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Recuerdo gráfico de la masacre de Tlatelolco

La Universidad Nacional de México prepara una exposición con carteles del movimiento estudiantil de 1968

Luis Pablo Beauregard
Un cartel del movimiento estudiantil mexicano de 1968.
Un cartel del movimiento estudiantil mexicano de 1968.

Medio siglo después, el grito de protesta lanzado en las calles de México en 1968 llega al museo. La Universidad Nacional (UNAM) prepara una gran exposición de carteles con los que el movimiento estudiantil agitó la vida política y cultural en el país hasta que fue cruentamente reprimido por el Gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz en una manifestación pacífica la noche del 2 de octubre, 10 días antes de que el país inaugurara los Juegos Olímpicos. En la plaza de Tlatelolco, o de las Tres Culturas, policía, ejército y paramilitares cargaron contra los estudiantes y dejaron decenas de muertes (según el recuento oficial) o más de 300, según otras fuentes.

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El Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) está seleccionando ahora, entre una colección que supera los 100 carteles, piezas para la exposición que se inaugurará el 1 de septiembre y conmemora los 50 años desde 1968. "Es una gráfica que no se ha visto tanto en libros ni ha sido expuesta tanto en exposiciones. Queremos ver de qué manera el arte se vincula a este periodo tan importante en el país y cómo ese año determinó el curso del arte en muchos sentidos", dice Amanda de la Garza, una de las comisarias junto a Sol Henaro.

Las piezas seleccionadas muestran estilos diversos tanto en forma como en ideología, abarcando desde el marxismo hasta el cristianismo renovado. Los motivos nacionalistas y prehispánicos se repiten y se retoman elementos de la iconografía del siglo XX. El uso vívido de los colores también remite a los ecos del arte pop. "Hay grafía importante, sobre todo de la Revolución rusa y sus movimientos posteriores. Los carteles reflejan las corrientes ideológicas en el interior del movimiento estudiantil", agrega De la Garza.

La denuncia de la represión fue uno de los elementos más emblemáticos. Los estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda rompieron el cerco informativo de los periódicos y la televisión, estrictamente controlados por el Gobierno, con carteles y volantes hechos con serigrafía, linotipos o esténcil. Los mensajes los colocaban los miembros del Consejo General de Huelga con pegamento en muros, autobuses y paredes.

Buena parte de los carteles que serán expuestos han sido donados al MUAC por Arnulfo Aquino, un artista conceptual originario de Oaxaca que formó parte del Grupo Mira. Este conjunto de artistas, todos ellos estudiantes de artes plásticas durante el 68, tenía una orientación política muy fuerte. De 1977 a 1982 hizo obra y talleres accesibles para los trabajadores y no solo para la élite cultural. Este activismo artístico incluyó el Comunicado Gráfico número 1 sobre la violencia en la Ciudad de México. Esta obra, en manos del museo universitario, es la base para construir la memoria sobre el movimiento estudiantil.

Algunos carteles, los menos, llaman a la revolución armada: "Muerte a los que nos masacran". Otras imágenes utilizan al mono para hablar de las actitudes primitivas y rudimentarias del cuerpo de policías y el Gobierno de Díaz Ordaz.

Los artistas anónimos también se apropiaban de los elementos visuales con los que México trataba de presumir ante el mundo de supuesta modernidad. Entre ellos los diseños realizados para los Juegos por el diseñador estadounidense Lance Wyman. "La paloma de la paz, uno de los distintivos de los Juegos Olímpicos en México, se representó atravesada por una bayoneta. De esta manera, lograron una forma de subversión visual que enfrentaba al imaginario gubernamental", escribió Álvaro Vázquez Mantecón, doctor en Historia del arte en 2007.

Uno de los retos de la exposición es trasladar a los visitantes al ambiente de protesta que se vivía en la calle. De la Garza y Haro están revisando en colecciones fotográficas el contexto urbano en el que aparecieron aquellos carteles. "Queremos devolverles también su dimensión pública", dice una de las curadoras. Después de todo, fueron las calles donde se escucharon las quejas en contra de la prensa vendida y la brutalidad del Gobierno. Toda esa efervescencia silenciada por el Ejército aquella noche de 1968.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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