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Madrid sigue la estela de otras ciudades y rebaja el IBI para rescatar espacios culturales

Carmena abraza, con más fondos, la iniciativa de Barcelona para preservar librerías, galerías, teatros y cines. París se adelantó en la protección de estos establecimientos

La Librería, en el centro de Madrid, es un establecimiento especializado en obras sobre la ciudad.
La Librería, en el centro de Madrid, es un establecimiento especializado en obras sobre la ciudad. ULY MARTÍN

A la liga de la ciudad con el barrio más cool del mundo (Lavapiés), recién proclamado por la revista Time Out, se ha unido esta semana la de fomento de cultura. Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, anunció ayer en el debate sobre el estado de la ciudad el IBI cultural, una medida, adelantanda por EL PAÍS el lunes, que pretende desahogar de impuestos municipales a librerías, galerías de arte, cines, teatros y salas musicales. “Queremos decir a la sociedad que la cultura es muy importante. Nosotros no la olvidamos en nuestras políticas”, manifestó Carmena, de Ahora Madrid.

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La capital quiere duplicar las cuantías de la iniciativa que Ada Colau puso en marcha en Barcelona esta legislatura. Si en la capital catalana las ayudas no excedían de 7.000 euros, en Madrid ascienden a 15.000, como máximo. Para ello pretenden invertir cuatro millones de euros que los responsables municipales esperan multiplicar por 10 en su impacto económico, asegura César Martínez, del área de Hacienda, uno de los encargados de configurarla.

Al resultar imposible dispensar del pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), dicho tributo será la referencia para las ayudas prestadas. El Ayuntamiento afirma que las cantidades irán para los gestores, no para los dueños de los locales. A no ser que estos sean los responsables del negocio cultural en sí, los propietarios no podrán recibirlas. Fue algo que también se previó en Barcelona.

Allí, la medida se puso en práctica en 2016. Jaume Collboni pactó varias condiciones para que su grupo, el PSC, apoyara a Colau en el gobierno municipal. Entre ellas, una línea de ayudas a los espacios culturales privados que les permitiera ahorrarse hasta el 95% del IBI. Los afectados en potencia eran unos 250 agentes culturales que gestionan teatros, galerías, librerías o salas de cine de arte y ensayo. Aunque la medida entró en vigor en 2016, se presentó con efecto retroactivo a 2015. Contaba con una línea de 500.000 euros para cada año. La bonificación iba destinada al gestor.

Sin embargo, la exención fiscal no era nueva. Unos meses antes la había aplicado el Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat con la intención de arrastrar a las galerías barcelonesas acosadas por los alquileres. Además, les brindaba la posibilidad de instalarse en el nuevo distrito cultural que la alcaldesa socialista Nuria Marín creó en su ciudad, la segunda más poblada de Cataluña.

Àlex Nogueras, director de la galería Nogueras Blanchard, abandonó El Raval barcelonés para instalarse en ese nuevo distrito. El galerista cree que la ayuda es efectiva: “No está mal, porque reconoce que las galerías son establecimientos culturales que estamos abiertos al público y de forma gratuita y generamos un discurso cultural”.

Contra la gentrificación

Iodia Fernández, presidenta del Consorcio de Galerías de Arte Contemporáneo de España, también la defiende: “Todo lo que sea un apoyo viene bien. Es un gasto menos y, aparte, puede ayudar a que no se consume la gentrificación de los barrios, que siga la vida cultural”.

El nuevo modelo para Madrid también se ha probado en otras capitales europeas, como París. Francia, patria de la excepción cultural, lleva años conduciendo una política proactiva de apoyo a estos locales. Las librerías se beneficiaron en 2017 de 3,45 millones de euros de subvenciones por parte del Centro Nacional del Libro, que coordina las ayudas del Estado, a las que cabe sumar otros fondos a nivel regional y local. Desde 2007 también existe allí el sello “librería independiente de referencia” —hay 154 en total—, que permite recibir subvenciones y préstamos sin intereses.

