Ricardo Gómez: “Siento la pulsión de contar mis propias historias”
Tres años después de dejar su papel de Carlitos Alcántara en ‘Cuéntame’, el actor estrena en cine ‘Mía y Moi’ y en teatro ‘El hombre almohada’
A media mañana de un jueves en Madrid, poca gente reconoce a Ricardo Gómez (Collado Villalba, 27 años). Y cuando descubren bajo su barba a Carlitos Alcántara, Gómez saluda con cariño. Cuéntame cómo pasó le ha marcado de por vida, aunque él ahora luche —sin renegar de ello— por que no marque su carrera (dejó la serie en 2018). Es un día especial: esa noche fallecerá en la pequeña pantalla su padre en la ficción, Antonio Alcántara. Además, falta solo un día para que el actor estrene película (Mía y Moi) y obra de teatro (El hombre almohada). Viene de jugar al fútbol en el Retiro (no lo cuenta, pero ha marcado un golazo, según sus compañeros, que le califican de buen delantero, muy asociativo y solidario con el equipo), y la alergia le ha respetado. Así que parece un día perfecto para hablar con alguien que puede ver toda su infancia y adolescencia —17 años de su vida— en TVE A la carta.
“Llego un poco con la lengua fuera”, reconoce Gómez. Se mesa la barba, más larga de lo habitual. “La necesitaba para la obra y en la película que acabo de rodar [La casa entre los cactus] me la han aceptado; ha sido un alivio. Ahora, en un mes me pelaré”, resopla. “He sudado en el partido...”. Define el fútbol como un oasis, un momento solo para él. “Me relaja, solo tengo que pensar en meter la pelota entre los tres palos”, reconoce. Y comienza a desmenuzar sus últimos trabajos. Como Mía y Moi, el debut en la dirección de su representante, Borja de la Vega, en un asfixiante drama protagonizado por dos hermanos (a los que dan vida él y Bruna Cusí, su pareja en la vida real) y el novio de él (Eneko Sagardoy). “Cuando las cosas nacen desde el cariño, se aceptan. A toro pasado, es cierto, podía haber sido un desastre”, y suelta una carcajada. “Al final, yo tiendo a trabajar mucho con amigos [pone ejemplos como De la Vega, Juan Echanove, su tío en Cuéntame y con quien ha hecho teatro, y Óscar Aibar —veterano cineasta, con quien Gómez estrena en el próximo festival de Málaga El sustituto, y que ha dirigido 40 episodios de Cuéntame—], porque me gusta generar cosas con gente que quiero y admiro”. Dicho lo cual, recuerda que tuvieron “suficiente inteligencia emocional” para que en un momento malo en el rodaje, “como se da en todos los rodajes”, pararan a hablar antes de que se enquistara una situación. “Y se solucionó”.
Sobre su trabajo con dos ganadores del Goya (Cusí por Verano 1993; Sagardoy por Handia) no ve en ello nada más que una anécdota. “Porque el premio no es más que una circunstancia. Ellos son de los mejores actores de su generación porque así es, no porque tengan ese galardón. Bruna es pura naturalidad, Eneko te aprieta y aprieta. A mí me gusta trabajar con los grandes. Y el ejemplo [vuelve al fútbol] es Piqué, que ha sido mejor central junto a Pujol que sin él”. Esa sensación ya la tuvo en Cuéntame. “Porque crezco con buenísimos intérpretes al lado, como en 1898. Los últimos de Filipinas”.
¿Busca Gómez guiones que lo lleven al extremo opuesto del imaginario popular creado por su Carlitos o le van llegando así? “Las dos cosas. Daniel Radcliffe, y lo digo con la boca pequeña, ha sido un referente para mí. Siempre sentí que lo que a él le pasaba a nivel planetario a mí me ocurría un poquito a nivel nacional”, reflexiona. “La distancia es evidente, pero Radcliffe y Robert Pattinson son muy buenos ejemplos a seguir, como gente que sobrevive a sagas meteóricas. En fin, cada uno vive en industrias distintas. La apuesta salvaje de Pattinson por el indie no sé si yo la puedo afrontar. Aunque es obvio que será difícil que vuelva a encarnar al hijo bueno de una familia española en la Transición. Me gustan los retos, no las repeticiones, y si puedo generar esos proyectos, mejor. Pero mi nombre no levanta la financiación de una película”.
La higiene mental de no ver ‘Cuéntame’
Última pasada sobre Cuéntame. “No veo la serie desde que la dejé. Por higiene mental, por favor, que estuve allí 17 años. Aunque a veces mis compañeros me avisan para que vea algunas cosas”, reconoce, y explica aquel final: “Cuando salí, sentí que para muchos empezaba de cero. Sé que soy popular, claro, y con todo ese bagaje detrás, pero ante la gente que me interesa como artista tengo que batallar. Por esa sensación de ‘este chaval ya está megadescubierto”.
Si Moi es un personaje muy encerrado, “un tipo que en ese momento de su vida es incapaz de expresarse y decir lo que quiere”, Michal, su joven discapacitado en la obra El hombre almohada, de Martin McDonagh, está en el otro extremo. “Es curioso que siendo los más distintos que he encarado se estrenan el mismo día. Porque Michal, por sus problemas de aprendizaje marcados por palizas paternales y un encierro de siete años, no deja claro si no se entera de nada o es superlúcido y no quiere mostrarlo. Y no para de hablar. Él ve lo que ve y oye lo que oye. McDonagh trata al espectador de manera muy inteligente, y a la vez no se justifica. Y por eso es un genio”.
En un futuro más allá de ponerse ante las cámaras y subirse a los escenarios, Gómez ansía dirigir. “No quiero vender la piel del oso antes de cazarlo, pero me gustaría verme ahí dentro de unos años. Me encanta interpretar, nunca lo dejaré... y a la vez está esa pulsión de contar mis propias historias. Son muchos años adoptando el punto de vista de otra gente”, señala. “Y me toca mostrar el mío”.
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