obra de cierto ensimismamiento en su propia sistemática, jugándose todo al terreno de lo sensorial, al escrupuloso punto de vista, a la fina línea que separa el documental de la ficción y a la autenticidad de los intérpretes no profesionales, pues a las conversaciones parece faltarles una pizca de hondura. Sin embargo, tras la entrada en el relato de los servicios sociales y los programas de acogimiento, la película recupera con fuerza el interés, como una suerte de Los 400 golpes en versión ‘Ndrangheta calabresa.
La hija del hampa, como antes Meadow Soprano, como aun antes Michael Corleone, debe decidir si quiere entrar o decide salir. Si ofrecerle un gran regate al destino tras hacer, de nuevo, la gran pregunta: “¿Quién es papá?”. La poderosa elipsis final, de tres años, hasta su cumpleaños, ya con 18, tiene la respuesta. Y esta se enmarca en, quizá, la palabra clave de la película: la supervivencia, y cómo debe entenderse a ambos lados del tablero.
Para Chiara
Dirección: Jonas Carpignano.
Intérpretes: Swamy Rotolo, Carmela Fumo, Claudio Rotolo, Rosa Caccamo.
Género: drama. Italia, 2021.
Duración: 121 minutos.
Estreno: 1 de abril.
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