El enigma de las pinturas rupestres de hace 30.000 años
Un estudio revela el origen Paleolítico de unos dibujos hallados en una gruta del País Vasco y que no se corresponden con ningunos conocidos
Los expertos siempre se hacían la misma pregunta. ¿Por qué el arte premagdalensiense era tan escaso en el País Vasco, una etapa que se extendió entre hace al menos 20.000 y 30.000 años, a pesar de la existencia de numerosos yacimientos de la misma época al otro lado de los Pirineos y en Cantabria? Un vacío que nadie parecía poder responder. Ahora el estudio Filling the void: a new Palaeolithic cave art site at Danbolinzulo (Rellenando el hueco: un nuevo yacimiento de arte rupestre), realizado por las universidades de Durham (Reino Unido), País Vasco y la Complutense de Madrid ha encontrado dos posibles respuestas. Para lanzar sus hipótesis los expertos han analizado las pinturas recién halladas en las cuevas de Danbolinzulo (Zestoa, Guipuzkoa), con 35 grafías. Sus conclusiones son las siguientes: el área del País Vasco era una zona disputada entre sus vecinos del norte y del oeste, por lo que los artistas locales decidieron marcar la zona con su propio estilo autóctono, o quizás gente que vino del norte terminó plasmando en las paredes de sus grutas los dibujos típicos de su zona. Así llenaron las cuevas de ciervos, cabras, puntuaciones, triángulos (vulvas) o cuadrados mientras las otras culturas próximas se inclinaban por mamuts, bisontes, leones u osos.
La cueva de Danbolinzulo fue descubierta en 1980 en las lomas del monte Ertxiña (Zestoa, Gipuzkoa) por el grupo local Antxieta Arkeologi. Los arqueólogos la exploraron y encontraron restos de cerámica y fauna, que dataron entre los periodos Neolítico (7000 al 4000 a. C.) y Edad de Bronce (1700 al 800 a. C). Pero no fue hasta 2014 cuando volvió a ser explorada, bajo la dirección de María José Iriarte (Fundación Ikerbaske), detectando las primeras representaciones gráficas cuyo significado ha desvelado ahora el estudio firmado por Blanca Ochoa, Marcos García-Díez e Irene Vigiola-Toña. En resumen, se trataba de pinturas y grabados sobre la piedra realizados durante el Paleolítico Superior (entre hace 45000 y 13000 años) por cazadores-recolectores.
Para adentrarse en esta oquedad de solo 12 metros de profundidad hay que atravesar una entrada de solo dos metros de anchura por 0,8 de altura. Se cree que inicialmente el hueco era mayor, pero deslices del terreno lo redujeron. Nada más entrar, se accede a una cámara de 25,5 metros de ancho, 10 de longitud y 7 de altura. En el medio, se distingue una columna que divide en dos el espacio.
La mayor parte de los dibujos fue silueteado y luego rellenado de color rojo. El estado de las representaciones gráficas no es bueno, porque la cueva nunca ha estado cerrada, las pinturas fueron ejecutadas con materiales inorgánicos y jamás fueron cubiertas con ninguna capa protectora. De hecho, para su estudio han tenido que ser resaltadas mediante programas informáticos.
“Definir cronológicamente estas representaciones es un reto a causa de la carencia de pruebas de datación directa, ya que las imágenes se pintaron con pigmentos inorgánicos no datables”, admite Blanca Ochoa, del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco. “Por ello, fechamos las imágenes en base a los análisis comparativos y estilísticos, siendo conscientes de las limitaciones inherentes e inciertas del trabajo”. Así, y gracias al estudio comparativo se estableció que correspondían al estilo premagdaleniense, entre hace al menos 20.000 y 30.000 años.
Los yacimientos arqueológicos del País Vasco se sitúan entre los del actual suroeste de Francia y la región cantábrica, lo que convirtió a la zona en un área de interacción y en la principal ruta de comunicaciones entre la península Ibérica y el resto del continente. Su estilo se caracteriza por la alta frecuencia de signos abstractos, como puntos, líneas, nubes de puntos, rayas paralelas, triángulos, rectángulos y huellas de manos. Los temas giran en torno a cérvidos, équidos, caprinos y excepcionalmente figuras con forma humana. Estas se representan con cuerpos grandes de pequeñas cabezas, abultadas tripas, miembros curvados y casi sin detalles.
“Una zona de transición”, relata Blanca Ochoa, “donde se producen las interrelaciones culturales y de comunicación entre comunidades y que son expresadas, normalmente, con similares estilos gráficos”. "El área que ocupa ahora el País Vasco actuó como pivote de la zona y, posiblemente, fuese poblada por gente de ambos lados". La guerra entre premagdalenienses de ambas partes del territorio se alargó miles de años. Finalmente, ganaron los franceses e impusieron su estilo en las siguientes cuevas que habitaron.
Babelia
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