La historia del cine, a través de la obra y los dibujos de Gil Parrondo
Se inaugura en la Laboral de Gijón una exposición antológica sobre el gran director artístisco, ganador de dos Oscar y cuatro 'goyas'
Gil Parrondo nunca condujo. Y casi nunca se fue de vacaciones. Sin embargo, conocía España al dedillo. Gracias a los chóferes que le llevaban y a su trabajo: la dirección artística cinematográfica, una labor y una pasión a la que dedicó más de siete décadas de su vida, y por la que obtuvo todos los premios posibles, incluidos dos Oscar, por Patton y Nicolás y Alejandra, fue candidato a un tercero con Viajes con mi tía, y cuatro goyas, todos con películas dirigidas por José Luis Garci. Gil Parrondo trabajó en más de 220 películas (empezó en 1939), en los principales rodajes internacionales que se realizaron en España como Espartaco, Mister Arkadin, Lawrence de Arabia, Los niños del Brasil, Robin y Marian, El regreso de los mosqueteros, Orgullo y pasión o Doctor Zhivago, y siguió dibujando y diseñando hasta meses antes de su muerte, el 24 de diciembre de 2016 en Madrid, a sus 95 años. En su despacho se han quedado los bocetos para una película sobre Antonio Machado y para Guernica, el proyecto frustrado sobre Picasso de Carlos Saura y Antonio Banderas.
Todo eso y mucho más se puede ver desde hoy en la exposición La magia de lo efímero. Gil Parrondo, 75 años de dirección artística, que estará abierta hasta el 21 de abril en la Iglesia desacralizada de La Laboral, en Gijón. La muestra, organizada por el Gobierno del Principado de Asturias con diversos colaboradores como la Academia de Cine, podría itinerar por otras ciudades de España como Madrid. Pero su inicio en Asturias tiene todo el sentido, porque Parrondo nació en Luarca en 1921, y ejercía de asturiano. En la inmensa sala los paneles con más de un centenar de dibujos, fotografías, manuscritos, cuadernos de viaje, fotogramas y recuerdos toman la forma de una estrella: en algunas de las puntas varios vídeos muestran su proceso de creación. En el centro, sus dos Oscar, un Goya, sus gafas y algunos recuerdos de su vida privada, como su pasión por dibujar monjitas en servilletas y un paisaje del jardín de la casa de su hija Ima, con el lema "Gin Tonic Time", una hora casi sagrada en el día a día de Parrondo. EL PAÍS ha visitado la muestra en un viaje pagado por la organización.
A la entrada, el despacho en Madrid de Gil Parrondo, una cueva de Alí Babá para los cinéfilos ya que el director artístico guardaba todo su material y nunca tiró nada, se ha reproducido con un inmenso retrato realizado por Gorka Lejarcegi y la mesa traída desde su casa, con el flexo y los papeles que estaban allí el día de su muerte incluidos. La muestra arranca con su infancia en Luarca y su formación en Madrid hasta su último trabajo, La piel fría, de Xavier Gens, pasando por su estrecha colaboración con el director José Luis Garci. La exposición ha sido comisariada por Óscar Sempere y fue un proyecto elaborado por Sempere y Parrondo con el propósito de reivindicar el valor del trabajo de la dirección de arte. Nunca se realizó porque, contaba ayer su hija, Ima Parrondo, en la inauguración con autoridades, familia y amigos, su padre fue retrasando el proyecto "por pudor y humildad".
De las zonas temáticas en que se ha dividido la obra de Gil Parrondo, la más fascinante se centra en sus trabajos para las superproducciones de Hollywood en España. Allí aparece el contrato de trabajo por Doctor Zhivago, en el que se estipulaba que su nombre no aparecería en los títulos de crédito, razón por la que no se le reconoce el que sería su tercer Oscar. Otras fotografías muestran la Áqaba de Lawrence de Arabia recreada en la playa del Algarrobico en Almería, en el que se disfrazó de minarete la torre de la Iglesia, o las construcciones de los inmensos decorados de La caída del Imperio Romano o de 55 días en Pekín. Además, se ve la reconstrucción del Moscú de Doctor Zhivago en la madrileña carretera de Canillas o al mismo Parrondo tumbado como si fuera Gulliver para medir su tamaño con respecto a los liliputienses.
Entre los invitados, el director de cine Jaime Chávarri recordaba sus dos trabajos con el director artístico: en Bearn o la sala de muñecas y en Las bicicletas son para el verano: "Para Bearn realizó en un plató la sala de las muñecas y durante meses estuvo buscando la chimenea perfecta, hasta que reprodujo una que descubrió con esqueletos como adornos. A Gil no le importaba si su trabajo se veía mucho o poco en pantalla, lo que le preocupaba es que estuviera bien hecho". Sus colaboradores y directores con los que trabajó recuerdan su legendaria capacidad para con pocos elementos crear mundos enteros y su conocimiento exhaustivo de España, que le permitía saber dónde estaban las localizaciones perfectas para cualquier rodaje. Mago del dibujo, en uno de los vídeos de la exposición sin embargo relativiza el valor de los bocetos y de sus aguadas: "Solo tienen que servir para que el director vea lo que quiere y para que el equipo de producción empiece su trabajo". Gil Parrondo: frugalidad, humildad, talento y mucho trabajo.
Babelia
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