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Crítica | Las invisibles
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con la desobediencia civil

El director da un tratamiento modélico a unos personajes que no son tratados ni como mascotas para el limpiado de conciencias, ni como contrapuntos cómicos

Fotograma de 'Las invisibles'.
Fotograma de 'Las invisibles'.

Louis-Julien Petit tiene claro que la figura tutelar de su carrera, que hasta ahora comprende tres largometrajes de marcado acento social, tiene nombre y apellidos, Ken Loach, de quien aprecia especialmente la ocasional capacidad de hermanar denuncia y sentido del humor en esa parte luminosa de su carrera que podría encontrar su títulos más emblemáticos en Riff-Raff (1991) y Lloviendo piedras (1993), de palpable influencia en obras ajenas como Full Monty (1997) o Pride (2014). Con todo, una película como Las invisibles puede tener otra línea de filiación más cercana: como Ley 627 (1992), de Bertrand Tavernier, Las oficinas de Dios (2008), de Claire Simon, o Polisse (2001), de Maïwenn, la propuesta de Petit podría inscribirse armónicamente dentro de ese subgénero, tan caro a la cinematografía francesa, donde se intenta desvelar el funcionamiento de un gremio profesional que sirve de puente entre la integración social y la exclusión.

LAS INVISIBLES

Dirección: Louis-Julien Petit.

Intérpretes: Audrey Lamy, Patricia Mouchon, Noémie Lvovsky, Déborah Lukumuena.

Género: comedia. Francia, 2018.

Duración: 102 minutos.

Las invisibles parte del libro de Claire Lajeunie Sur la route des invisibles -que más tarde inspiró su documental Femmes invisibles, survivre dans la rue (2015) para el espacio televisivo Le Monde en face de France 5- para adentrarse en el universo laboral de las trabajadoras sociales que atienden un amenazado centro de día para mujeres sin hogar. Petit recurre a actrices no profesionales con experiencia de exclusión social para dar vida a buena parte del reparto de las mujeres acogidas en el centro, dando un tratamiento ciertamente modélico a unos personajes que no corren el riesgo de ser tratados ni como entrañables mascotas para el limpiado de conciencias, ni como contrapuntos cómicos, aunque la ligereza sea el tono dominante.

Crónica de una luminosa desobediencia civil que no cae en las trampas del sentimentalismo, ni del desenlace conciliador, Las invisibles no sienta cátedra, pero ofrece una buena lección de mirada y tono.

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