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“Es una tragedia que Pablo Escobar sea un ídolo para tanta gente”

El cineasta colombiano Ciro Guerra dirige junto a Cristina Gallego 'Pájaros de verano', una película sobre el origen del narcotráfico en Colombia que compite en el Festival de Cine de Los Cabos

Víctor Usón
Un fotograma de 'Pájaros de verano'.
Un fotograma de 'Pájaros de verano'.

En Pájaros de verano no hay capos idolatrados, sino víctimas que al mismo tiempo son victimarios. En esta cinta no aparecen Pablos Escobares, ni Chapos Guzmanes. En ella, los narcos no son héroes. No tienen mansiones, ni coches de lujo y tampoco acaban transformados en celebridades. Aquí el narcotráfico es una cruel guerra en la que una familia puede acabar enfrentada.

Esta película, de Cristina Gallego y Ciro Guerra, candidata a estar nominada para los Oscar y seleccionada para participar en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos –que se celebra del 7 al 11 de noviembre–, narra cómo el narcotráfico permeó en territorio colombiano. Se adentra en la comunidad wayúu, en su lengua y sus ancestrales tradiciones para retratar el comienzo de esta epidemia que asola el continente. Una narración sobre los primeros narcos alejada de las grandilocuencias de Hollywood y de las series sobre capos del país que se han exportado al mundo. “La mirada que hasta ahora se ha llevado al cine no ha sido reflexiva, sino que ha consistido en construir ídolos y celebrar la violencia y la cultura narco”, cuenta Guerra, que en la última edición de los Oscar su película El abrazo de la serpiente estuvo nominada a Mejor película de habla no inglesa.

Ciro Guerra, en una imagen de archivo.
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Pregunta. ¿Adentrarse en los orígenes del narcotráfico, ayuda a encontrar soluciones para el presente?

Respuesta. El narcotráfico se ha vuelto un tabú para los cineastas colombianos. Existió durante mucho tiempo la idea de que en el cine se hablaba mucho de este tema, pero en realidad solo se ha abordado en un puñado de películas. Realmente hemos dejado este asunto en manos de las películas de Hollywood y de las series norteamericanas que han presentado, en muchos casos, una imagen caricaturizada de este problema. Nos parece importante que los cineastas asumamos esa historia y la contemos desde nuestra perspectiva, alejándola del espectáculo y el chiste.

P. ¿Por qué cree que se ha convertido en un tabú?

R. El narcotráfico sigue siendo una herida abierta para nuestra sociedad, continúa sintiéndose una gran vergüenza social. De hecho, hay un fuerte desconocimiento sobre cómo fueron sus orígenes en Colombia. La mirada que se ha llevado al cine no ha sido reflexiva, sino que ha consistido en construir ídolos y celebrar la violencia y la cultura narco.

P. ¿Cómo ocurrió con Pablo Escobar?

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R. Sí, es una gran tragedia que alguien como Pablo Escobar sea un ídolo para mucha gente. Así ocurre cuando las historias se cuentan desde la perspectiva de los victimarios y desde la irreflexividad del espectáculo.

P. ¿Su película es una forma de reconciliar el cine colombiano con el narcotráfico?

R. Sentimos que esta historia solo había sido tratada desde una óptica celebratoria, desde la mirada de los criminales y los bandidos, pero no se había contado qué significó para los colombianos. Fue una gran tragedia que acabó destruyendo nuestra sociedad y nuestras raíces. Es la historia del derramamiento de sangre en nuestro país, la del inicio de nuestra modernidad y también la de la llegada del capitalismo más salvaje, sin ningún tipo de contención, ni regulación.

P.  Pájaros de verano habla del narcotráfico desde el punto de vista femenino, algo muy poco habitual.

R. Cuando empezamos a investigar sobre esta historia nos pareció interesante que ocurriera en una sociedad matriarcal donde las mujeres son tan fuertes, son las que perpetúan la línea familiar y tienen una importante participación en el comercio, la cultura y la política. Creíamos que era una oportunidad para darle una vuelta de tuerca al género y hacer algo que no se había visto hasta ahora.

P. El tráfico de drogas sigue dejando demasiados muertos en Colombia, ¿hay esperanza en que la violencia disminuya?

R. Hace mucho que el narcotráfico dejó de ser un problema colombiano y pasó a ser mundial. Es una guerra declarada por razones completamente locales de Estados Unidos que se ha propagado por todo el planeta como una epidemia. Actualmente, países que nunca tuvieron problemas con el tráfico de drogas, lo están sufriendo. Mientras no se legalice seguirá siendo una enfermedad que se expande por el mundo. Los colombianos durante décadas hemos puesto los muertos, hemos sufrido la crisis social que implica ese tráfico.

P. Esta película la protagonizan los wayúu y en El abrazo de la serpiente retratan a las comunidades del Amazonas, ¿es una obsesión en su cine adentrarse en la cultura indígena?

R. No es un objetivo que me haya marcado, simplemente busco las historias que me interesan y muchas están en ese universo oculto que ha sido negado durante tanto tiempo. Al final, lo que sucede en la Colombia profunda puede hablarle a cualquier persona del mundo. No hay necesidad de copiar modelos [de hacer películas] de otros países.

P. Sin embargo, el público suele ver más películas estadounidenses que colombianas.

R. Tenemos que fortalecer la presencia de nuestro cine en nuestros países. Es fundamental que los latinoamericanos veamos cine latinoamericano tanto por el crecimiento de nuestra industria como por nuestro crecimiento espiritual.

P. ¿El principal problema sigue siendo la distribución?

R. Sí, es el tema neurálgico. Falta mucho camino por recorrer. En cuanto a la producción, se han hecho grandes avances y hoy en día la cantidad de películas latinoamericanas es importante, pero todavía queda pendiente que nuestro cine se vea en mejores condiciones, se distribuya y se le dé el valor que tiene.

Las películas nominadas en el Festival de Cine de Los Cabos

Además de Pájaros de verano, en la séptima edición del Festival de Cine de los Cabos competirán Bisbee'17 de Robert Greene, que retrata un viejo pueblo minero en la frontera de Arizona y México que ha sufrido la deportación de 1.200 inmigrantes.

El cineasta Julio Hernández Cordón presentará Cómprame un revólver, donde una niña tendrá que enfrentarse a un mundo cruel tras la captura de su padre por un capo local.

Genèse, una película sobre las turbulencias del primer amor, también competirá en este festival. Una cinta de Philippe Lesage que se adentra en un mundo cruel y machista.

El viaje de Philippe, un imitador de Chaplin, por Estados Unidos durante una guerra mundial interminable queda retratado en The Great Darkened Days, del director Maxime Giroux.

Lemonade, de Ioana Uricaru, se adentra en la lucha de los migrantes rumanos en Estados ante la burocracia y la policía. Mientras que en Skate Kitchen, Crystal Moselle cuenta la historia de un grupo de patinadoras que descubren que la amistad es la mejor manera de subsistir en ambientes adversos para las mujeres.

Josephine Decker retrata en Madeline's Madline el proyecto de Evangeline, una directora teatral que aprovecha el conflicto entre la protagonista de la obra y se madre para potenciar su proyecto.

En We the animal, de Jeremiah Zagar, la imaginación del menor de tres hermanos será el mejor aliado ante una familia en desintegración, con un padre temperamental y una madre deprimida.

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Sobre la firma

Víctor Usón
Es redactor de EL PAÍS desde 2015. Trabajó en la delegación del periódico en México durante cuatro años y anteriormente estuvo en las agencias Europa Press y DPA. Es licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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