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Crítica | Queen & Slim
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Beyoncé & Clyde

El olfato visual y musical de Matsoukas convierte 'Queen & Slim' en una película de una estética admirable

Imagen de 'Queen & Slim'. En vídeo, un avance de la película.
Elsa Fernández-Santos

En una de sus imágenes más conocidas, la del videoclip de Formation, Beyoncé aparecía subida al techo de un coche de la policía en una anegada Nueva Orleans posterior al huracán Katrina. La pieza, firmada por la directora Melina Matsoukas, estaba plagada de guiños a la cultura negra, al sur de Estados Unidos y al movimiento Black Lives Matter. Matsoukas debuta ahora en el largometraje con Queen & Slim, filme en el que regresa al paisaje y la iconografía de aquellos brillantes minutos para Queen Bey.

QUEEN & SLIM

Dirección: Melina Matsoukas

Intérpretes: Daniel Kaluuya, Jodie Turner-Smith.

Género: road movie, Estados Unidos, 2019

Duración: 132 minutos

Escrita y producida por la conocida activista LGTBI y del Black Lives Matter Lena Waithe, Queen & Slim ha convertido a Matsoukas en un nuevo referente del blaxploitation. Su película es una estilizada road movie sobre una pareja de fugitivos interpretada por los británicos Daniel Kaluuya y Jodie Turner-Smith. El arranque del filme es poderoso en todos los sentidos: una cita de Tinder que se precipita hacia una desesperada huida cuando un policía blanco convierte una simple amonestación de tráfico en un punto sin retorno en la vida de dos personas negras. Inspirada en sucesos reales, como el que en 2015 acabó con la vida de Sandra Blast, la película reclama la épica de clásicos como Bonnie & Clyde (aquí los dos forajidos también acaban siendo un símbolo contra el sistema) o Thelma y Louise (los márgenes de ese mismo sistema como un insospechado territorio de descubrimiento y libertad).

El olfato visual y musical de Matsoukas convierte Queen & Slim en una película de una estética admirable con referentes que van de Hype Williams y su largometraje de 1998 Belly, a un tratamiento del color y la luz que recuerda a algunos trabajos de Philiph-Lorca Di Ciorcia, o una banda sonora que incluye a Lauryn Hill, Luther Vandross o Fela Kuti. Pero la película se alarga de forma innecesaria durante más de dos horas y su esfuerzo estético (y ético) está muy por encima de su guion. Sobran algunos personajes secundarios (concretamente la pareja de activistas blancos del final) y aunque Daniel Kaluuya y sobre todo Jodie Turner-Smith podrían estar a la altura de este coqueteo con la épica de los forajidos, su recorrido interno no lo está.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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