Cristóbal Halffter, un nombre que significa música
Fue el más alemán de los músicos españoles, por herencia familiar, apellido y una estancia notable en Centroeuropa, y a la vez el más ardientemente hispano de la generación de la vanguardia
Setenta años del siglo XX y los veinte y pico del XXI constituyen una ventana histórica formidable para haber visto pasar todo un vendaval de revoluciones y cambios. En plenos años cincuenta del pasado siglo, Cristóbal Halffter ya sonaba como el nombre clave de la generación joven, aquella nacida apenas seis años antes de la Guerra Civil y que pasó su adolescencia en los fríos cuarenta. En esos mismos años cincuenta, Cristóbal ya aparecía en las trémulas fotos que acompañaban la visita de Igor Stravinski a Madrid. Y, sin embargo, todo estaba por hacer. A finales de los cincuenta, Halffter se hermanaba con sus compañeros de generación en la aventura del Grupo Nueva Música (con De Pablo, García Abril, Barce… y la mirada tutelar de Enrique Franco).
En apenas unos pocos años, ya eran los traviesos de la música española, aquellos que escandalizaban con sus túmulos de sonidos y su bagaje intelectual. Halffter, por ejemplo, fue nombrado catedrático de composición y director del Conservatorio de Madrid, en un golpe audaz, y, poco tiempo más tarde, algo nunca bien explicado le obligaba a abandonar esa casa que ha tardado décadas en recuperar ese tiempo perdido.
Y, a continuación, andando los sesenta, Halffter ya entraba en la electrónica, las masas orquestales, la maestría trascendental del manejo de la orquesta, las sutilezas contrapuntísticas que han ordenado su prodigiosa serie de cuartetos de cuerda y, después, una serie de óperas levantadas a golpe de energía no exenta de lírica y de aperturas a la tradición española del siglo de oro.
Halffter, el más alemán de los músicos españoles, por herencia familiar, apellido y una estancia notable en Centroeuropa, con acreditada presencia en la editorial Universal, la más prestigiosa de Europa, con notables incursiones en la dirección de orquesta aquí y afuera, Halffter, en suma, se mostraba como el más ardientemente hispano de la generación de la vanguardia.
Los más grandes del grupo artístico que dieron a España patente de modernidad nos van dejando, es ley de vida, pero la orfandad que dejan no será solo el llanto de los que lo conocimos y compartimos con él aventuras musicales en las que derrochó generosidad y templanza, es la sensación de que queda pendiente una carga a la que sumamos la parte europea que ya nos corresponde por historia.
Si la reflexión posterior al luto y la pena debe servirnos para algo, hagamos de ella obligación de volver a ligar la aventura de la creación musical a las cotas más elevadas de nuestra convivencia, algo que se estaba diluyendo en una atmósfera cultural compleja como la actual. Si la muerte física es algo difícil de gestionar para el amigo, el familiar, el aficionado, la desaparición histórica debería servir para relanzar un proyecto que parece más vivo que nunca, la modernización definitiva de la música española, el proyecto de Cristóbal Halffter.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.