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Pilar Jurado: “Estamos en la última oportunidad para la SGAE”

La nueva presidenta de la entidad pide una reunión "cuanto antes" al ministro de Cultura, José Guirao, para evitar la intervención

Pilar Jurado, el pasado jueves, en la sede madrileña de la SGAE.
Pilar Jurado, el pasado jueves, en la sede madrileña de la SGAE. David G. Folgueiras

El pasado es aliado y enemigo de Pilar Jurado. La soprano y compositora considera que su trayectoria como artista y gestora cultural la avala y le da credibilidad para ser, al fin, la presidenta que saque a la SGAE de su crisis permanente. Sin embargo, sus antecesores también se mostraron confiados, prometieron diálogo y nuevas etapas, y acabaron destronados. Ninguno de los cinco anteriores presidentes de la SGAE terminó su mandato. El último, José Ángel Hevia, fue cesado el pasado miércoles por la junta directiva, tras apenas tres meses, con 12 votos a favor y 22 en contra. Entre ellos, el de Jurado. El mismo día, fue elegida como la nueva responsable, la primera mujer al frente ejecutivo de la entidad. Sabe que se encuentra ante “el momento más difícil de la historia de la SGAE”: mientras el tiempo se agota, los frentes se multiplican. Tiene hasta mañana, 5 de marzo, para presentar alegaciones ante la Audiencia Nacional, que admitió a trámite la petición del ministerio de Cultura para intervenir la entidad. Jurado espera convencer al ministro, José Guirao, para que dé margen a la SGAE, aunque no aclara cómo lo hará. Los desajustes de reparto, las guerras internas, el caso rueda —el presunto fraude de la música nocturna— y la imagen dañada de la entidad son las otras prioridades más evidentes de la marea de problemas por los que navega la SGAE. El timón, desde el pasado miércoles, está en manos de Jurado.

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Pregunta. ¿Va a pedir al ministro de Cultura que detenga la intervención?

Respuesta. Lo primero que hice fue solicitar una reunión con el ministro a través de una carta oficial. Una de las maneras de mostrar que las cosas están cambiando es intentando que todo sea ágil y vaya por el medio apropiado. Tenemos que ponernos a disposición para lo que se nos ha requerido y mostrar transparencia en la gestión. Espero que nos tomen en serio lo suficiente como para que nos dejen trabajar y alegar lo que necesitemos.

P. ¿Cómo va a convencer a Guirao?

R. El ministro ha dicho que el jaleo de la casa no le hacía confiar. Creo que la junta ha ofrecido una muestra de buen hacer ante una situación en la que ha habido una serie de meteduras de pata que nos han llevado a estar peor que cuando empezó la legislatura. La moción de censura contra Hevia fue aprobada con un margen amplio. Y me puedo considerar una presidenta de consenso: eso también es bonito. Excepto un colegio, los demás me votaron. En un momento como este se han dado cuenta de que necesitaban un perfil negociador.

P. ¿Todavía son ustedes creíbles? ¿Y qué margen tiene, considerando que la petición de Guirao a la Audiencia Nacional plantea “la remoción del gobierno” de la SGAE?

R. El margen lo vamos a tener en la medida en que las instituciones decidan que lo tenemos. La credibilidad no se gana de un día para otro. La mía, y mi prestigio, los he construido lo largo de mi carrera. Una entidad al final son las personas que la representan. Han pensado en mí por la credibilidad que puedo tener frente a las instituciones y porque saben cómo soy. He demostrado mi honestidad. Para mí también es un sacrificio personal importante. Hay muchos frentes que se han desatendido durante todos estos años. Voy a tener que coger muchos aviones y hacer muchas cosas. Si el día tuviera 250 horas, estarían todas ocupadas.

P. ¿A qué se refiere con su credibilidad frente a las instituciones? ¿Tiene contactos con la cúpula del ministerio?

R. He estado en el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y de la Música y en el Consejo Artístico de la Música del Ministerio de Cultura, en el patronato de fundaciones muy importantes, trabajé 14 años en AIE, una entidad que hace las cosas muy bien. Por eso me conoce muchísima gente del mundo de la política también. No sé qué va a pasar, ni tengo una varita mágica, ni soy el Dalai Lama y prometo soluciones para todo. Pero sí cuento con el aval de que conocen mi trayectoria, y con muchísimas ganas.

