ARCOLisboa crece un 22% en su tercera edición
África y Brasil ganan peso en la feria de arte contemporáneo
Al ritmo de la ciudad europea de moda, también crece la apuesta de ARCO por Lisboa. Su tercera edición, que comienza hoy, ocupa en el bello edificio de la Fábrica Cordoaria Nacional, un 22,5% de espacio más que en la anterior edición. Son 72 galerías, principalmente españolas y portuguesas, pero también con un aumento de la presencia latinoamericana y africana que, en total, representan a 14 países.
Desde la primera edición de la feria lisboeta, su director Carlos Urroz, se plantea la personalidad que ARCO debe tener en Portugal. ¿Una copia de la versión madrileña? ¿Una muestra solo de arte portugués? ¿Portugal como puente con Brasil? El tiempo -y las galerías- ha ido despejando incógnitas. Poco a poco ARCOLisboa va tomando cuerpo, su propio cuerpo, con una participación fundamental de todo el movimiento artístico de la ciudad, pero sobre todo internacional.
“Desde el principio apostamos por la diferenciación”, cuenta Urroz. “Aunque el arte de la lusofonía, de Cabo Verde, Angola, Brasil, debían tener y tienen un peso mayor. En estos años, la feria ha ido a más comercialmente y aquí se queda, pues acabamos de firmar un acuerdo con el ayuntamiento hasta 2020. Tenemos buenas perspectivas y nuevas ambiciones”.
En tres años, el prejuicio inicial para quien llega de fuera -más de España- a imponer modas y criterios, ha ido perdiendo fuerza para imponerse la idea de que ‘esto’ podría ser bueno para todos. El trabajo de Urroz ha ido calando entre los galeristas y los directores de los grandes museos de Lisboa y Oporto, de la Fundación Gulbenkian a la fundación Serralves, del Museo Berardo al MAAT. ARCO supone visibilidad, algo muy difícil de conseguir en la escena artística portuguesa, más aún con el arte contemporáneo.
La tercera edición de ARCOLisboa, que abrió en la tarde del miércoles el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, tiene la virtud de descubrir artistas y procedencias. Aún juvenil, la feria ofrece la capacidad de sorpresa, especialmente en el espacio Opening, reservado a galerías con menos de siete años de actividad. Este año destacan las presencias portuguesas rompedoras de Balcony y Uma Lulik, más Rolando Anselmi (Berlín/Roma), Bombon (Barcelona) o Copperfield (Londres).
“Por el lado de las galerías, este año tenemos cinco grandes incorporaciones”, cuenta su director. Son nuevas en Lisboa la Krinzinger (Viena), Helga de Alvear (Madrid), Carreras Mugica (Bilbao), Millan (São Paulo) y Greengrassi (Londres), aunque la entrada del recinto está reservada a quien comenzó con todo esto en Madrid, Juana de Aizpuru, que sigue fiel a su Cabrita Reis, tanto en pintura como escultura.
La nave central de la Cordoaria, recibiendo luz natural a derecha e izquierda, se reserva para galerías y artistas más sabidos y consagrados, pero siempre interesantes, como los portugueses Calapez, Pedro Croft, Helena Almeida, Sarmento o el escultor Rui Chafes, que llegan aquí tanto de la mano de galerías nacionales como internacionales.
JustLX, la feria alternativa
Como sucede en Madrid, a la vera del ARCO lisboeta también renace la actividad de las galerías y museos de la ciudad. Con el asentamiento de la versión portuguesa de ARCO florecen alternativas diversas y a pocos pasos de la sede de la feria oficial. Es el caso de la primera edición de JustLX, situada bajo el puente de Alcántara, en el Museo de Carris.
JustLX busca un público coleccionista más joven y también su treintena de galerías se centra en manifestaciones artísticas más actuales, como la tecnología y el medioambiente. La representació es fundamentalmente española, portuguesa y suramericana, aunque también hay una apuesta por mostrar el arte africano, que coordinada por Gloria Oyarzábal.
En las proximidades, el espectacular MAAT, Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología, abre sus turbinas eléctricas para el nuevo trabajo del norteamericano Gary Hill.
El escenario de la antigua (siglo XVIII) fábrica de velas y sogas para la Marina es único, con su nave de 400 metros de largo y apenas 50 metros de ancho. La expansión de la feria obliga a habilitar nuevos espacios, como el Torreón de Poniente, abierto este año para presentar una decena de artistas que nunca habían sido exhibidos en Lisboa. La galería barcelonesa Ángels trae a Esther Ferrer, precisamente con los bocetos de la obra que se exhibe actualmente en el Guggenheim de Bilbao. Ahí convive con Mónica de Miranda, de la galería Carlos Carvalho.
En su serie Panorama muestra las convulsiones de la vida de Luanda a través de sus edificios. Edificios históricos, como el cine Karl Max, son testimonios de los procesos que ha vivido Angola por colonización, descolonización, sovietización, capitalización y ahora su consecuencia, la gentrificación de barrios antes depauperados y que ahora sufren la presión del mercado inmobiliario.
A su lado, el alemán Stephan Balkenhol, que llega de la mano de la galería Senda para mostrar sus tallas figurativas, después de haber bebido en todas las escuelas del abstracto. En el mismo Torreón, Nuno Nunes Ferreira muestra Verano Caliente, un mural de periódicos originales durante la revolución portuguesa. “Es continuación a La última palabra la digo yo; explica el artista, “que era otro mural de periódicos originales publicados en la muerte de dictadores desde la época de Hitler”.
Jóvenes artistas se mezclan con las obras de los consagrados, vivos o muertos, como una cabeza de Picasso, un Chillida clásico o dos esculturas de Pedro Croft.
“Queremos crecer en formatos, más que en galerías; ampliar contenidos”, explica Urroz. “Y llegar a nuevos públicos, ampliar los grupos de interés. Estamos trabajando con las universidades y con las escuelas de arte para atraer a los jóvenes. No solo para la feria, sino para el ambiente artístico de la ciudad”.
De ahí el atractivo de los foros programados, el del Coleccionismo y en el del trabajo del artista. Coleccionistas como Inge de Bruin, Paulo Pimenta, Luiz Augusto Teixeira de Freitas y Armando Cabral explican porqué, qué, cuándo, dónde coleccionan.
Filipa Oliveira tratará de sonsacar a artistas y galeristas respuestas a la pregunta ‘¿En qué estoy trabajando?’. Por su banquillo desfilan estos días Carlos Antunes, José Bártolo, Hugo Gomes, Nuno Ferreira o Esther Mahlangu, entre otros muchos.
“ARCOLisboa es una experiencia distinta de ciudad, de arte, de arquitectura portuguesa”, asegura su director. “Hay que venir aquí para conocer el arte joven portugués”.
Babelia
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