Los arqueólogos no extraerán íntegra la barca de Mazarrón
El pecio fenicio, del siglo VI antes de Cristo, tendrá que desmontarse para evitar que se deshaga al sacarla del agua
La barca fenicia Mazarrón II solo podrá emerger a la superficie desmontada en múltiples pedazos, y no de forma íntegra. Así consta en el proyecto aprobado en mayo por la Región de Murcia, por el que arrancaron la semana pasada las primeras inspecciones en el yacimiento submarino en el que se encuentra. La nave tiene 8,5 metros de eslora, 2,25 de manga y 0,9 de puntal (altura del casco), y está totalmente cubierta de arena y protegida por un cofre de hierro a unos 50 metros de la línea de costa de la playa de la Isla (Mazarrón, Murcia), en un punto donde la profundidad marina es de 2,5 metros. "Sacarla a la superficie tal cual se encuentra en este momento no evitaría que se deshiciera por sus múltiples fisuras", defiende Carlos de Juan, uno de los arqueólogos que participa en los trabajos.
“La nave se expone a un mal temporal”, dice uno de los expertos
“La construcción de un molde sobre el perímetro del pecio no ayudaría a extraerlo completo del agua. Esa opción no es viable porque el pecio está ya roto de facto”, sostiene de Juan, especialista contratado por la Región de Murcia y redactor de la propuesta de extracción de la nave, que sigue las directrices de una comisión conformada por expertos y representantes de las tres administraciones. El arqueólogo asegura, no obstante, que en la decisión de trocear la nave también ha influido la forma en la que esta pretende ser expuesta. La comunidad autónoma ha decidido que se exhiba tal y como se ha encontrado, y no como fue hace 2.600 años, y uno de los procesos escogidos para ello, la liofilización, se realiza en cilindros que en los laboratorios españoles son de dimensiones inferiores a las de la embarcación.
El número de cortes que se deberán realizar aún no ha sido fijado, ya que los investigadores todavía no han accedido a la embarcación y se limitan por el momento a comprobar los daños que sufre la caja protectora, colocada en 2000 ante la ausencia de un plan de extracción y con el propósito también de ahuyentar a curiosos que bucearan en la zona. Los trabajos estos días "han permitido constatar las primeras sospechas de que el cofre se ha hundido y reposa sobre el pecio", asegura de Juan. "Existen varias opciones a partir de ahora: que nos tengamos que poner manos a la obra ya con la extracción; que el movimiento del cofre sea tan lento que tengamos dos o tres años; o que contemos con un período de unos meses, pero siempre a expensas de que sobrevenga un mal temporal este otoño", añade el experto, que cree que esta última es la opción más probable.
Una vez concluyan los trabajos, previstos hasta el final de esta semana, será la Región de Murcia quien marque los tiempos. Su director general de Bienes Culturales, Juan Antonio Sánchez Lorca (PP), aseguró este lunes a este periódico que el Ejecutivo dictará la extracción inmediata "si el riesgo es inminente", pero deslizó que se esperará en caso de que no exista esa urgencia. La embarcación corre peligro principalmente por las dinámicas litorales, que desplazan la arena que sirve como soporte a la caja, de tal modo que esta se hunde y puede acabar aplastando por completo el pecio, varado sobre una roca que permanece fija.
En cualquier caso, el desmonte del pecio y los procesos que seguirá una vez en la superficie están decididos. Primero se someterán las piezas a un proceso de desalado, y después recibirán un baño de polietilinglicol, un producto que permite consolidar la madera al servir como sustituto del agua que esta contiene y que la deforma, explica Manuel Martín Bueno, catedrático de Arqueología en la Universidad de Zaragoza y miembro de la comisión que propone los trabajos a realizar sobre el pecio. El proceso de restauración se cierra con la liofilización, por la que se logra que se congele el agua al que se le ha añadido el polietilinglicol y se convierta en vapor sin pasar por una nueva fase líquida intermedia. La Región de Murcia ha declinado revelar dónde se llevarán a cabo estos procesos.
La Mazarrón II fue descubierta en 1994 por un grupo de arqueólogos que inspeccionaban la misma zona donde cinco años antes se había localizado una barca de características similares, aunque más incompleta, que los especialistas extraerían finalmente a la superficie en 1995. No ocurrió lo mismo con la nueva nave, mejor conservada y sobre la que reposaban más de 2.000 kilos de litargirio, un mineral del que ya se ha extraído plata, pero que puede ser explotado de nuevo. La carga, que permitió atribuir la propiedad de la nave a comerciantes, fue retirada y en 2000 se colocó sobre la embarcación una caja de hierro hasta contar con un plan definitivo de extracción.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.