P. ¿Qué va a hacer?

R. Las alegaciones tienen que llegar antes del martes 5 de marzo. Que se caiga el mundo, pero todo lo que nos requieran va a estar siempre donde tiene que estar, a tiempo. Y cuanto antes querría tener la reunión con el ministro.

P. ¿Qué estrategia seguirán en sus alegaciones?

R. Eso lo tienen que determinar los abogados. En cosas tan serias no quiero decir algo que no sea estrictamente correcto.

P. ¿Es cierto que también van a presentar un recurso contra la petición de intervención?

R. No existe esa opción, que yo sepa.

P. ¿Retirarán la denuncia presentada por Hevia contra varios socios y editoriales?

R. Fue una de las meteduras de pata más gordas de esta legislatura. Ha sido un error que de cierta manera también ha salido de nosotros mismos. Se dieron poderes a unos letrados para que, llegado el momento, pudieran hacer acciones y de un día para otro, sin haber presentado el estudio ni decir nada al resto del consejo, eso salió, no sabíamos ni de dónde venía. Era absurdo, y las cosas no se hacen así. Incluso si había algo que pudiera ser irregular, primero se habla con el socio, se le pregunta y se le da un tiempo para solucionarlo. Además, la mayor parte de los afectados son grandes autores a los que está casa está ligada de forma importante. De todos modos la denuncia no ha prosperado, ha sido desestimada.

P. La asamblea de los socios rechazó el reparto de diciembre de 2018, el último antes de que el Congreso cambiara la ley e impusiera un límite del 20% a lo que puede ingresar la música emitida en una determinada franja horaria en televisión, especialmente para evitar los desajustes de las canciones nocturnas, que llegaron a suponer hasta el 70% de la recaudación. ¿Qué porcentaje querría aplicar para ese reparto?

R. Doy gracias al cielo por la reforma de la ley. Los repartos que ocurren a partir de su aprobación se tienen que producir según ella. Algunos de los anteriores están judicializados, así que depende más de lo que decidan los jueces. Hay que hacer un ejercicio de mucha generosidad por todas las partes y acordar la mejor situación dentro de lo más ético. Yo voy a ser partidaria de la legalidad, quiero hacer las cosas fáciles. Depende también de una junta directiva y de las conversaciones de Cultura. Yo ahora soy consenso elevado a la enésima potencia.

P. Más allá de la legalidad, ¿qué le parece que todavía en junio de 2018 la franja nocturna, sin audiencia apenas, suponía el 40% de los ingresos que recibe la música por la televisión?

R. El problema es que estamos viendo surgir muchos modelos de negocio diferentes a los de antes. En Internet otros se llevan el 99% de nuestra recaudación, es muy desfavorecedor. Aquí, el problema no son los músicos, los autores, sino los propios modelos de negocio que llevan a soluciones que generan muchos problemas. Y es muy difícil poner a todo el mundo de acuerdo. El que está dentro del negocio no entiende qué ha hecho mal y el que está fuera piensa: ‘¿Pero este por qué se lleva tanto?’. Lo cuestionable son las puntuales irregularidades que se hayan podido generar en un modelo aún sin regular para que sea más justo. Afortunadamente ahora ya está legislado. Me da mucha pena la mala imagen que se está dando de la SGAE, de los músicos y los creadores. Me encantaría salir de la vía muerta en la que llevamos tanto tiempo, porque hay muchas cosas fantásticas que se hacen desde aquí, que están paralizadas. Y a quien no se porta bien, hay que ponerle donde tiene que estar.

P. ¿Cuál es su relación con José Luis Rupérez Cebolla, uno de los principales investigados en el caso “rueda”?

R. Era conocido de una expareja mía. No le conocí para ir a trabajar con él, sino en una comida en su casa. Es un productor y me propuso hacer un programa para que saliera en TVE y me pareció fenomenal: acababa de grabar un disco y podía darle visibilidad. Y se grabó y ya está. Nadie me pagó nada. Me dijeron que mejor no firmara nada porque apenas había dinero, y que se lo llevara mi pareja. Estuvo tres años emitiéndose. Al romper con mi pareja descubrí que, en realidad, estaba dando mucho dinero y yo no cobré nada. Así que el universo me protegió.

