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El horror de ETA devuelve al cine a Ángeles González-Sinde 14 años después

La exministra dirige ‘El comensal’, adaptación del impactante fenómeno editorial en el que Gabriela Ybarra volcó en 2015 su historia familiar

Rocío García
El comensal
La directora Ángeles González Sinde durante el rodaje de 'El comensal', junto a Adriana Ozores y Ginés García Millán.Mikel Larrea

Han tenido que pasar 14 años para que Ángeles González-Sinde encontrara una historia que la empujara a ponerse de nuevo tras una cámara de cine. Es la historia que la escritora Gabriela Ybarra contó en su impactante novela El comensal (Caballo de Troya, 2015), en la que volcó las secuelas que supuso para su familia el asesinato a manos de ETA de su abuelo paterno, el empresario y político Javier de Ybarra, en el verano de 1977. Es a la vez la historia del dolor de la autora por la muerte de su madre tras un cáncer devastador, que le hizo remover los cimientos de su pasado.

El libro se convirtió en un fenómeno editorial inesperado ―era el debut literario de la autora― y sobrecogió a González-Sinde, que persiguió su adaptación al cine desde que lo leyó: “Yo he pasado duelos en mi vida muy duros y este tipo de lecturas me consuela y alivia”. Estos días está viajando por las calles de Pamplona y Bilbao, por pueblos y montes del País Vasco, para dar vida a esta historia que supone su vuelta al cine tras Una palabra tuya (estrenada en 2008), su último largometraje antes de convertirse en ministra de Cultura en 2009.

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“Para mí, la gran pregunta después de una pérdida es cómo seguir viviendo, cómo resolver el duelo. Esta película es otra versión de la novela. No es la historia de una familia real, ni siquiera los nombres son los mismos. El filme trasciende el caso concreto de la familia Ybarra”, asegura la directora, guionista y escritora, que también fue presidenta de la Academia de Cine y actualmente preside el patronato del Museo de Arte Reina Sofía, en un descanso del rodaje que se desarrolla en los pasillos y habitaciones de un hospital en las afueras de Pamplona. El comensal, cuyo guion firma la propia directora junto a Gabriela Ybarra, está protagonizado por Susana Abaitua, Adriana Ozores y Ginés García Millán.

Además del duelo, otro gran protagonista del libro es el silencio. Al dolor por el asesinato de un familiar o un amigo seguía el obligado silencio ante esa tragedia. Uno se convertía en sospechoso por el hecho de ser familia de un asesinado, un secuestrado, un guardia civil o un policía. No se hablaba de ello. Era como ese comensal que nunca se sentaba en la mesa, aunque tuviera platos y cubiertos dispuestos sobre el mantel.

El reencuentro de González-Sinde con el cine está siendo feliz. Su andar tranquilo lo refleja bien. Lo vive como el regreso a una casa conocida. Tampoco ha tenido mucha prisa por dirigir porque, asegura, ha disfrutado escribiendo guiones, novelas o artículos. “Tras mi paso por el ministerio redescubrí la escritura”, dice. Confiesa, ahora con mirada risueña, que pensó que la productora, una mujer joven que había comprado los derechos de la novela, no iba a aceptarla como directora por la edad, 56 años. No fue el único temor. El proyecto ha pasado por diversas vicisitudes, como su rechazo en dos convocatorias de ayudas por parte del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales) del Ministerio de Cultura. “La tercera vez que lo presentamos y que era nuestra última oportunidad nos concedieron la ayuda. Gracias a ello y a Televisión Española hoy podemos rodar”, asegura aliviada.

Rodaje de 'El comensal’, basada en el libro homónimo de Gabriela Ybarra.
Rodaje de 'El comensal’, basada en el libro homónimo de Gabriela Ybarra.Mikel Larrea

“El libro de Gabriela es pudoroso y contenido pero, al mismo tiempo, muy expuesto y valiente. España es un país donde hay mucha violencia social silenciada sin reparar, ya sea en el tema de las fosas o los fusilamientos tras la Guerra Civil o por el terrorismo. La familia víctima del terrorismo de ETA no podía expresar su dolor, a su alrededor solo veía incomprensión y tuvo que silenciar su angustia. El personaje del padre, hijo del asesinado por ETA, guarda todo su dolor por propia defensa. En cambio la hija, tras la muerte de la madre, abre un duelo que estaba congelado desde hacía 40 años y que proyecta una sombra sobre la familia, la sombra de ese comensal que se sienta a diario en las comidas aunque sea invisible. Ella trata de desactivar a ese comensal y hacerlo presente”, explica la cineasta, tras rodar la que quizá sea la escena más dolorosa del guion, aquella en la que los médicos advierten a la madre, en presencia de su marido y su hija, que tiene una metástasis explosiva en su cuerpo.

En El comensal flota un debate entre el desgarro, el pudor y la búsqueda de una intencionada huida del abuso del dolor y el sufrimiento, centrándose en la impotencia y en la relación entre el padre y la hija, en la manera diferente de enfrentarse a la muerte y en la importancia de la transmisión generacional de la memoria familiar y colectiva, tema que obsesiona a González-Sinde desde hace tiempo y que ahora acaba de reflejar en su última novela, El cielo profundo, publicada en audiolibro. El cielo profundo (Audible) narra la historia de una niña, nieta de una represaliada por la Guerra Civil, que tiene ausencias. Una doctora rural recién llegada al pueblo descubre que esas ausencias se deben a una historia familiar silenciada, la de la represión brutal que sufrieron los maquis en el año 1947 en Teruel. “La transmisión a nuestros hijos no solo se produce por comportamientos activos, sino por silencios y omisiones en la creencia de que les estamos protegiendo. Pero en el fondo, lo único que hacemos es condicionar su educación sentimental y afectiva, su manera de enfrentarse al mundo”, concluye la directora, antes de que la reclamen en el set de rodaje.

Vocación de cine comercial

Hija de productor, Ángeles González Sinde tiene claro que su vocación es comercial. “Uno hace cine para llegar a mucha gente, porque si no escribiría poesía, por ejemplo. Vivimos un momento en el que el cine se ha transformado y el apoyo de las televisiones y las plataformas, además del de la taquilla, es fundamental. Pero hay temas o asuntos que estas plataformas no consideran atractivos para el público masivo y por ello ciertas películas dirigidas a un espectador más adulto se están quedando en una zona marginal. Yo intento conciliar el retrato social con un atractivo comercial, que no siempre es fácil. No hago cine de arte y ensayo, aunque es el cine que a mí me gusta como espectadora”, dice la directora.

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