Aunque es una medida que comenzó a fraguarse principalmente como ayuda a los libreros, Carmena y su equipo decidieron pronto extenderla a otros espacios. Los teatros pequeños reciben la iniciativa como un pequeño balón de oxígeno. “Cuando los presupuestos son tan ajustados, hasta el último céntimo es vital y cualquier ahorro es un alivio”, explica Ángel Málaga, gerente de la Coordinadora Madrileña de Salas Alternativas.

Juancho Pons, presidente de Cegal, la asociación que reúne a 1.600 librerías en España, también aplaude la incitativa de Madrid, pero reclama un plan similar “en todo el país” en el seno de la Federación Española de Municipios y Provincias para que “el pequeño comercio, las pequeñas librerías, tengan un tipo de exención fiscal porque realizamos una labor económica, pero también cultural y dinamizadora”. “Las librerías hacen ciudad, organizan actos que dan vida al barrio y además, en muchas ciudades son un reclamo en sí mismas”, añade.

Existen, en todo caso, iniciativas parecidas en otras ciudades del país. El Ayuntamiento de Valencia, que gobiernan Compromís, PSPV-PSOE y València en Comú, bajará en 2019 el IBI a edificios culturales que estimulen el uso de la lengua valenciana. El concejal de Hacienda, el socialista Ramón Vilar, avanzó el pasado mes de julio la medida, que consiste en una bonificación del 50% del impuesto a los recintos que alberguen propuestas escénicas y programen al menos un tercio de su exhibición en valenciano.

En Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla tiene dos líneas de subvención para impulsar la programación de espacios culturales de gestión privada y el fomento de la lectura en las librerías, así como proyectos e iniciativas culturales que se desarrollen en la ciudad. La primera partida está dotada con 280.000 euros y la segunda con 140.550.

Con información de Gloria Rodríguez-Pina y Raquel Vidales (Madrid) , Cristina Vázquez (Valencia), Eva Sáiz (Sevilla) y Álex Vicente (París).

Las librerías inglesas quieren ser como los ‘pubs’

RAFA DE MIGUEL / LORENA PACHO, Londres / Roma

La llegada de Sadiq Khan a la alcaldía de Londres hace algo más de dos años ha revitalizado la vida cultural de la ciudad. Con él, se han multiplicado las ayudas municipales a proyectos y eventos culturales, sobre todo a aquellos que sean capaces de revitalizar los barrios más abandonados en los últimos años. Las ayudas varían entre los 1.200 y los 5.500 euros, pero se trata de impulsos puntuales para proyectos concretos. Culture Seeds (Semillas Culturales), por ejemplo, es un programa destinado a todas las artes y actividades culturales, desde la producción de películas a la celebración de festivales, pasando por talleres de escritura, lectura o clubes literarios. El equipo de Khan intenta sobre todo promover “experiencias creativas que logren unir a las comunidades de Londres”, una ciudad cada vez más fragmentada étnica y económicamente.

En ese contexto, las librerías independientes tienen cada vez más difícil su supervivencia frente a los grandes competidores como Amazon o Waterstones. Por eso la Asociación de Libreros de Reino Unido ha lanzado una campaña, que ha recogido más de 4.000 firmas, para lograr que estos pequeños comercios obtengan apoyos similares a las de los legendarios pubs ingleses, que obtienen beneficios fiscales de unos 1.200 euros anuales.

En Italia, el Gobierno ha apostado por un nuevo apoyo a las pequeñas librerías de todo el país. Así, esos establecimientos reciben desde junio de este año una subvención para cubrir los gastos del local; hasta un máximo de 20.000 euros anuales o de 10.000, en el caso de las librerías pequeñas que pertenecen a grupos editoriales. Con ello se costearán dos impuestos sobre los inmuebles (IMU, TASI), similares al IBI español, y el canon de basuras. Además de la tasa sobre los contratos de arrendamiento, en el caso de que el espacio sea de alquiler. Es una medida conjunta de los ministerios de Cultura y Economía que impulsó el anterior Gobierno del Partido Democrático.

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