P. ¿Qué pasará si la comisión deontológica de la SGAE se reafirma en sus conclusiones, es decir, que 14 miembros de la junta directiva incurren en conflictos de intereses?

R. Yo voté en contra de "resetear" la comisión deontológica [la junta directiva, sin embargo, lo aprobó]. A la vez, el conflicto de intereses no es tan grave: cuando estaba en el Consejo de la Música del Ministerio de Cultura y había que decidir sobre las subvenciones, si alguien pedía ayudas para un concierto en el que se interpretaba una composición mía yo me levantaba y salía de la sala. Esto mismo se tendría que hacer en la SGAE.

P. ¿Ve posible que se ausenten 14 miembros de una junta directiva de 35 en votaciones sobre el reparto?

R. No sé cuáles son las conclusiones exactas de la comisión. Se trata de que se vuelva a reunir, ajustada al procedimiento y conforme a los estatutos. Nos tendrán que dar un informe con qué tiene cada uno como conflicto de intereses. Esto lo único a lo que obliga es que tendrán que ser los demás quienes decidan. De todos modos no afectaría al reparto de todo, sino sobre el reparto donde tengan el conflicto. Y estoy convencida de que todos los miembros de la junta estamos aquí para trabajar por la defensa de los derechos de autor.

P. ¿Esta imagen le convencerá al ministro?

R. El ministro sabe estas cosas, no tengo que contarle nada. Yo tengo que ir a preguntarle cómo podemos resolver los problemas y pedirle su consejo. Uno de los temas será esto también.

P. Muchos de los votos que le han elegido presidenta son de esos 14 miembros.

R. Al margen de esto yo estoy intentado hacer todo lo mejor y solo puedo poner sobre la mesa del ministro lo que hay y preguntarle: “¿Qué necesitáis para que esto vaya para adelante?”. No quiero que nada enturbie la reunión que debo tener con él, porque nos jugamos mucho. Estamos en la última oportunidad. Después del 6 de marzo a lo mejor ya no hay ninguna más. Estoy en la situación más difícil en la que ha estado esta institución en 120 años.

P. Dicen que es amiga de los expresidentes Eduardo Teddy Bautista y José Miguel Fernández Sastrón. ¿Va a pedirles consejo?

R. Conozco a ambos, porque soy socia desde hace muchísimos años. Con ninguno de ellos me tomo cocacolas, pero se han dejado la piel por esta casa. Teddy ha conseguido momentos estelares. Y es una de las personas más inteligentes que he conocido.

P. El 13 de marzo la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) debe decidir si expulsa a la SGAE. ¿Cómo va a evitarlo?

R. En mi primer día ya he estado analizando ese tema y me voy a coger un avión para hablar con el responsable.

P. ¿Y qué le va a decir?

R. Que estamos entrando en una etapa nueva, intentando que las cosas empiecen a funcionar con transparencia.

P. ¿Qué medidas concretas le va a comentar?

R. Las medidas que voy a hacer todos estos días. Me voy a intentar reunir con todos los ministerios que tienen que ver con la SGAE, que son muchos más que Cultura: Hacienda, Industria...

P. ¿Pero qué les va a decir?

R. Bueno, es que todavía no me he reunido con ellos.

P. ¿Hasta que no se reúna no sabe de qué va a hablar?

R. Obviamente hay una serie de requerimientos que solucionaremos, como el voto electrónico para que sea como debiera de ser. Está el tema de reparto, que la propia dinámica de las leyes nos está facilitando, y el de la reforma de los estatutos. Nos ayudaría muchísimo hacerlo de forma conjunta con el ministerio porque daría credibilidad ante los socios y haría que finalmente los aprobaran.

P. ¿Qué aportará como primera mujer al frente de la SGAE, una entidad muy testosterónica?

R. Toda mi vida me ha tocado hablar de que no es una cuestión de hombres o mujeres. Lo importante en la vida de un artista es el talento. Y el talante.

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