Contaminar el asombro
Discutir algunas de las decisiones de los hombres encargados de transmitir los prodigios del mundo natural puede ser necesario en casos como este
LAS MARAVILLAS DEL MAR
Dirección: Jean-Michel Cousteau y Jean-Jacques Mantello.
Género: documental. Francia, 2017.
Duración: 82 minutos.
“Hay algo de ridículo en toda crítica de El mundo del silencio. Porque (…) las bellezas del filme son fundamentalmente las bellezas de la naturaleza y toda crítica sería algo así como criticar a Dios”, escribía André Bazin en 1956 a propósito del documental, correalizado por Jacques Cousteau y Louis Malle, que ese año se hizo con la Palma de Oro en el festival de Cannes. Podría argumentarse lo mismo frente a la imponencia visual de Las maravillas del mar, codirigido por Jean-Michel Cousteau, hijo del célebre oceanógrafo, y Jean-Jacques Mantello, porque la belleza capturada en sus nítidas imágenes incluso parece trascender la de este mundo para sugerir casi la posibilidad de un viaje interplanetario sin salir del fondo del mar: la secuencia del zooplancton emergiendo de las fosas abisales evoca, de hecho, el imaginario de una película de ciencia-ficción. Quizá resultaría arrogante, pues, criticar a Dios (si acaso existe), pero discutir algunas de las decisiones de los hombres encargados de transmitir los prodigios del mundo natural puede ser necesario en casos como este.
Al contemplar las espectaculares tomas submarinas de Las maravillas del mar, uno desearía que El mundo del silencio fuera algo más que el título de un documental clásico para convertirse en inapelable cláusula de estilo, porque son precisamente las palabras –de Cousteau hijo, su esposa, sus compañeros de inmersión y del estelar Arnold Schwarzenegger- las que, con pertinentes mensajes de concienciación ecológica, perturban el goce contemplativo y, sin pretenderlo, contaminan el camino hacia el total deslumbramiento.
Babelia
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