La arqueología, más segura bajo tierra
El creciente interés popular por los yacimientos pone en peligro algunas piezas fundamentales de la historia de la humanidad
"Sabemos que existen yacimientos arqueológicos excepcionales en España, pero están mejor enterrados, porque seguramente los perderíamos si los descubriéramos, por falta de medios para conservarlos". El subdirector de Arqueología explica que, de acuerdo con las recomendaciones internacionales, se debe excavar sólo aquello que sea imprescindible para la investigación o lo que corra un peligro inmediato de pérdida. "Lo demás está más seguro bajo tierra, y las generaciones que vengan nos lo van a agradecer".Manuel Martin Bueno, que aprovecha este verano para trabajar en las investigaciones arqueológicas que él dirige en Cádiz y Calatayud, añade que, frente a quienes pretenden sacar a la arqueología una rentabilidad, incluso de tipo turístico, se equivocan, "porque la arqueología nunca será una fuente de riqueza ni de desarrollo turístico. No es un negocio. Incluso los yacimientos más importantes y espectaculares del mundo son ruinosos desde este punto de vista, porque producen más gastos que beneficios".
Que la arqueología es un oficio ruinoso en España lo demuestra el hecho de que tan sólo seis técnicos arqueólogos funcionarios trabajan en los cientos de yacimientos. Los demás -hasta unos 3.000, incluidos los estudiantes en prácticas- son contratados. A este número habría que añadir unos 6.000 operarios, muchos de ellos acogidos " al empleo comunitario, que ayudan en las excavaciones. También parecen insuficientes los 100 guardias que se encargan tle evitar los expolios. El personal investigador sale de los museos, universidades, Ministerio de Cultura y servicios provinciales.
El presupuesto de la Administración para la arqueología en 1983 es de 1.500 millones de pesetas, lo que supone un 257 de aumento con respecto a las cifras del año pasado. Los recursos económicos desembocan en la arqueología a través de Í la Subdirección de Arqueología, de la Subdirección de Restauración, de los fondos del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, convenios con el Instituto Nacional de Empleo y la colaboración económica de entidades y organismos auto nómicos y municipales.
En las excavaciones se utiliza mucha mano de obra por la misma naturaleza del trabajo, dado que no se puede acudir a procedimientos mecánicos. Esta actividad es la ideal para ocupar a muchos obreros acogidos a los planes de empleo comunitario. Por su parte, los universitarios que hacen prácticas en verano -trabajan hasta 12 horas, incluidas las de laboratorio- no perciben ningún salario. La excavación tan sólo les paga los gastos de manutención.
"El problema capital es, en primer lugar, el de la escasez de recursos económicos", dice Martín Bueno. "Tenemos muchos más yacimientos que los que podemos conservar. Los restos que han estado 2.000 años bajo tierra no se conservan bien cuando se exponen. No podemos excavar indiscriminadamente todo lo que se encuentre, sino sólo aquello que -sea imprescindible para la investigación o lo que corra peligro inminente de pérdida".
Destrucción y progreso
Junto con la falta de recursos se plantea el problema de la destrucción de los yacimientos en aras del progreso (construcción de embalses, trazado de autopistas o renovación de infraestructuras de las ciudades). "Entonces se plantea la disyuntiva entre el progreso y la historia. La solución ideal será entonces compaginar el presente con el pasado, el progreso con la conservación del yacimiento".
Zonas de Mérida, Tarrágona, Cádiz, Córdoba, Sevilla, Sagunto, Cartagena, Zaragoza, presentan en la actualidad agudos problemas de compaginar la,conservación con el progreso. Concretamente, en las obras de restauración de la seo de Zaragoza, donde han cediáo algunos pilares, se han encontrado restos de una ciudad romana. También han surgido problemas con el barrio el Pópulo, de Cádiz, conjunto de arquitectura popular moderna que se encuentra asentada sobre un teatro romanó.
"En todos estos casos", dice el subdirector de Arqueología, "el criterio de la Administración es no detener la investigación, pero tampoco paralizar el progreso. Por eso, unas veces habrá que respetar y otras habrá que transformar, como en el caso de una edificación que se había construido sobre un templo de Diana en Mérida". La Administración también lleva a cabo medidas preventivas en los proyectos de construcciones públicas o privadas.
En los últimos años ha aumentado la sensibilidad de la gente por los restos arqueológicos. En esta acción divulgativa y de dar a la ar queología una dimensión popular han influido series de televisión como la de Yo, Claudio (que coincidió con el descubrimiento de un busto de Trajano) o películas como En busca del arca perdida, de Steven Spielberg. Hay que valorar también el hecho de que desde principios de este año son gratui tas las entradas a museos y yacimientos estatales, y que los medios de comunicación prestan cada vez más atención a estos fenómenos que están en la base de la civilización humana.
"Hasta ahora", explica Martín Bueno, "la arqueología tendía a realizar un trabajo científico de extracción de datos y, paralelamente, un trabajo de recuperación de objetos y entornos (Itálica, Mérida, etcétera), que luego se exponían al público. Ahora se interesa por la arqueología mucha gente, pero esto comporta algunos inconvenientes, tales como el deterioro que puede producir el turismo en determinados yacimientos. Paralelamente, la vulgarización de la investigación genera la arqueología paralela clandestina, con actividades fuera de la ley que producen una pérdida. irreparable del patrimonio".
Como una fuente potencial de turismo y de redención económica del pueblo, e incluso de la región, ha sido considerado por algunos la posesión del reciente. descubrimiento del homínido de Orce. Para el subdirector de Arqueologia es, sin embargo, un error pensar que el hombre de Orce puede producir beneficios de tipo turístico. "La arqueología es una ciencia que esencialmente produce satisfacciones científicas, y cada vez son mayores los hallazgos debido a la avanzada tecnología que se utiliza".
"En el caso del hombre de Orce hay que decir que no se ha encontrado por casualidad. En arqueología se producen cada vez menos hallazgos inesperados. El hombre de Orce era buscado porque suponía un eslabón en una cadena de investigación". Manuel Martín Bueno cree que ha sido éste un hallazgo importante, y sobre las repercusiones en el extranjero explica que es normal entre los arqueólogos esperar a los resultados definitivos de las investigaciones para dar una opinión científica.
Babelia
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