Belén Cuesta y Ricardo Gómez se sumergen en el dolor de la infancia
David Serrano estrena en los Teatros del Canal ‘El hombre almohada’, una obra capital del dramaturgo y cineasta británico Martin McDonagh
¿Tiene consecuencias el dolor sufrido en la infancia? ¿Qué sucede cuando sobre un escenario se juntan cuatro psicópatas con un pasado trágico? ¿Es el artista responsable de lo que los espectadores o lectores perciben de sus obras? Martin McDonagh, el prestigioso dramaturgo, guionista y director de cine británico, se asoma a los escenarios de Madrid con una de sus obras capitales, El hombre almohada, una tragedia con tintes de humor negro que indaga en los traumas infantiles pero también en las relaciones de amor y soledad. David Serrano dirige esta versión adaptada por el mismo, con Belén Cuesta, Ricardo Gómez, Juan Codina y Manuela Paso. La función se representa en los Teatros del Canal desde el próximo día 21 hasta el 13 de junio. Martin McDonagh (Londres, 1970) es, entre otros muchos trabajos, el guionista y director de Tres anuncios en las afueras, película que consiguió dos Oscar para los actores Frances McDormand y Sam Rockwell en 2018.
Un lugar opresivo, oscuro, tapizado con enormes cortinas de plástico transparente. Un espacio que ayuda a la angustia que se vive en esa sala de interrogatorios y torturas en una dictadura de un supuesto país del este de Europa, en los años cuarenta o cincuenta. Katurian, una autora de cuentos ha sido detenida y está siendo interrogada por dos despiadados agentes policiales a propósito de unos asesinatos sospechosamente parecidos a los relatos que ella escribe, y de los que acusan a su hermano, un joven discapacitado mental. En ese único escenario se asiste a una tremenda historia en la que se entremezcla la vida de la propia autora con la recreación de algunos de sus relatos, muchos de ellos muy personales, y que va transitando y buceando en los traumas infantiles que arrastran esos cuatro adultos supervivientes, mientras surgen discusiones y reflexiones sobre los abusos sexuales, el arte, la literatura, la libertad de expresión y el amor fraternal.
Un escenario de horrores pero en el que no falta un afilado sentido de humor negro, algo que resalta su director David Serrano (Madrid, 1975) que quedó fascinado con la lectura del texto de McDonagh hace tres años y que le ha perseguido desde entonces. “El hombre almohada es quizás la obra cumbre de McDonagh. Habla con una brillantez exquisita de cosas que no son fáciles de escuchar y muestra situaciones que tampoco son fáciles de contemplar. El mundo para McDonagh es un lugar hostil en el que pocas cosas nos ayudan a escapar del horror”, explica Serrano tras un ensayo en una sala de teatro de El Escorial (Madrid). Con consentimiento del propio McDonagh, Serrano, que ha realizado una adaptación muy fiel del texto, ha cambiado el sexo de dos de los personajes de la obra original, pensada para cuatro hombres. “Creo que el hecho de que la protagonista, Katurian, sea una mujer y uno de los agentes policiales también, hace que el texto sea más rico y original. Se escriben pocos personajes sádicos, oscuros y psicópatas para mujeres”, asegura el director.
Tanto Belén Cuesta como Ricardo Gómez, los protagonistas de la función, se enfrentan como intérpretes por primera vez a una obra de McDonagh y los dos hablan de fascinación, brutalidad y belleza. “Me dio absoluto vértigo cuando leí la obra. Nunca había hecho nada igual. Es un texto violento pero con una gran hermosura. McDonagh nos ofrece un relato brutal pero con un mensaje positivo dentro de la crudeza”, asegura la actriz sevillana de 37 años. Sobre su personaje, la escritora Katurian, gira la historia. “Ella es una mujer cuidadora, que ha salvado a su hermano y que sobrevive gracias a la literatura. Es una artista que se debate entre si tiene más sentido vivir o que su obra permanezca en el futuro. Se plantea la literalidad con la que se ve el arte y el peligro que eso puede conllevar”, explica Cuesta, mientras el actor que hace de su hermano en la función, Ricardo Gómez (Madrid, 1994), resalta la complicación de unos personajes fascinantes pero crueles, barnizados por una capa de humor y ligereza. “El hermano al que todos llaman ‘el retrasado’ no entiende de dobleces, ni ironías. El ve lo que ve y oye lo que oye. Esta obra pretende poner un espejo a la violencia. Es un teatro que requiere un espectador activo. Es una oda a la incorrección de la que nadie, ni los actores ni el público, va a salir indemne. Es todo un canto a la vida, al amor y la literatura”, asegura Gómez.
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