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Crítica | Reina de corazones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El lado oscuro del empoderamiento

El incesto es uno de esos tabúes occidentales que permanecen casi intactos, pero 'Reina de Corazones' no es una película sobre un escándalo social, es una película mucho más demoledora

Trine Dyrholm y Gustav Lindh en 'Reina de corazones'. En vídeo, un adelanto de la película.
Elsa Fernández-Santos

Reina de corazones es una película incómoda de ver pero que tira del espectador como un imán. La directora danesa May el-Toukhy (aquí también coguionista) logra con la ayuda de la actriz Trine Dyrholm la composición de un personaje femenino de enorme complejidad que lleva al paroxismo el arquetipo de la cruel madrastra. El personaje, Anne, es una abogada de éxito especializada en menores que han sufrido algún tipo de abuso. Una mujer con carácter y poder, dentro y fuera de su casa, que atraída por su juventud y rebeldía tiene un affair con el hijo adolescente de su marido. La mitad de la película describe esta atracción sexual, la otra mitad sus consecuencias. El incesto es uno de esos tabúes occidentales que permanecen casi intactos, pero Reina de Corazones no es una película sobre un escándalo social, es una película mucho más demoledora.

REINA DE CORAZONES

Dirección: May el-Toukhy

Intérpretes: Trine Dyrholm, Gustav Lindh, Magnus Krepper, Frederikke Dahl Hansen.

Género: drama. Dinamarca, 2019

Duración: 127 minutos

La película tiene elementos de noir y de melodrama para narrar una historia que resulta inquietante desde su presentación. La presencia constante de la naturaleza (el bosque, los árboles, el río, incluso las plantas de interior de la burguesa casa familiar) dota a la narración de un ritmo cadencioso y fatal. Estamos en un país escandinavo, en una sociedad rica, moderna y en apariencia ordenada y armoniosa. El interior de la casa responde a este falso orden, lo que ocurre fuera de ella no.

La película compone un personaje femenino sin ningún paño caliente pero con infinidad de matices que a veces nos alejan y otras nos acercan a ella. Es una abogada implacable y una mujer disciplinada: hace deporte y en su mesilla de noche hay una crema de manos que se aplica antes de dormir. Ella es rubia y fuerte, el hijastro moreno y problemático. El actor Gustav Lindh hasta tiene cierto parecido a Kafka de joven. Son solo detalles integrados en una película que se deja de sutilezas en el primer encuentro sexual con el chico. Una secuencia chocante que rompe cualquier atisbo de romanticismo en el relato y que marca un inquietante giro moral en la película. En una secuencia anterior, la seductora madrastra también se ha mirado en su propio espejo. Desnuda necesita comprobar que la carne sigue viva y en su sitio.

Frente al reclamo de una mayor presencia de cine hecho por mujeres y sobre mujeres esta película tienen el mérito de ir a contracorriente de los nuevos clichés del empoderamiento femenino para advertir del lado oscuro del poder, ese que no distingue entre géneros.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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