“El Burning Man busca crear una gran constelación de comunidades por todo el mundo”
La directora asociada del festival de arte al aire libre más importante del planeta expone en Bilbao la experiencia de la ciudad efímera de Nevada
"Muy divertido, muy libre y muy desafiante". La cantante de jazz y productora musical Meghan Rutigliano participó por primera vez en 2005 en el experimento social Burning Man que durante una semana reúne a más de 70.000 personas en pleno desierto de Nevada (EE UU). Y fue tal la experiencia que desde entonces se ha convertido "en el sentido de su vida y en más de un millón de amigos". Ahora es la responsable internacional de la red que une el encuentro con más 85 eventos en 37 países diferentes. "Estamos ya al límite de participantes, queremos crear una gran constelación de eventos por todo el mundo", anuncia.
Y ese mensaje le ha llevado a Bilbao. En la antigua fábrica de galletas de Artiach de Zorrozaurre, invitada por el Maker Faire Bilbao, ha presentado hoy a todos los asistentes "la experiencia de vivir durante una semana en una ciudad que no se rige por dinero y que planta cara al desierto". Vestida con una original falda verde, con purpurina a juego en las mejillas y dos grandes aros dorados como pendientes, ha proyectado durante su charla diferentes imágenes de los proyectos que cobran vida en el Burning Man. "El desafío de vivir 70.000 personas en pleno desierto hace que cada año surjan soluciones nuevas y nuevas oportunidades para compartir, disfrutar y crear".
El reto ha reunido en sus 38 ediciones a las mentes más privilegiadas de Sillycon Valley, así como a nostálgicos hippies de Florida. Son tales las soluciones creativas que destacados emprendedores como Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos han acudido en busca de talentos, así como otras destacadas celebrities. "Hemos diseñado un programa en paralelo para resolver problemas humanitarios en torno a la gestión de los deshechos, el desarrollo de energías verdes y las capacidad de respuesta a tragedias naturales".
La ciudad efímera dura ocho días y después sigue viva durante todo el año gracias a la red de eventos repartida por el mundo. A falta de menos de un mes para volver a sacar a la venta las entradas de este no-festival que se desarrolla la última semana de agosto quieren dar respuesta a todas las personas que no pueden acceder a ellas. "Queremos ahora enriquecernos con todos los eventos a los que hemos inspirado y aprender también de ellos", comenta Rutigliano.
Así desde el 2001, el Burning Man tiene un encuentro hermano en los Monegros bajo el nombre Nowhere. Creado por ingleses, construido por franceses y gestionado por italianos, es uno de los más multiculturales de toda la red y uno de los que más ha crecido. De los 35 primeros participantes, ya reúne a más de 3.500 de 39 nacionalidades diferentes. "Todos nos entendemos con el idioma universal de la creatividad", señala su coordinadora, Sarah Vivien, también en Bilbao acompañando a Rutigliano.
Más que un festival, Vivien habla del Nowhere como otro "intenso experimento social" que comprueba "qué sucedería si todos nos comportásemos como personas civilizadas gestionando nuestros deshechos y compartiendo tiempo con nuestros vecinos". El año pasado experimentaron con un generador de células de hidrógeno para conseguir la electricidad suficiente para toda la semana. También testaron un horno con energía solar y un frigorífico con un sistema de evaporación. "Nosotros no tenemos asistentes, tenemos participantes: todos los creadores son considerados artistas y el espectáculo es compartir el conocimiento", matizan.
En el Burning Man, como en sus encuentros en red, no se puede utilizar dinero durante toda la semana, salvo para comprar café y hielos. Los diez mandamientos que lo rigen lo dejan claro: debe ser auto gestionado, inclusivo, no retributivo. Todo se consigue a cambio de regalos. "Aquí radica su éxito: en el fondo te da la experiencia de vivir con el apoyo de toda una comunidad sin sentirte solo en ningún momento", sentencia Rutigliano, satisfecha de su visita a Bilbao dentro de las actividades programadas para makers entre impresoras 3D, programadores de videojuegos con código abierto y diseñadores de arte interactivo.
El Burning Man no hace promoción, tan solo deja correr el boca a boca y acude a contar la experiencia allí donde les invitan. Mientras tanto, en un lluvioso Bilbao clausuran el BIME (Bilbao International Music Experience), donde más de 2.000 profesionales de la industria musical de 120 festivales del mundo han compartido experiencias para fortalecer su éxito. "Nosotros tan solo queremos llegar a los que están interesados. Somos conscientes de que Nevada está lejos. Así que tranquilos que salimos a vuestro encuentro", sentencia Rutigliano.
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