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D’Annunzio, el genio contradictorio: fascista y enfrentado a Mussolini

El actor Sergio Castellitto interpreta en ‘El poeta y el espía’ al escritor y militar italiano en sus últimos días: “Estoy en contra de cualquier forma de censura y contra el riesgo de lo políticamente correcto”

El actor Sergio Castellitto interpreta al escritor italiano Gabriele d’Annunzio en 'El poeta y el espía'. En el vídeo, el tráiler.

Un hombre mayor se amarra a la juventud con el sexo frenético y la droga, aunque comienza a sufrir algún síntoma senil: busca ratas que los demás no ven en una ciudadela de la que no puede salir. El anciano Gabriele D’Annunzio (Pescara, 1863-Gardone Riviera, 1938) es un personaje desdoblado, y así lo muestra el director Gianluca Jodice en El poeta y el espía, que se estrena este viernes. Sergio Castellitto (Roma, 67 años) interpreta los últimos años de este hombre que fue un escritor admirado por autores como James Joyce o Marcel Proust y, al mismo tiempo, el militar que inspiró al fascismo al liderar la invasión y conquista de la ciudad croata de Rijeka ―llamada entonces Fiume― en 1919. El actor, que para el filme se caracterizó como un señor calvo y achacoso, vuelve a lucir melena en una videollamada en la que trasmite su pasión por D’Annunzio: “Era un genio con todas sus contradicciones, fue un fascista y, a la vez, un antifascista”.

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La película, ambientada en los años treinta, se centra en la relación que D’Annunzio establece con el joven secretario federal Giovanni Comini (Francesco Patanè), quien debe vigilar al escritor para que no perjudique la alianza de Italia con la Alemania nazi, pues se muestra contrario a las relaciones con Hitler. “Lo encierran en el Vittoriale degli italiani, una cárcel dorada, y lo llenan de riqueza para que se quede callado, para que no represente un problema, porque era una persona muy escuchada”, asegura el actor y también director de películas como Fortunata (2017) y No te muevas (2004).

Castellitto expone la evolución de D’Annunzio: “Estaba totalmente en contra del fascismo en su última etapa vital. Eso no quita que en una fase temprana fuera afín al partido de Mussolini, de hecho se tenían aprecio mutuo”. Él defiende que se retrate ese periodo histórico sin necesidad de entrar en lo moral, solo por la voluntad creadora. “Estoy en contra de cualquier forma de censura y contra el riesgo de lo políticamente correcto. ¿Recuerda la película El guateque? El personaje que hacía de indio, Peter Sellers, tenía la cara pintada de oscuro. Me pregunto si hoy en día generaría críticas por parte del público. Tenemos que plantearnos dónde está la libertad, dónde está la censura y cuáles son sus límites”, cuestiona el protagonista de El último verano (2009) o Deliciosa Martha (2001). “Los artistas tienen que aspirar a la libertad”, se responde.

El actor considera que el escritor aportó a Italia la capacidad de escandalizar, no solo con su actitud: “Todos conocemos su obsesión por el sexo, por el género femenino, su gran amor hacia Eleonora Duse. Yo hablo más bien del escándalo que desprende su escritura; su capacidad de inventar palabras, imágenes, de analizar de forma muy detallada el espíritu. Creo que los grandes poetas son un poco provincianos, nacen de una dimensión muy pequeña y paulatinamente crecen hasta convertirse en gigantes”. No encuentra a nadie que se le compare, que sea capaz de fundar una república como lo hizo él, “en la que dio derecho de voto a las mujeres e implantó una libertad sexual”. Lo considera una persona adelantada 50 o 100 años a su tiempo. No es el único, se le apodaba il Vate (el profeta). “Él decía que la verdadera obra maestra era su vida”, recuerda el actor sobre la amplia trayectoria de D’Annunzio, en la que conjugó labores de novelista, dramaturgo, periodista y político.

Las aspiraciones mermadas del artista se pueden resumir en una frase del protagonista de El poeta y el espía: “Te das cuenta de que aquello que habías imaginado, sobre el papel parece banal, estúpido. El lenguaje vuelve extraño lo que es íntimo. Igual con la política”. D’Annunzio no estuvo directamente implicado en los gobiernos fascistas italianos; pasaba sus últimos días dedicado a la escritura, y fue reconocido entre los más reputados del siglo XX. Además de haber escrito el guion del péplum Cabiria (1914), redactó novelas como El placer (1889). Este libro captó la atención del hijo de Castellitto, de 27 años, durante el rodaje de su padre. “Me dijo que estaba impresionado con la belleza de la novela. Y es que era y sigue siendo moderna”, asegura.

La preocupación de D’Annunzio era precisamente envejecer, un miedo común que se ensaña con quien, como él, “basa su vida en su fuerza física y sexual”. Castellitto expresa que cuando el militar siente que ha llegado al ocaso de su vida mantiene ―de forma casi patética― los iconos que le han marcado, como la cocaína o las mujeres. Aun así, dos sentimientos impregnan al personaje: “La melancolía y la decadencia, que siempre estuvo agarrada a él”.

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