
El lado oscuro de la moda rápida: contaminación, residuos y desigualdad
El consumo masivo de moda barata, conocido como fast fashion, ha revolucionado la industria textil, ofreciendo ropa accesible y adaptada a las últimas tendencias. Sin embargo, detrás de sus precios bajos se esconde un coste ambiental y social devastador.
Cada año, millones de toneladas de prendas desechadas terminan en vertederos de países del Sur Global, donde han sido bautizadas como “ropa de hombre blanco muerto”.
Una investigación: Planeta Futuro ha seguido el rastro de 15 prendas geolocalizadas y ha podido comprobar el coste ambiental y social del consumo masivo de moda barata.
- El pasado marzo pedimos a la redacción de EL PAÍS que trajera ropa que ya no usaba.
- Cosimos 15 airtags (dispositivos de localización) a cada una de las prendas.
- Esos aparatos nos han permitido geolocalizar las prendas gracias a una señal que emiten cada vez que se cruzan con un teléfono.
- Once meses después, muchas de las prendas siguen dando vueltas y siete de ellas han viajado al extranjero, a África y a Asia. Tres prendas pasaron o se estancaron en un punto de distribución en Emiratos Árabes.
- Varias de las prendas prosiguen su andadura.
La conclusión: la ropa no siempre acaba en el lugar que deseamos cuando la desechamos y en los casos en los que llega, la huella ecológica del viaje es inmensa.
©Foto: Mervin Canham
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