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'FLEABAG'

Phoebe Waller-Bridge: “El sexo femenino sigue siendo el gran desconocido en televisión”

La escritora y actriz británica, aplaudida en todo el mundo por la nueva temporada de ‘Fleabag’, escribe a la vez la nueva película de Bond

Vídeo: BBC
Eneko Ruiz Jiménez

Phoebe Waller-Bridge (Londres, 33 años) acaba de entregar sus correcciones al guion de la próxima entrega de James Bond. Pocos se la podían imaginar en esta situación. Desde que, en 2013, esta dramaturga presentó en el festival de teatro alternativo de Edimburgo un monólogo llamado Fleabag; y desde que, en 2016, su versión televisiva se convirtiera en un fenómeno de culto, su motivación ha sido desmitificar el papel de la mujer en la ficción. También acabar con tópicos respecto al sexo, esos que glorifica hasta la parodia por personajes como el agente 007. Pero el legendario personaje de Ian Fleming es alguien a quien ningún británico podría decir que no.

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Eso no significa que la actriz haya cambiado su discurso. “El lenguaje del sexo en televisión y cine ha mostrado a los hombres como conquistadores que solo buscan sexo, y a las mujeres o bien como víctimas de violencia sexual o como proveedoras para el hombre. Esa es su única razón para existir. Las experiencias son igualmente deshonestas para ambos”, explica por teléfono la actriz y guionista, que acaba de estrenar la segunda y última temporada de Fleabag en Amazon Prime Video para aclamación prácticamente universal.

En la primera temporada se vio sexo anal, una masturbación motivada por el vídeo de un discurso del expresidente estadounidense Barack Obama (una escena por la que, cuenta, le han parado muchas mujeres que decían sentirse identificadas) y todo tipo de canitas al aire. Así, adentraba en la realidad más oscura de su personaje, alguien herido por el luto y desavenencias familiares. En esta nueva tanda, Fleabag abraza la madurez de unos treinta recién estrenados e intenta trazar puentes con su excéntrica familia. De paso, prueba con el catolicismo a su manera: no puede dejar de mirar al cura más sexy (Andrew Scott) que haya conocido jamás.

A Waller-Bridge aún le sorprende que alguien se escandalice: “El sexo femenino y su intimidad es el gran desconocido. La ficción nunca ha hablado tanto sobre él como del masculino, aunque tampoco creo que este se haya mostrado de manera sincera. En la vida ambas experiencias son similares. Por eso los hombres se sienten identificados con Fleabag cuando habla de inseguridades sexuales. A veces no eres capaz de darlo todo, otras lo necesitas para sentirte mejor, o solo estás caliente. Creo que todos sabemos lo que es eso, pero todavía choca ver a una mujer decir la verdad. El próximo paso es que lo cuenten ellos”, señala.

Para ella, Fleabag, por la que ganó un BAFTA a mejor actriz en 2017 junto con la aclamación de la crítica mundial, sigue siendo una serie pequeña e íntima: su personaje le habla a la cara a la audiencia. Algo que mantuvo a principios de año, cuando viajó con su obra a Broadway y lo repetirá este verano en el West End de Londres. Lo que fue de teatro a pantalla ahora acaba de pantalla a teatro: el ciclo está completo. Su naturalidad sigue siendo la misma: “La prensa británica decía que era la serie más soez y explícitamente sexual de la historia. Incluso cuando no hay desnudos. Les obsesionaba que el lenguaje fuera tan franco. En EE UU lo entendieron mejor. Yo no buscaba que fuera escandalosa. Quería hacerla sorprendente, divertida y real. A veces si intentas que todo sea demasiado incorrecto, acaba pareciendo falso”.

La oscarizada Olivia Colman, en la segunda temporada de 'Fleabag'.
La oscarizada Olivia Colman, en la segunda temporada de 'Fleabag'.

Como las mejores series británicas, Fleabag busca el minimalismo y por eso Waller-Bridge la da por terminada (así lo demuestra en la última escena) tras dos temporadas: “Hice la segunda porque BBC me dio tiempo. Hay que saber abandonar cosas. Que un proyecto no te defina”. Eso que a su personaje se le da tan mal, abandonar las cosas, a ella la ha llevado a parecer omnipresente: incluso los fans de Star Wars más reacios a sentarse ante un drama feminista la reconocerán de Han Solo. Además de Killing Eve, otro éxito de crítica que ella creó y escribió, sobre la frenética persecución entre una agente del MI5 y una asesina despiadada. Fue este thriller el que abrió la puerta al universo Bond, incluso si para la actriz todo era una excusa para crear un drama lésbico sin tapujos. La abandonó también tras su primera temporada: “Fue muy triste, pero era imposible cuadrar y el cambio da mucha energía”.

Esa realidad que impregna en cada proyecto es precisamente lo que le acerca a la vigésimoquinta película de 007, dirigida por Cary Fukunaga. Espera que se note en el tratamiento femenino: “Cuando me contrataron ya había mucho hecho. Mi responsabilidad era hacer reales y divertidos los personajes. Cuando algo es real, se puede contar cualquier cosa”, argumenta, orgullosa y expectante ante el reto de ponerse al servicio de su majestad. Incluso aunque no lo necesite.

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Sobre la firma

Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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