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ESTRENO | 'La suerte dormida'

Ángeles González-Sinde debuta con una intriga de "abogados"

La actriz Adriana Ozores, junto a José Soriano, interpreta 'La suerte dormida'

Elsa Fernández-Santos

Es un género conocido: un abogado de poca monta (mejor, fracasado) afronta con cierta desgana un caso aparentemente sencillo. Pero el abogado tiene olfato, indaga, y el caso deja de ser simple. David empieza su batalla contra Goliat. La guionista madrileña Ángeles González-Sinde, de 37 años, debuta como directora con La suerte dormida, la historia de una abogada laboralista (Adriana Ozores) que empieza a tirar de la manta de la muerte, aparentemente por azar, del trabajador de una mina en las obras de ampliación del aeropuerto de Barajas. Un caso que se vuelve obsesivo para una mujer solitaria que vive con su padre anciano (José Soriano) tras morir su marido y su hijo. La historia de una "muerte laboral" que, entre el melodrama y la película de juicios, supone la ópera prima de la guionista de La buena estrella, Segunda piel, Las razones de mis amigos o El misterio Galíndez, entre otras.

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"Dirigir nunca ha sido una ambición para mí, pero sí quería aprender más y dirigir era una manera de ahondar en este aprendizaje. Un guionista está demasiado solo", asegura la directora.

Empezar ese aprendizaje con La suerte dormida ha sido, según explica, una casualidad. "No ha sido una decisión muy consciente, la historia me gustaba y me decidí por ella. El género de abogados siempre me ha gustado mucho, está muy vinculado al cine americano porque gracias a su sistema judicial las películas de abogados son especialmente dramáticas. En nuestro sistema de derecho casi todo es por escrito y los juicios no resultan igual de cinematográficos. En La suerte dormida tan sólo abordamos la investigación preliminar y las declaraciones orales", cuenta González- Sinde.

La voz del narrador

La directora, que ha trabajado el guión junto a la novelista Belén Gopegui, escribe: "Fue en la primavera de 1999 cuando por primera vez escuché la historia de un accidente en una mina próxima a Madrid en el que había muerto un chico. Pero no fue ni la mina, ni el accidente, ni tan injusta y prematura pérdida lo que más llamó mi atención. Como tantas otras veces, lo que me impactó fue la voz del narrador (el abogado que llevó el caso), su tono, en cierto modo su desapego y, a la vez, su respetuosa ternura mientras me relataba esta historia". "Cuando el abogado terminó su relato, le miré con admiración, con una admiración que todavía no le he expresado porque quizá todavía hoy no he salido de mi asombro, y pensé: ¿cómo se puede saber que todo está mal y aun así seguir luchando? ¿Cómo pueden aquellos que, como los abogados laboralistas, tratan cada día con el desorden, seguir luchando por el orden? ¿Cómo no se pierde la fe? Eso me pregunté y ésa es la cuestión que me propuse indagar en forma dramática".

Adriana Ozores, Ángeles González-Sinde (en el centro) y Félix Gómez.
Adriana Ozores, Ángeles González-Sinde (en el centro) y Félix Gómez.EFE
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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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