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‘Algo quema’ revisa los fantasmas de la memoria de Bolivia

La ópera prima de Mauricio Ovando utiliza películas familiares de su abuelo, quien conformó un Gobierno militar de facto

Alfredo Ovando, en una de las películas familiares de 'Algo quema'
Alfredo Ovando, en una de las películas familiares de 'Algo quema'

El director boliviano Mauricio Ovando solo tenía una imagen en blanco y negro de Alfredo Ovando Candia, su abuelo. Todo lo que había escuchado de él hacía referencia a un “ser, un líder y un papá perfecto, además de un militar de una rectitud impecable”. Esa era la versión familiar. Sin embargo, la historia oficial de Bolivia recuerda a Ovando por la nacionalización de las empresas petroleras y por ser uno de los responsables del asalto militar a campamentos mineros y del asesinato de Ernesto Guevara, el Che durante su Gobierno militar de facto en la década de 1960. Todo bajo el nombre de la revolución nacional. En Algo quema, su ópera prima, el realizador plantea una revisión a los fantasmas de la memoria de su familia y a un fragmento de la historia de este país, en el que cada imagen afronta sentimientos encontrados. 

El documental nació como idea hace 10 años, cuando Ovando todavía cursaba la carrera de cine. Fue una búsqueda personal que nació a raíz de la muerte de su tío, el hijo mayor de su abuelo, en un siniestro aéreo que nunca se esclareció si fue un accidente o un atentado en una de las etapas más críticas del Gobierno de Ovando Candia en 1970, según cuenta el realizador. “La película parte desde una emocionalidad hacia lo familiar respecto a este tema. Era un punto de partida súper interesante para mí y que me costó muchos años darle un verdadero cuerpo y sentido a la película, que al final obviamente viró la mirada hacia mi abuelo. Sabía que no quería homenajearlo o defenderlo, más bien era una mirada crítica”, explica el director. 

El director tuvo que catalogar todo un archivo fílmico de más de 50 años. La figura estática de su abuelo, en su uniforme militar y en blanco y negro, pasó a convertirse en un “humano a colores”, moviéndose en cintas de celuloide desde 8, 16 y 35 milímetros, 250 rollos de Super 8, hasta formatos caseros de video analógico, como el Betamax o VHS. Todo ese trabajo le tomó cerca de un año de trabajo. Admite que ese fue quizá el mayor reto técnico. Al igual que el trabajo de montaje en la isla de edición, para el cual fueron claves Juan Álvarez, su productor, y Cecilia Almeida, la editora, ya que ambos le ayudaron a mantener una distancia correcta con el tema. 

El documental, en su corto recorrido por citas internacionales, ha demostrado que funciona fuera de las fronteras de Bolivia. Se hizo con dos galardones, mejor director en la competencia latinoamericana y el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, en la pasada edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici). Además, estuvo seleccionada en el Festival Encuentros del Otro Cine, en Ecuador, donde fue elegida entre las favoritas del público junto a otras renombradas producciones como La libertad del Diablo, del mexicano Everardo González, y la más reciente producción de Agnès Varda, Rostros y lugares

Una catarsis y una metáfora 

“Al ser una película sobre los sentimiento encontrados sobre una figura familiar, que a la vez ha sido un dictador de un país, es mucho más interesante. Abre debate, abre preguntas y abre emocionalidades. Nos hace preguntarnos cuánto más sabemos sobre este personaje, cuánto sabemos de esa época y me gusta pensar que la información que se maneja en mi familia sobre el tema es un reflejo nomás en pequeñito de lo que sucede en grande en la sociedad boliviana”, explica Ovando. 

La realización de Algo quema fue un viaje de dos años para Ovando. En ese tiempo, revisitó el archivo audiovisual de su familia, pero también las grabaciones de cómo se filmaba el Gobierno de su abuelo -su visión progresista de la nación, que se lo muestra haciendo grandes obras para el pueblo-, así como los materiales de denuncia de los crímenes de Estado. El documental El coraje del pueblo (1971), de Jorge Sanjinés, fue fundamental para la película por la denuncia que hace contra la masacre a los trabajadores mineros, con la excusa de que estaban financiando la insurrección del Che Guevara en Bolivia. Entre los responsables de estos asesinatos, incluyendo el del propio guerrillero argentino, nombran al abuelo del director. “Un filme que empieza nombrando a mi abuelo como responsable de esas masacres, para mí fue como un puñetazo a la cara sin aviso”, afirma. 

Ese proceso le sirvió como una catarsis al realizador. El título mismo hace una alusión a lo que él denomina como una “imagen cristal”, un concepto que dispara muchas interpretaciones y reflejos. Así como una metáfora de que se quema el celuloide, pero también algo dentro del realizador. De inicio se rehusaba a utilizar la voz en off, pero explica que fue inevitable apelar a este recurso en los últimos tres minutos de la película: “Estoy diciendo muchas cosas al armar la película y al armar mi discurso audiovisual. Faltaba, literalmente, mi voz en algún momento que dispare mi posición política, ideológica y familiar frente a la figura de mi abuelo. Lo correcto para la película era eso, como un volcán que se está cargando y que uno quiere saber qué es y no es hasta el final que se dispara de manera cruda”, agrega Ovando. 

A lo largo del documental, el realizador se ayudó de dispositivos para apelar a la sensibilidad de sus personajes. Por eso utiliza desde antiguas cintas de audio, revistas y otros materiales para las entrevistas que realiza. “Me cuesta muchísimo hacer entrevistas en general. Necesitaba romper esa clásica artificialidad en una entrevista, en la que uno se prepara para preguntar cosas y responde cosas políticamente correctas, tenía que quebrar eso de alguna manera”, dice Ovando. 

La ruta internacional de la película aún no está definida. Se mandó el documental a diferentes festivales, pero todavía están a la espera de confirmación en los próximos meses, según Ovando. Sin embargo, el estreno más esperado es en Bolivia, con el mes de septiembre fijado para su presentación.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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